Parece que el estudio responsable de The Last of Us sigue menospreciando este término. Nadie diría que el crunch en Naughty Dog es cosa del pasado.
Todos entendemos que las cosas no son ni blancas ni negras. Hasta ahí llegamos. Sin embargo, hay algunas líneas que sí que marcan una diferencia importante a la hora de definir qué es admisible y qué no lo es. Pues el crunch en Naughty Dog sigue sin tener clara dónde está ya que la compañía sigue defendiendo algunos conceptos que deberían de suponer líneas rojas.
Ha sido en una nueva entrevista que han concecido a GameInformer donde los creativos han hablado acerca del asunto en concreto. En un momento determinado de la entrevista se les pregunta acerca del término crunch y sobre los sindicatos como medida posible para evitar estos problemas. Por desgracia, y para no-sorpresa de nadie, los encargados del estudio siguen defendiendo su modelo.
En primer lugar usan la frase de «cada uno define el crunch de una forma«, intentando orientar de nuevo la discusión hacia la definición de un concepto más que a la aceptación de que representa un problema. La cosa va un poco más allá cuando los entrevistadores siguen con el tema y mencionan los sindicatos. En este momento Evan Wells y Neil Druckmann no dudan en afirmar que eso no va a solucionar ningún problema.
Sus argumentos son, entre otros, que hay trabajadores que quieren hacer horas extras por voluntad propia, trabajar los domingos porque cuidan a sus hijos los viernes o que no pueden cerrar los servidores cuando la manecilla marca 40 horas en una semana ya que esto les haría sentirse maniatados.
Confundiendo la velocidad con el tocino
Como hemos comentado al principio, es evidente que no hay una solución mágica que resuelva todos los problemas de la sociedad. Tampoco los del crunch o la explotación laboral. Todos hemos pasado por épocas en las que el trabajo es más intenso y otras en las que se relaja y podemos disfrutar más de lo que estamos haciendo.
Sin embargo, lo que está defendiendo Naughty Dog con estas declaraciones no es el hecho puntual de un día de mayor carga laboral. Es la enquistación de un pensamiento en el que el trabajador adora ser explotado. Llegan a afirmar que no pueden prohibir ir a trabajar un domingo porque hay gente a la que le viene mejor por «conciliación familiar». Desde luego, cada familia es un mundo y puede darse el caso en el que a alguien le venga bien un horario distinto.
Sin embargo usan una particularidad para generalizar el pensamiento y llevarlo a su terreno, justificando que solo con el «trabajo duro» y haciendo este tipo de prácticas se llega a donde están ellos. Y esto, viniendo de una compañía que aboga tanto por la diversidad, la inclusión y este tipo de políticas queda, cuanto menos,