Square Enix vuelve a la carga y nos ofrece en este análisis de NEO: The World Ends With You una de esas secuelas perfectas que rara vez vemos.
Hacer una secuela a un clásico de culto es un compromiso como ningún otro. Durante años se habla gloria acerca de esa obra que ha marcado las vidas de quienes han aprendido a amarlo. Con una segunda parte tienes todas las de perder. La mayoría de veces los nuevos autores no saben captar la magia original. Es una preocupación difícil de quitarse al leer los análisis de NEO: The World Ends With You.
Es el callejón sin salida en el que se ha metido Square Enix. Trece años han pasado desde el excelentísimo juego de Nintendo DS que, a día de hoy, no conecta tanto con nuevos jugadores. Ni siquiera con su versión moderna para Switch. Y no sin razón: era un videojuego que sabía para qué consola se estaba lanzando y trataba temas que preocupaban a los jóvenes de aquel entonces.
Como jugador me emocioné poco ante el anuncio de la secuela hace unos meses. Pensé que no tenía manera de cumplir expectativas y que la naturaleza auto conclusiva del original haría de esta una secuela de baja calidad. Me desentendí y olvidé de él. Pero conforme se acercaba la fecha de lanzamiento mi interés ha crecido y tengo que tragarme mis palabras.
Escribo encantado este análisis de NEO: The World Ends With You. No está a la par del original en mi corazón, tenedlo claro. Pero tiene la magia y la singularidad para que lo esté en el de otros.
Twister
El Juego de los Segadores sigue en marcha. Tres años después de los eventos de la primera entrega las cosas han cambiado mucho para Shibuya. Ahora la competición está más dirigida a ser entre los participantes, los segadores están compuestos por casi todas nuevas caras y la aventura de Neku y compañía ha pasado a leyendas.
Rindo poco sabe de estos cambios. Lo único que a él y a Fret les debe preocupar es ganar el Juego para que la vida les sea devuelta. Si forman una alianza lo suficientemente fuerte podrán imponerse al resto de equipos y aguantar el tiempo suficiente. No es tan fácil: deben encontrar la gente adecuada en quien puedan confiar, que su poder les dé ventaja y su visión de grupo alimente la fuerza de equipo.
Wicked Twisters es un nombre perfecto para una unión tan compleja. Cada uno de ellos tiene algo que aportar, pero sus personalidades chocan en exceso. Nagi, la gamer del grupo, detesta cada palabra que sale de la boca de Fret, quien intenta ganarse su amistad a pulso.
Rindo es un líder de equipo terrible, incapaz de tomar decisiones en momentos críticos sin consultarlo con sus amigos en línea para tomar sus palabras como su voz. Y cuanto menos hablemos de Minamimoto mejor: la comunicación con él es entrecortada y fallida.
Nada funciona en este grupo de cabezas de chorlito de primeras. Sus experiencias, en cambio, les moldean para mostrar sus auténticas caras y dar a conocer su potencial. El mensaje en el primer juego era acerca de la evolución personal, pero en este análisis de NEO: The World Ends With You la reflexión es diferente. El problema no está en cómo seremos, sino en mostrar de verdad nuestro potencial.
Breaking Free
En catorce años muchas cosas pueden cambiar. Lo que me preocupaba a mí como adolescente no es lo mismo que conectará con el público actual. NEO: The World Ends With You hace una reflexión sobre las nuevas generaciones reflexionando en qué ladoo de ellos quieren dar a conocer realmente a los demás. La mascarilla de Rindo no es un simple complemento de moda.
Si el mundo no quiere ver tu cara no lo muestras. Las apariencias lo son todo en esta era virtual en la que destacan nuestros perfiles de las redes sociales. Si no muestras tu mejor cara estás mostrándote vulnerable ante millones de personas en el mundo. Qué dices y cómo lo haces puede ponerte en un compromiso.
Los guionistas de NEO han querido rechazar esa visión del mundo y nos dan toda clase de herramientas para verlo. Las marcas de moda que mandan en Shibuya animan a que tomes estrategias que mejoren estadísticas concretas de los miembros de tu equipo. Algunas personas son más afines que otras a ciertos estilos, y con ello, los pines de ataque también se complementan a ellos.
En ese aspecto hay marcas que nos llaman más la atención en nuestro análisis de NEO: The World Ends With You. Algunas quieren expresar la propia identidad de los ciudadanos de Shibuya. La ciudad no ha crecido ni cambiado un ápice, pero los desarrolladores de Square Enix sí.
Gatto Nero conecta especialmente con la segadora Shoka y es casi seguro la primera de las marcas que encontrarás en la ciudad. Se inspiraen alguien cuyo conflicto también giraba alrededor de la identidad y mostrar una cara oculta que podía asustar. No se trata de un mero guiño a los fans de la primera entrega, sino un refinamiento de sus temas.
Beyond Oblivion
Una vez bien equipado con tus marcas de ropa favoritas y familiarizado con el equipo de protagonistas queda trabajo por delante. Has dominado la teoría: queda demostrar la práctica en el combate. Es igual uno de los aspectos que menos ha cambiado del juego original.
NEO: The World Ends With You transforma el mundo de Shibuya a uno centrado en la tercera dimensión. Atrás quedan los combates con dos pantallas y el desplazamiento lateral. Las batallas tienen lugar en las mismas calles, y los compañeros de equipo están todos juntos en un escenario físico. Manejarlos a todos es vital para salir airoso de las batallas.
Los primeros enfrentamientos se resumen en machacar algunos botones y ver qué tal sale la cosa. Carecen de ritmo y te centras en sacar el mayor número en los datos de daño del enemigo. Es una filosofía que dura algunas horas, pero a medida que tu grupo crece y entras en combates más complejos no puedes mantenerla.
Todas las peleas vienen con un ritmo marcado. El auténtico daño reside en acertar golpes de ritmo, sistema con el que miden la sincronización de nuestras habilidades. Pasa demasiado tiempo sin usar combos y perderás ese bonus. Algunas combinaciones de ataque funcionan especialmente bien, haciendo preferible que juntes combos de equipo en base a la relación de los miembros con sus compañeros.
We’re Losing You
Hemos visto en este análisis de NEO: The World Ends With You que los temas, personajes y combates funcionan en perfecta sincronía. Todo junto crea una historia con un mensaje que encaja a la perfección con la nueva generación de jugadores hacia la que se quiere dirigir. Lo que consigue es ganarse el título de neo, toda una renovación de todo lo que hizo excelente al original.
Pero no es, ni de lejos, perfecto. Funciona muy bien en todos estos aspectos, pero dentro de Square Enix es posible que no haya sido un proyecto prioritario durante mucho tiempo. El presupuesto del título se nota limitado para ciertos puntos y se deja ver en repetidas ocasiones.
El apartado gráfico es uno de los que menos funciona. El paso a la tercera dimensión es efectivo en su funcionalidad pero no en su visualización. Los modelados de los enemigos pueden ser terribles en ocasiones, con un estilo visual mucho más cercano a la era de PlayStation 2 que al de la actual generación. Sus animaciones en ocasiones también pueden evidenciar una falta de recursos.
Podemos pasar por alto el estilo visual de los enemigos, pero también afecta directamente al diseño de la mayoría de estos. La variedad de Ruidos existente es muy baja, y la gran mayoría apenas son recolores de otros con ligeros cambios en sus patrones. De hecho algunos jefes se repiten y cuentan como nuevas entradas en el bestiario, aumentando la notoriedad del problema.
New Game
Incluso con sus fallos poco hay para lamentarse en este análisis de NEO: The World Ends With You. La secuela de Square Enix se ha hecho esperar catorce años y cada uno de ellos ha merecido la pena para llegar a este momento. Su temática funciona a la perfección a día de hoy, su actualización es la que necesitábamos y el público está renovado.
Quizás ahora sea el momento para que la franquicia dé un paso adelante y se convierta en una de las estrellas más brillantes de la compañía. Y dado lo brillante que ha demostrado ser esta segunda parte, esperemos que tenga la recepción que el primero merecía.