Quién nos iba a decir que, más de diez años después, ibamos a poner fin a la aventura de un chaval con zapatones amarillos. Kingdom Hearts empezó como algo sencillo que, con el paso de los años, ha ido complicándose más y más, sacando títulos de hasta debajo de las piedras. Pero al fin llegó el ansiado día, el cierre de la saga del buscador de la oscuridad. Ha sido un viaje largo, sin duda, hoy muchos dan comienzo a este final. Nosotros, por nuestra parte lo cerramos publicando este análisis de Kingdom Hearts III.
Decir que la historia de Kingdom Hearts sólo la entiende Nomura es convocar a la vieja confiable. Que queréis que os digamos, cuando sacas varias entregas entre título numérico y título numérico, se huele el caos desdde lejos. Más aún si entras en el pantanoso terreno de los viajes temporales. Cerrar eso de forma satisfactoria es un logro.
En Kingdom Hearts III se consigue, en parte. Se nos repiten nuevamente las premisas de los anteriores, con un Sora que tiene que recuperar su poder, visitando mundos para ello. ¿Lo bueno? Que entre mundo y mundo vamos a tener retazos de la historia principal que van a interesar. Algunos más que otros, claro está. El título abe mantener el ritmo de incertidumbre y preguntas, usando sabiamente pausas entre escenas para que te quedes con ganas de saber más y más hasta llegar al punto cúlmen.
No lo vamos a negar: las cosas van a más conforme avanzamos, eso es de cajón. Pero aquí todo es más palpable, más directo, más rápido. Después de todo, van a contrarreloj, pues la sombra del enemigo emblema, Xehanort, se cierne sobre todos ellos. Todo se va hilando para dar forma a ese final que tantos han esperado. La trama compleja se ha ido entretejiendo y convence. Pero en muchas ocasiones se hacen uso de recursos un poco cogidos con pinzas, que dan la impresión de que se han puesto ahí para salir del paso.
Y es que hay elementos que no dejan de estar exentos de mejora. Por ejemplo, se suele recurrir enormemente a los recuerdos de pasos previos de la saga. Como si los mismos guionistas se dieran cuenta que el lío que han montado les cuesta entenderlo hasta a ellos, y que los tráilers y elementos que nos dejan a mano no son más que un añadido. Sinceramente, esos momentos los vimos como un «la saga Kingdom Hearts, versión para tontos». Así todo aquel incauto que no venga con los deberes hechos conocerá algo, por encima, claro está.
El dar tantos tumbos entre entregas tiene una parte positiva: jugabilidad variada donde elegir para ir puliendo sus fallos. Y tras tantas entregas es de lo más normal que nos encontremos ante la mejor jugabilidad de toda la saga. En serio, no os mentimos: es magia pura. La velocidad, la fluidez con la que cada elemento está hecho hacen que cada enfrentamiento sea tremendamente divertido.
Sora puede que perdiese poderes, pero el tono muscular para hacer todo tipo de virgerías lo tiene. Que si saltos por las paredes, los dive… es una auténtica maravilla ver simplemente como el personaje se mueve. Pero no se queda ahí la cosa, se suman elementos como la carga de los hechizos, que permiten «cargar» estos, pudiendo luego lanzar uno de la misma familia, pero más poderoso y sin coste de PM, o la transformación de las llaves espada.
Esto merece un punto aparte porque guau y doble guau. Es una maldita maravilla ver como, tras unos cuantos golpes tienes la oportunidad de cambiar tu llave espada por otra arma y cambiar el estilo de combate, realizando ataques devastadores que culminan en una explosión final que hace que quieras combatir una y otra vez. El poder, a su vez, cambiar entre llaves espada en mitad del combate hace que todo adquiera otro nivel. Aunque hemos sufrido en contadas ocasiones, pese al modo estable, alguna que otra ralentización.
Todo combina a la perfección. Pero por supuesto, no todo es combate a golpe de espada. Cuando digo que la jugabilidad está a otro nivel, está a otro nivel. Y visitar cada mundo os da prueba de ello. Ya no sólo por los minijuegos variados que tiene cada uno, que entretienen. Sino porque en cada uno de ellos hay elementos que los hacen diferentes frente a otros, dándoles un toque de originalidad y frescura a cada espacio. En algunos se nota más, en otros menos, pero la variedad está ahí, y sabe hacerse disfrutar.
Hay que mencionar por ello que sí, hay menos mundos que en anteriores entregas. Pero con lo nombrado en el párrafo anterior se entiende que, a pesar de ello, son incluso más interesantes que los que hemos visto antaño. Por no decir que son enormes, pero enormes de enormes. En especial hay un par de ellos que se llevan la palma, pero esos os toca descubrilos a vosotros.
Ahora bien, hay algo que tengo que mencionar encarecidamente a su vez. Y ese algo son los gráficos. Que sí, que los gráficos no lo son todo, ya lo sé. Sin embargo, el pulido que ha sufrido esta entrega gracias al Unreal Engine 4 se nota, y bastante. Aún tenemos escenas en las que Sora tiene el colgante pegado al cuello con pegamento, pero la expresividad de la cara, las texturas, las luces y las sombras saben marcar la diferencia.
Hay algo además que tengo que reconocer, y es que creía que los de Square-Enix habían hecho trampas. Trampas en el sentido de que en el juego se muestran escenas de ciertas películas, pero hechas con este motor gráfico. Pues bien, tuve que irme a las películas en sí para ver esas escenas y ver si no las habían pegado ahí y ya está. Como habréis deducido por mis palabras, no era así. Y cuando un juegote hace dudar así en ese aspecto, es que lo están haciendo bien.
Los mundos, a su vez, están llenos de vida y color, con enormes diferencias los unos de los otros. Es un gustazo pasearse entre uno y otro viendo la diferente paleta de colores y los estilos usados. Se nota el trabajo y el mimo que cuentan cada uno de ellos. Pero como nada es perfecto, hay elementos que no siguen la estela de los demás. Aunque son elementos menores, como algunas sombras de árboles, que se ven pixeladas, o los típicos alimentos en sacos que se ven en mercados.
Pasando ya a otros temas, concretamente, temas musicales, podemos decir que el título está repletito de ellos. Y lo cierto es que son una maravilla. No quiero sonar como una fan enloquecida, pero es que saben conectar inmediatamente con el jugador en cada momento. Amén especial a los enfrentamientos más importantes y las escenas con carga más emotiva. Sin dejar de nombrar, por supuesto, el magnífico trabajo de la cantante del tema principal, Utada Hikaru cuyo tema en sintonía con Skrillex cuaja de tan buena manera que hasta sorprende.
Pero si tenemos que hablar de temas que no sean propios, decir que los arreglos a los mundos de Disney están también muy logrados. Puede que en algunos, debido a los tonos «estrella» parezcan repetirse en demasía. Pero se funden perfectamente al tener el suficientemente número de batallas de por medio que les den el soplo de aire fresco necesario para que el tímpano descanse.
El doblaje, por su parte, se nos queda en el inglés al que estábamos acostumbrados desde el experimento de doblaje al español del II. Los actores son los mismos, por lo que el nivel es equitativo, no hay quejas sobre ello. De hecho, hasta los secundarios que te encuentras por los escenarios tienen una frase o dos que decir con sonido.
Soy de esas personas que, ante las noticias que se estaban dando sobre el título, me esperaba un fiasco. Sí, soy fan de la saga y es una con la que he ido creciendo. A pesar de lo cuál, conozco los fallos de esta, tanto a nivel argumental como en los diferentes estilos de juego.
Y al enfrentarme al análisis iba con muchas dudas, muchas al respecto de este producto. Pero lo cierto es que me han dado un guantazo bien fuerte en la cara, con la mano abierta. Es simplemente maravilloso. Es otro nivel, es la evolución que la saga merecía, una maravilla jugable que es imposible no disfrutar.
A nivel argumental, pese a todo, sigue haciendo uso de cosas demasiado cogidas con pinzas, mientras que otras no presentan la profundidad necesaria. Siempre me habían definido la historia de Kingdom Hearts como un fanfic que vende, pese a todo. Y lo cierto es que sí, tiene sus fallos gordos, fallos que no sé si puedo decir que arreglasen del todo. Es como una maraña que no termina de desenredarse.
Y, a pesar de todo, el juego transmite. Sabe llegar. He pasado por momentos de quedarme con la boca abierta, a llorar a moco tendido y a ponerme hecha un basilisco. Eso es un punto a favor suya, sin duda. Kingdom Hearts III sin duda ha sabido guiar nuestros corazones.
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