Warhammer: End Times – Vermintide es un juego que me crea serios problemas a la hora de escribir su análisis. Mirándolo de forma objetiva, creo que Fatshark ha conseguido desarrollar un juego muy entretenido, con un sistema de recompensas y una curva de aprendizaje bien equilibrada para poder dedicarle muchas horas y divertirse cada vez más. Pero desde un punto de vista subjetivo, no me gusta, no me entretiene y me da auténtica pereza empezar una nueva partida. Lo peor del caso es que Vermintide no tiene ninguna culpa y, seguramente, los que disfrutéis de los juegos online os va a parecer un juego casi perfecto para pasar el rato.
Normalmente siempre os hablo de los juegos que pasan por mis manos teniendo en cuenta mi propia experiencia y explicando lo mejor posible lo que he disfrutado o lo que me ha disgustado a la hora de jugarlos, pero en esta ocasión voy a hacer una pequeña excepción. Lo primero que tenéis que saber es que me transformo en una persona totalmente diferente cuando un juego se conecta a internet, me siento como si fuera manco de los dos brazos y me hubiera estado drogando durante horas. Pierdo reflejos, puntería y agilidad mental. Lo que significa que paso más rato viendo pantallas de carga que jugando y acabo desistiendo. Y soy de los que empieza los juegos al máximo nivel de dificultad, siempre. Así que dejaré a un lado mis diferencias con los juegos cooperativos y os animaré a probarlo, porque estoy seguro que merece la pena.
Vermintide pide dedicación y compromiso
El universo de Warhammer nos ha ofrecido hasta la fecha multitud de juegos, la gran mayoría de estrategia, pero se echaba en falta un shooter con el que adentrarnos un poco más en este mundo de fantasía. Vermintide no es exactamente un FPS porque, a pesar de que todos los héroes disponen de armamento de largo alcance, las mecánicas principales de combate son cuerpo a cuerpo. Y justamente la variedad de armas es una de las características que más me han gustado de este juego. Cada personaje podrá elegir entre un buen número de alternativas, como espadas, hachas, dagas, espadones, martillos de guerra, arcos, ballestas, escopetas o pistolas. Todo este arsenal cuenta con versiones comunes, raras y exóticas, contando cada arma con sus propias estadísticas de velocidad, daño, alcance y capacidad de derribo. Cada vez que consigues terminar una misión con éxito, el juego te permite tirar unos dados para conseguir un nuevo objeto.
Otro de los puntos clave de Vermintide es este sistema de recompensas que te premia mejor por jugar a un nivel de dificultad mayor, pero también por saber jugar en equipo y explorar cada escenario. La gracia es que algo que puede parecer de entrada que está de relleno, lo que hace realmente es transformar el juego en algo totalmente diferente. Las primeras partidas que juguemos nos servirán para conocer a nuestros enemigos y saber como enfrentarnos a ellos, conseguir algo de equipo básico y controlar las mecánicas del juego. A partir de ahí nos interesaremos por la historia, sencilla y concisa, y nos daremos cuenta que es un simple pretexto para matar ratas, perdón Skaven, sin parar. Nuestro objetivo es salvar Ubersreik de esta invasión y las misiones disponibles serán coherentes respecto a esta meta, pero poco más. Tampoco hemos venido aquí a resolver los enigmas del universo.
Si sólo nos quedásemos con esto, tendríamos un juego entretenido, pero Vermintide nos parecería corto con solamente trece misiones. Aquí es donde entra en juego el sistema de recompensas y niveles de dificultad que han implementado los chicos de Fatshark. En cada escenario hay tres tomos escondidos, aunque sólo se puede cargar uno por usuario, sacrificando su capacidad para curarse. Cada uno de estos libros nos asegurará un dado superior en la tirada final. Además, en las misiones principales, también están ocultos dos grimoires (libros mágicos) que al ser recogidos reducirán la salud total del grupo en un 25% y ocuparán el espacio para pociones de nuestro inventario. Como os podéis imaginar, acabar una misión con éxito con dos tomos y dos libros mágicos es un reto considerable, por lo que conseguir las mejores armas y poder enfrentarse a los niveles más altos de dificultad supone una inversión de horas muy superior a lo que el juego parece necesitar de entrada.
Y ya, si tuviera un modo PVP por equipos…
Aún así, creo que a Vermintide no le vendría mal tener algún modo de juego adicional para no quemar la fórmula demasiado rápido y supongo que alguna especie de PVP en equipos podría ser interesante. Porque los Skaven son un enemigo con varias formas, pero después de muchas horas puede que sean insuficientes. Durante las partidas veremos centenares de esclavos mal armados y soldados con más voluntad que peligro, aunque las hordas te pueden hacer pasar un mal rato. Los Stormvermin, ya sea en solitario o en patrulla son ratas con armadura bastante duras de pelar, los asesinos o el Packmaster siempre intentarán atacarnos por sorpresa y causar mucho daño, el Globadier no es muy peligroso, pero su nube de veneno nos desorientará y dejará a merced de las hordas. Como colofón y fin de fiesta, tenemos al Ratling Gunner, una rata enganchada a una ametralladora pesada que ya querría Terminator y la rata ogro, una especie de Frankenstein con muy mala baba y un tamaño importante.
Cada uno de estos tipos especiales de enemigos se «presenta» antes de hacer su aparición estelar con un sonido característico, de manera que el grupo se puede preparar mejor para afrontar la próxima batalla. Si a ese detalle le sumamos la continua charla entre los personajes, comentando la situación y avisando sobre los peligros o los puntos de interés como pociones y munición, el apartado sonoro consigue darle mucha vida y dinamismo a la acción. Además, para redondear una faceta ya muy buena de por si, Vermintide cuenta con música compuesta por Jesper Kyd (Hitman, Borderland, Assassin’s Creed), lo cual es una garantía de calidad y buena ambientación.
Para terminar, aunque quizás no sea lo más importante en juegos con este nivel de actividad en pantalla, los gráficos son lo suficientemente buenos y detallados para que el juego sea llamativo en pleno 2015, pero sin sacrificar la fluidez de los movimientos. Excepto algún error de conexión y un par de salidas al escritorio que me da la sensación que ya han solucionado con un pequeño parche, el juego no presenta ningún tipo de problema técnico. Siempre hay partidas disponibles en todos los niveles y el matchmaking es bastante rápido. Lo que si hay que tener en cuenta es que Vermintide no es un juego online para echar partidas rápidas. Los mapas son más bien largos y la duración media por pantalla puede ser de unos 30-40 minutos sin explorar y en fácil. Lo bueno es que son muy variados y no da la sensación de estar recorriendo siempre el mismo pasillo.