Probablemente si tuvieséis delante de vuestra jeta a Kratos (aunque sea al de God of War: Ascension, que es menos poderoso) esgrimiendo sus espadas y con esa «carita de ángel» que tiene, lo último que le diríais es que es tonto, o que os cae mal, pero claaaaaaaaaro, como es un personaje de videojuego y nunca lo veremos enmendando la plana por ejemplo, a la clase política de España, pues ya nos atrevemos a decirle cualquier cosa.
Todd Papy, en una interesante entrevista publicada en Game Informer (si, hoy estoy muy Game Informer), habla sobre el nuevo/viejo Kratos, de su personalidad corrompida por el paso de los juegos y del por qué hacer una precuela, y una de las declaraciones que más llaman la atención es esta, donde le da caña a su personaje principal:
Viendo como acababa GoW3, Kratos era, como poco, un gilipollas. Creo que algunos conectaron con él, pero era más bien un, vale, he estado contigo desde el comienzo de este viaje. No era un personaje simpático en comparación con el de GoW1, que aún siendo despiadado, tenía una cara con la que te podías identificar, y es lo que quería conseguir. Sentí que la mejor manera de hacerlo era con una precuela.
Como véis, las declaraciones son muy acertadas y están hechas con el corazón de un director que quiere que queramos a Kratos, que le entendamos, que nos sintamos cómplices de sus sentimientos. Va chicos, vamos a darle una oportunidad, que aunque va a masacrar hombres elefante y cíclopes, no va a pegar a ninguna mujer, y eso para Kratos, ya es mucho.
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