¿Puedes olerlo? Sí, yo también lo noto. Es ese inconfundible aroma a retro tan embriagador. ¿Qué de qué narices hablo? Mira, amigo lector, es que tienes delante el análisis de Yooka-Laylee para PlayStation 4. ¿Nada? Pues deberías saber que estamos ante el sucesor espiritual de Banjo-Kazooie y no, no ha venido un “cualquiera” a desarrollarlo. Resulta que semejante título sólo podía surgir de los antiguos miembros de Rare, ahora reorganizados en un nuevo equipo bajo el nombre de Playtonic Games.
Pero seguro que todo esto ya lo sabías. No te estamos contando nada nuevo y posiblemente hayas vivido la famosa época dorada de Nintendo. Rare era su principal fábrica de sueños y hoy es inevitable recordar sus mejores trabajos para Super Nintendo y Nintendo 64. Allá quedan en nuestra memoria los increíbles Donkey Kong Country, Banjo-Kazooie, Banjo-Tooie, GoldenEye 007, Perfect Dark o Conker’s Bad Fur Day.
Centrándonos en Yooka-Laylee, nos topamos ante un plataformas en tres dimensiones que bien podría ser la tercera entrega de la saga Banjo. Desde el primer segundo, Playtonic Games ha conseguido mantener cada ápice de su esencia casi 20 años después. Brillante pero también arriesgado porque los tiempos han cambiado. Aquí descubrimos su mayor problema. No aporta nada nuevo, literalmente, no ha innovado en nada.
En 1998 llegó a Nintendo 64 un plataformas que volvía a marcar un antes y un después en la industria. Tras el éxito de Super Mario 64, Rare lanzó Banjo-Kazooie manteniendo toda su alma y añadiendo un sinfín de interesantes coleccionables. Cada rincón de la fase se convertía en algo nuevo que explorar, sin olvidar a su carismáticos personajes. No había duda, estábamos ante un JUEGAQUER que dos años después repetiría éxito con su segunda parte, Banjo-Tooie.
Rare era la Second-Party más querida de Nintendo, pero… ¡chan chan! Microsoft sacó su billetera y compró el estudio. Los dueños de Xbox querían explotar el talentoso estudio con su flamante detector de movimientos, Kinect. Estaba cantado que eso no tenía ningún futuro y algunos de sus miembros salieron huyendo para seguir haciendo lo que más les gustaba. Así surgió Playtonic Games.
Ahora sí, libertad total creativa. Yooka-Laylee es ni más ni menos que Banjo 3. Maravilloso, ¿verdad? Bueno, pues no lo es tanto. Me confieso como uno de los mayores fans de la franquicia de Nintendo 64, pero estamos en 2017 y los tiempos han cambiado. Son muchos años desde entonces y no es suficiente con traer “más de lo mismo”. Dicho lo cual, creo que la mejor manera de enfocar nuestro análisis de Yooka-Laylee será enfrentándolo a sus antepasados. Cara a cara, oso frente a camaleón y pájaro frente a murciélago.
Parece una locura comparar gráficos de Nintendo 64 con PlayStation 4. Banjo-Kazooie explotó los límites de la máquina mientras que Yooka-Laylee se queda en la superficie de su músculo técnico. Faltan detalles, faltan animaciones, falta ritmo,… en definitiva, a Yooka-Laylee le falta gracia en pantalla. En ambos juegos tenemos mundos coloridos y abiertos para que el jugador disfrute de saltos y alturas. Lo tengo muy claro, si tengo que elegir, gráficamente me quedo con Banjo.
El siguiente apartado a analizar será el sonoro. Aquí resulta mucho más complicado quedarse con uno. Son idénticos. Ambos tienen su magia cuando escuchas los sonidos de un personaje al “hablar” o cualquiera de sus pegadizas melodías. Es probable que su banda sonora se agarre como una lapa a tu cerebro y te obligue a tararearla durante buena parte del día. Lo tenemos que dejar en un sonado empate.
Vamos con la diversión, lo más importante cuando hablamos de un juego. Yooka-Laylee es una propuesta entretenida que se apoya fuertemente en el factor nostalgia. Sus jefes finales y sus puzles están a la altura de un Banjo. Además, sus enfermizos coleccionables te harán pasar horas y horas saltando de un lugar a otro del escenario. Claro, en este aspecto, Banjo-Kazooie también destacaba. De nuevo tenemos otro empate.
Esa diversión siempre ha de venir acompañada de la mano por una buena jugabilidad. Este es bajo mi punto de vista el apartado donde Yooka-Laylee más flojea. El diseño de sus escenarios es sobresaliente pero en ocasiones te quedas atrapado en salientes o vértices dando lugar a glitches. El hecho va a peor cuando en determinados puntos puedes resbalar cayendo al vacío, porque cuando pisamos el suelo, parece que no lo hacemos con la suficiente firmeza. Coño, que estamos en un plataformas. Esto debe estar pulido. Banjo-Kazooie es más robusto en el aspecto jugable.
En cuanto a dificultad, Yooka-Laylee es desafiante, al igual que lo eran sus predecesores en Nintendo 64. Habrá coleccionables que rápidamente te harás con ellos y otros que te volverás loco para conseguirlos. La exploración en ambos juegos es vital. Otro empate entre Playtonic Games y el viejo Rare.
Terminamos hablando del diseño. Yooka-Laylee pone en pantalla a personajes como aquellos que encontrábamos en imágenes renderizadas de los manuales de instrucciones de Rare. La potencia de las máquinas actuales ha favorecido algo impensable hace veinte años. Todo tiene vida y color. Es esa magia que algunos jugadores adoran y otros se quedan pensando que están ante un juego infantil. Los mapas son un derroche de imaginación y colorido. Ya lo ves venir, es otro claro empate.
Casi veinte años después, aparece la tercera parte de Banjo-Kazooie. Eso es Yooka-Laylee, ahora en las manos del estudio Playtonic Games. Estos antiguos miembros de la época dorada de Rare con Nintendo, nos proponen un viaje al pasado. Las mismas mecánicas que vimos en Nintendo 64 se repiten de nuevo con un apartado gráfico que podía haber dado más de sí. Todo, absolutamente todo, es claramente una referencia a la franquicia Banjo. Aquí no han engañado. Es su sucesor espiritual.
Pero amigos, esto es 2017. Hemos avanzado como jugadores y necesitamos algo motivador para que una propuesta retro nos parezca atractiva. Yooka-Laylee falla. Es un plataformas en tres dimensiones que se te deshace en las manos. A veces tosco y en otras viejo. Eso sí, es nostálgico y tiene su punto. Es divertido y entretiene con un humor lleno de guiños a los videojuegos. Totalmente recomendable si disfrutaste con Banjo-Kazooie y Banjo-Tooie, aunque permítanme que diga, que servidor esperaba mucho más de un Banjo 3 en PlayStation 4.
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Las claves
Tercer juego de Banjo-Kazooie bajo otro nombre.
No innova. Repite mecánicas del pasado sin arriesgar.
Técnicamente por debajo de lo esperado, tanto gráficamente como en su jugabilidad.
Es puro Rare, pero no el de ahora, sino el que vivimos en Nintendo 64.
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Alternativas
Enchufa tu Nintendo 64 a una tele de tubo y saca las joyas de Banjo.
Tearaway Unfolded es un juego que realmente me gusta como plataformas 3D.
Ratchet & Clank, un clásico que no falla.
Pronto tendremos Crash Bandicoot: N. Sane Trilogy con nosotros.
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