Los remakes en los videojuegos me gustan. Me parece un acierto recoger un título con años a sus espaldas y construirlo desde cero. Sirven tanto para volver a disfrutar de él, como para que los más jóvenes lo descubran, si tienen alergia a los píxeles gordos y al 3D vetusto. Por eso no puedo apenas ni describir la ilusión que me hace realizar este análisis de Resident Evil 2.
El clásico de Capcom es mi favorito de toda la saga. La excepcional escena introductoria me dejó sin palabras. El diseño de la comisaría era extraordinario. Sus habitaciones misteriosas, su atmósfera agobiante, sus rompecabezas y sus momentos épicos. Era la definición más exacta de survival horror realizada hasta la fecha, y que poco más hemos vuelto a ver en la franquicia.
Es fácil adivinar cómo estaban mis expectativas ante este juego: por las nubes. Aunque no todo era alegría en mi interior. Es conocido el destino de Resident Evil con los años. Capcom decidió un buen día innovar, pensando en que la fórmula original no iba a gustar a una nueva generación de jugadores. La saga fue evolucionando, entrega tras entrega, hacia la acción y acabó convertida en una sombra de lo que fue.
Todos esos cambios pasaban por mi cabeza mientras los gigas de instalación se iban descargando en mi PlayStation 4. ¿Y si no se parece tanto al Resident Evil 2 que recuerdo? En esos momentos mis pensamientos iban de un lado al otro. Por un lado recordaba el fantástico trabajo realizado en el remake del primer Resident Evil. Qué podía ir mal si se parece a él, pensaba. Aunque, por otro lado, también me imaginaba al Leon de Resident Evil 6 recorriendo la comisaría, lo que me habría provocado urticaria.
Afortunadamente, este Resident Evil 2 se parece mucho más al juego original de lo que me imaginaba antes de comenzarlo. Estamos ante el remake perfecto. El motor RE Engine funciona fantástico. La actualización gráfica es impecable. Pero lo más importante es que la esencia sigue estando. Lo miras y lo reconoces. Lo juegas y te transportas automáticamente a 1998.
El remake da comienzo con una novedad. La primera vez que nos ponemos en la piel de los protagonistas no será en las calles de Raccoon City. En su lugar lo haremos en una gasolinera de las afueras, donde aprenderemos los controles básicos y tendremos el primer contacto con el virus G. Esta pequeña secuencia sustituye a la tienda en la que entrabamos en el original. Particularmente prefiero el original en este caso.
En esta gasolinera realizaremos los primeros disparos con la ya famosa cámara al hombro, cambio drástico si no has vuelto a jugar a un Resident Evil desde hace 20 años. El control tipo tanque pasó a mejor vida hace tiempo y no ha sido rescatado para la ocasión. Sin embargo, permanecer inmóvil mientras se ataca tiene premio en la mecánica de disparo. La retícula del punto de mira disminuirá al quedarse parado. De esta manera será más preciso apuntar con el arma a los puntos críticos de los enemigos. Si nos movemos al apuntar, la rejilla se ampliará, por lo que la precisión disminuirá drásticamente.
Una vez finalizada esta parte en la gasolinera, los dos personajes principales huirán en busca de refugio a Raccoon City. Se reproducirá entonces la segunda parte de la escena de introducción, en la que vemos la esperada secuencia que termina con los dos personajes separados por una enorme cortina de fuego. Uno de ellos acudirá a la entrada principal de la comisaría (el personaje elegido para la campaña). El otro hará lo propio, pero el camino será diferente. Lo veremos en la segunda vuelta de la campaña, tal y como ocurre en la obra original.
En la comisaría es donde notamos que el juego en realidad no ha cambiado tanto. De nuevo la exploración será la base principal. Incluso más que la acción. Aunque para evitar que nos durmamos en los laureles, Capcom ha introducido un cambio contundente: el agobiante Mr. X estará presente a las primeras de cambio. El Tyrant no dejará de perseguir a Leon o Claire desde la primera vuelta, lo que varía, y mucho, el planteamiento de la primera vuelta del juego en cuanto se escuchan sus pasos resonando y una música electrizante para subir la tensión.
De nuevo tendremos que recorrer cada estancia de la instalación para lograr salir de la misma. Los objetos encontrados en las diferentes salas encontrarán su uso más adelante. Nada es baladí. Puede pasar un largo periodo de tiempo hasta encontrar su uso, pero hay que recordar lo que tenemos en nuestro poder.
Todos estos objetos pueden ser almacenados en los baúles. El inventario disponible no es excesivamente amplio: si bien se va ampliando durante la aventura, será necesario elegir cuidadosamente los ítems que queramos llevar encima. En muchas ocasiones nos encontraremos, aunque seamos cuidadosos, sin el objeto adecuado. Nos tocará recorrer el camino trazado, pasando de nuevo por habitaciones o pasillos con enemigos que habíamos dejado atrás para no gastar munición.
Los enemigos con los que nos cruzamos demuestran el gran trabajo realizado por Capcom. Cuentan con aterradoras animaciones y a veces nos detendremos para ver las tripas de cada uno de ellos y cómo afectan las cuchilladas a sus cuerpos. También es cierto que nos encontraremos varias veces con los mismos zombis. Hay varios modelos y son utilizados en toda la comisaría.
Ocurre sobre todo cuando dejamos la comisaría. Parece que los desarrolladores han dado todo de sí en la mítica localización y luego dejaron de lado la variedad. Sin embargo, no nos vamos a engañar. Es algo que ocurría en 1998. No solo con los enemigos, sino que el encanto siempre ha residido en la comisaría, y tanto las cloacas como el laboratorio restaban parte de esa magia. No obstante, hay bastante más variedad de zombis que en 1998.
Acabar con los enemigos básicos no será complicado si contamos con espacio. La rutina volverá a ser correr y disparar desde la distancia adecuada, premiando sobre todo la puntería. En las estancias más pequeñas sufriremos más. Los zombis no serán tan sencillos de sortear como en el original y nos engancharán en más de una ocasión.
Tampoco echamos de menos las cámaras fijas. En aquella época esquivaban el límite técnico de la consola con maestría. Hacía imposible saber qué íbamos a encontrar tras cada puerta. Con la cámara siguiendo al personaje este elementos sorpresa podríamos pensar que se pierde, pero nada más lejos de la realidad: los enemigos se sitúan inteligentemente en cada recoveco para que el jugador vuelva a sobresaltarse al encontrárselo.
No estaremos solos en la aventura. A medida que vayamos avanzando conoceremos a nuevos personajes. Ada Wong y la pequeña Sherry volverán a ser parte de la historia. Ahora con más protagonismo si cabe. Ambas tendrán matices que las diferenciarán de su primera aparición, e incluso tendrán zonas nuevas, como El Orfanato. Son nuevos añadidos que ofrecerán algo de profundidad a los personajes. Son de agradecer en el desarrollo de la historia, aunque tampoco van a permanecer en la memoria colectiva como grandes fases.
El matrimonio Birkin, lógicamente, también es protagonista de la historia. Esta vez la historia se contará a través de cintas VHS repartidas por los escenarios y con acertados flashbacks en los momentos cruciales. Es de agradecer la mayor dosis de profundidad otorgada a Annette, en relación con su familia.
La banda sonora y los efectos de sonido son parte fundamental de Resident Evil 2. Lo fue hace 20 años y lo es ahora. Capcom además ha tenido un fabuloso detalle al incluir la música y los efectos originales. Es un toque de nostalgia más, aunque es cierto que no encajan excesivamente con el apartado gráfico, a pesar de ser superior. No obstante, será elección del jugador usar la nueva banda sonora o la antigua. Por cierto, es totalmente recomendable utilizar un buen sistema de sonido o unos auriculares para disfrutar de una experiencia sonora brutal.
Resident Evil 2 ha vuelto de la mejor forma posible. El remake es superior a cualquier otro que se haya realizado antes. Se reconoce su forma original y se desarrolla con los cambios suficientes para eliminar la sensación de ser el mismo juego. Los veteranos lo devorarán en un fin de semana y los jugadores que no se hayan acercado al juego hasta ahora descubrirán la verdadera cara del survival horror.
Pocos aspectos negativos he encontrado en el juego. Es cierto que algunos enemigos, como las arañas, han desaparecido. Igual de cierto es que esos mismos enemigos se sentían en su momento fuera de lugar. Supone un acierto su eliminación. Las trampas en el juego son suficientes para no echar de menos a nada ni a nadie.
Quizá lo más negativo sea la decisión de incluir guardado sin cintas de tinta para la máquina de escribir en el modo estándar. En el nivel de dificultad hardcore sí que se ha incluido el método tradicional, pero para nivelar al completo debería haberse podido escoger esta forma de guardado en el nivel normal al menos. Hubiera sido redondo.
En definitiva, Resident Evil 2 es uno de los juegos de mi vida y ahora tengo dos formas de disfrutar de él. Puedo encender mi PlayStation, mi Dreamcast o mi PlayStation 3 (donde lo volví a comprar digitalmente) y jugar al original. O disfrutar de este portentoso remake que voy a recordar durante toda mi existencia.
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