¿Queréis unas clases sobre mitología griega más divertidas que prácticas? Entonces pasaos por nuestro análisis de Immortals: Fenyx Rising.
La sombra de Legend of Zelda: Breath of the Wild es muy alargada. El título de Nintendo ha dejado un gran poso que se presta a ser replicado. Por ejemplo Genshin Impact recibió muchas críticas por su parecido estético con la aventura de Link, si bien después hemos comprobado que jugablemente no tiene mucho que ver. En cambio como veréis en nuestro análisis de Immortals: Fenyx Rising, la obra que hoy nos ocupa posee muchas más similitudes aún contando con una marcada personalidad propia.
Lo de Ubisoft con los mundos abiertos ya se ha convertido en una especie de tradición. Cada año tenemos al menos un título o dos de la compañía que poseen ese formato y nos brindan kilómetros de territorio por el cual perdernos. Pero eso no significa que siempre den en el clavo. Es muy posible que a la larga se nos terminen por hacer un poco aburridos, repetitivos, o que nos agobie observar tantos iconos de localizaciones importantes. Por suerte este no es el caso.
Todo por una apuesta
Pero comencemos por el principio. El argumento nos pone en la piel de Fenyx, un protagonista al que podremos modificar sin muchos alardes con un pequeño editor. Él o la joven según nuestro criterio, naufraga en la Isla Aúrea que ha sido devastada por el demonio Tifón. Allí se encuentra con Hermes, uno de los pocos dioses que ha sobrevivido al cataclismo. Este peculiar ser nos cuenta que según una profecía, somos los únicos que podemos salvar la situación y que todo vuelva a ser como antes.
Para ello primero tendremos que devolver la esencia robada a Afrodita, Hefesto, Ares y Atenea, mientras por el camino nos volvemos más poderosos. Así al final y con la ayuda de estos dioses mitológicos, nos deberemos enfrentar al poderoso Titán para devolver el lugar a su antiguo esplendor. Como veis, una historia más o menos típica sobre el viaje del héroe, con la particularidad de que es Prometeo quien se la está contando a Zeus para dilucidar una apuesta. Sí, de ese palo va el juego.
Y es que uno de los puntos importantes de esta aventura es su sentido del humor, que se mueve entre lo irónico y la tontuna más gorda. Menos mal que por norma general es bastante divertido sin tomarse muy en serio a sí mismo. Y para mí esta es una de sus grandes virtudes, ya que da la impresión de que los desarrolladores han tenido carta blanca para hacer y deshacer sin tener que ceñirse a unos patrones predefinidos.
Está claro que el título bebe sin disimulo de Breath of the Wild y la saga Assassin’s Creed pero a pesar de las similitudes con ambas franquicias, el conjunto goza de suficiente personalidad y características propias. El guion, los personajes, o la manera tan libre de acercarse a la mitología griega, hacen que el título sea bastante ligero y no se note pesado en ningún momento.
La isla de las tentaciones
Lo mismo puede decirse de su considerable mundo abierto, el cual pese a estar congestionado de iconos como suele ser habitual en las obras de Ubisoft, no da esa sensación de agobio. Y es que en esta ocasión y pese a encontrarnos también con cientos de lugares de interés para visitar, en ningún momento nos sentimos sobrepasados por la situación.
El mapeado es grande, pero más comedido que en las últimas entregas de Assassin’s Creed lo que hace todo más cercano. Esto consigue que entre utilizar los puntos de viaje rápido, cabalgar o volar, nos plantemos en cualquier lugar en menos que al Madrid le pitan un penalti a favor. De este modo, siempre nos apetece desviarnos de la misión principal para completar cualquiera de las actividades que pueblan la isla.
Tenemos actividades bastante variadas además. Desde pruebas de habilidad, rompecabezas, o desafíos de memoria, a combates y carreras contrarreloj por ejemplo. Eso sin contar con las cámaras del Tártaro, que vendrían a ser como los santuarios de la aventura de Link. Estas mazmorras tienen tres niveles de dificultad distintos, pero en general todas son muy interesantes y divertidas de completar. Incluso para mi gusto la mayoría supera en complejidad y duración a las vistas en Breath of the Wild.
Fenyx, el héroe que necesita el mundo
El combate por otra parte podría considerarse el punto más flojo del juego, pero siendo aún así bastante divertido. Por un lado no es tan táctico como en los Assassin’s Creed, pero a su vez es ágil y rápido sin llegar a convertirse en un simple machacabotones. Tendremos un golpe flojo pero veloz con la espada, o uno con mayor fuerza y lentitud con el hacha pero que puede romper coberturas. También tenemos la posibilidad de esquivar o tratar de hacer un parry, y sobre todo utilizar golpes especiales si poseemos la energía necesaria.
Menos mal que nuestro personaje irá haciéndose mucho más poderoso conforme avanza la aventura. Cada vez que derrotemos enemigos, resolvamos puzles, exploremos cámaras del Tártaro, o completemos desafíos, conseguiremos diversos materiales. Con ellos ampliaremos nuestras barras de vida o energía, desbloquearemos habilidades y poderes divinos, fabricaremos pociones, o mejoraremos nuestro equipamiento.
Este equipo por cierto se compone siempre de espada, hacha, arco, martillo, yelmo y armadura. A lo largo de nuestro periplo encontraremos diferentes versiones de estos, cada una con sus propias características y estilo estético. Lo bueno es que tendremos la posibilidad de combinar vestimenta y parámetros sin ninguna restricción, por lo que si os gusta como luce algo pero no sus propiedades, podremos cambiarlos. Esto funciona así en todos los elementos disponibles.
Por último pero no menos importante, los cuatro dioses a los que debemos restablecer su esencia nos brindarán bendiciones según vayamos completando sus misiones principales. Un poco como cuando Link liberaba las Bestias Divinas, sólo que aquí nos otorgarán hasta tres cada uno, por lo que podremos tener hasta doce. Efectuar tiros cargados con el arco, hacer daño al esquivar, e incluso recuperar toda la vida tras morir, son algunas de estas ventajas.
La bella Grecia
Ahora vamos a centrarnos en su precioso apartado artístico, ya que Immortals: Fenyx Rising luce de maravilla. Es muy cierto que tiene similitudes con Zelda Breath of the Wild en muchos aspectos, pero aún lo es más que goza de su propia personalidad e incluso me atrevería a decir que es mucho más bonito que el título de Nintendo.
Dondequiera que vayamos habrá algo que llame nuestra atención, bien sea un templo en ruinas, gigantescas estatuas, preciosas colinas o antiguos santuarios. En este aspecto el mundo no se siente para nada vacío como sí pasaba en ocasiones en Hyrule. Está claro que la mitología griega da para mucho, y más con la libertad creativa que parecen haber tenido los desarrolladores.
Lástima que no hayan hecho ese mismo esfuerzo con el uso del Dualsense, el cual no está muy aprovechado. Únicamente nos daremos algo de cuenta al disparar con el arco, o cuando utilicemos la visión especial de Fenyx que nos permite encontrar lugares de interés. Cierto es que estamos ante un juego intergeneracional por lo que quizá sea comprensible, pero espero que de ahora en adelante futuros títulos aprovechen mejor esta nueva tecnología.
Arpas y liras
Por último nos centramos en su apartado sonoro, el cual raya a buen nivel. Musicalmente hablando el juego alterna composiciones emotivas y épicas, con otras cargadas de tensión, siempre en función de los lugares en que nos encontremos o nuestras acciones. Su compositor es el británico Gareth Coker, quien ya ha demostrado su buen hacer en el genial Ori and the Blind Forest y su secuela entre otros.
También y como es habitual en los trabajos de Ubisoft, el título se encuentra localizado a nuestro idioma tanto en textos como doblaje. Además con voces de actores profesionales a los que hemos escuchado en más de una ocasión en muchas películas o series.
Por ejemplo el protagonista en su versión masculina Javier Lorca, ha participado en series como Orphan Black o Misfits, aparte de en docenas de otros videojuegos. Del mismo modo su contrapartida femenina ha hecho lo propio en ficciones haciendo de Supergirl, o poniéndole voz a Jessica Alba en Sin City. Vamos, que tenemos calidad de sobra en este apartado.
Conclusiones
Voy a afirmar sin mucho temor que nos encontramos ante uno de los tapados del año. Sí, ya sabemos que Ubisoft suele brindarnos triples A de manera habitual, pero normalmente están algo encorsetados por sus propias directrices. El caso que hoy nos ocupa vuela mucho más libre y cerca del Sol como Ícaro, pero por suerte no se quema. El no tomarse tan en serio a sí mismo consigue que nos divirtamos bastante y no se nos haga pesado en ningún momento.
Las similitudes tanto en aspecto cómo en mecánicas con Breath of the Wild son más que evidentes, pero el título consigue aunarlas con sus propias ideas para desmarcarse de ellas y gozar de su propia personalidad. Acción, puzles, pruebas de habilidad… Tenemos mucha variedad de situaciones que pueden alargar la vida útil unas cuantas horas pero sin hacerlo tedioso.
Y aunque el combate no es su punto fuerte, es bastante ágil como para que sea divertido sin convertirlo en un machacabotones. Por cierto, otra de las prácticas habituales de la compañía gala está presente, los micropagos. Menos mal que no son obligatorios y únicamente nos reportan recompensas estéticas, pero no podían faltar.
Allons-y!