Ser un cowboy petado de armas y hacer frente a la oscuridad en el oeste no podría ser más divertido. Análisis de Evil West.
A Flying Wild Hog le como la boca. Sí, es una afirmación un tanto violenta pero qué puedo decir tras haber analizado Shadow Warrior 3 y descubrir una de los mejores shooters de lo que va de generación. Por culpa de éste mis expectativas se dispararon al ver la premisa de Evil West, un sugerente título de acción en tercera persona que nos ponía a los mandos de un cazarrecompensas en el pleno apogeo del oeste americano. ¿Lo novedoso? Que somos cazadores de vampiros y otros seres de ultratumba a los que daremos matarile con arsenales que ya le gustaría a Van Hellsing. Todo pinta bien sobre el papel, pero aventurémonos más con este análisis de Evil West para comprobar si la premisa se queda en eso o realmente se ha traducido en un excelente videojuego de acción.
La mamarrachería ya no es nuestra forma de vida
Conociendo a sus creadores, me esperaba lo que me encontré: mala leche, lenguaje soez, brutalidad con cafeína y un desparpajo chulesco muy «ricolino». Eso sí, dentro de unos límites moderados para no desentonar con su curtida ambientación «yanki». Por ello, Jesse, nuestro protagonista, es un tío mas duro que el acero y que sabe rematar bien las frases para quedar como el «gigachad» del barrio, pero también es alguien con los pies en el suelo a diferencia de Lo Wang.
A los mandos de Jesse nos sentimos fuertes, seguros de nosotros mismos pero no invulnerables como sucedía en Shadow Warrior 3. Lo Wang transmitía una atmósfera de sinvergüencería que abrazábamos dentro de un cóctel de mecánicas que dejaban en calzones el poder de Doom Slayer. En Evil West tenemos infinidad de recursos para regocijarnos con buenas muertes sangrientas, pero no podemos confiarnos: dos golpes mal dado de cualquier enemigo nos puede fastidiar la partida. Por ende, mecánicas como esquivar, recuperar salud o saber usar la herramienta adecuada para cada situación se convierten en rutinas imprescindibles para seguir avanzando en su mundo de oscuridad.
De hecho se nos exige un mínimo de habilidad para poder disfrutar de los combates como si de un hack and slash se tratase. Nada de pasarse el juego usando solo la pistola que nos gusta o el mismo combo con nuestro servo-puño. Como digo, lo imperante es saber usar cada cosa en el momento que toque, y si pegar una patada rompe ataques cargados, un empujón aprovecha las trampas del escenario y disparar con el wínchester fastidia a los enemigos voladores, debemos adecuarnos a ello. En ese sentido, si quieres ser más o menos creativo en tus matanzas, el juego está algo limitado, aunque atenerse a sus ritmos es poderosamente divertido.
¿Vampiros en un spaghetti western? ¡Dónde hay que firmar!
Donde sí me ha sorprendido Evil West ha sido en su trama. No creáis que su forma de contarla tiene algo fuera de lo común: casi toda la carga narrativa la llevan diálogos y cinemáticas presentadas de la forma más común posible, pero lo que se nos cuenta en ellos está los suficientemente bien resuelto para que nos resulte interesante y nos enganche a su historia. Hablamos de una llena de misterios, enigmas, conspiraciones vampíricas y un rollete muy inspirado en la mitología oscura de Guillermo del Toro, Robert Rodríguez y, por supuesto, en Bram Stoker.
A poco que te mole el cine o la literatura de vampiros, la trama de Evil West te va hacer mucho tilín, pues ha sabido fijarse bien en quien tenía que fijarse para erigirla. Aún así, vuelvo a incidir que tampoco es que sea nada del otro mundo ni algo que vaya a cambiarte la vida por expectarla, pero funciona lo justo y necesario para que te sientas inmerso en su peculiar atmósfera.
En lo personal, me gusta como mezcla lo descrito con la brutalidad del cine western, haciendo que ambos mundos converjan de tal manera que nos preguntamos porque no existe un género propio para una experiencia así. Más si tenemos en cuenta la debilidad del sol que profesan los vampiros en un mundo donde justamente este astro tiene mucha importancia.
La «Steel Ball Run» de Jesse Rentier
Hablando de los escenarios que recorreremos en esta curiosa epopeya, Evil West se preocupa bastante (diría que demasiado) para que sepas en todo momento cuáles son tus opciones y a dónde te puedes dirigir. Lo hace mediante un recurso que ya está algo desfasado: resaltando partes del escenario. Es algo que se sigue haciendo mucho dentro del diseño de videojuegos, pero de formas cada vez más disimuladas. Aquí, en cambio, estos objetos brillan más que Edward Cullen a pleno sol, distrayéndonos incluso dentro del fragor de las batallas y alentándonos a seguir el camino marcado por los devs dejándonos recovecos y secretos sin investigar.
Pero esto no es una constante, hay escenarios donde lo notamos más acusado, pero hay otros donde directamente se prescinde de ellos casi en su totalidad, dejándonos, tras un breve tutorial o pista, a nuestro aire. Es en esos momentos es donde la exploración de verdad se siente recompensada y aprendemos a disfrutar del buen hacer que tienen los escenarios con sus zonas de plataformeo, activación de mecanismos y puzles muy sencillos.
El ritmo diría que es otro de sus altibajos. Así como hay escenarios mejor resueltos que otros, también ocurre con la forma en la que nos brindan batallas. Hay momentos donde se suceden muchas, demasiadas, pero en otros donde el equilibrio exploración – combates está bien medido, quedándose niveles muy disfrutables que dan muchas ganas de rejugar. Aún así, reitero que los combates son tan divertidos y reconfortantes que, una vez nos hacen clic, es muy difícil sentirse empachado con ellos.
Análisis de Evil West – Yo también quiero ser cazador de vampiros en el oeste
En lo técnico, Evil West ha sabido portarse bien en nuestra versión analizada para PC. Con una RTX 3070 y un procesador i5 de octava generación hemos podido correrlo en ultra hasta 2K sin que los frames bajasen de los 60 cuadros por segundo. Podemos decir que en términos de optimización, el juego está bien curtido, aunque es algo que nos esperábamos viendo lo bien que salió también en su momento Shadow Warrior 3.
Por lo demás, gráficamente y artísticamente no es un juego que impresione, pero sí que sabe guardar presencia. Me mola como mezcla la cultura western con las influencias góticas más propias del mundo vampírico, sin llegar a ser algo que destaque por hortera como pasaba en juegos similares del pasado (DarkWatch no te estoy viendo, eh). Tampoco obviar que hace un buen trabajo de texturizado, el uso de colores calientes le va que ni pintado y no se corta a la hora de transmitirnos los podridos que están nuestros enemigos y su sangre coagulada.
En definitiva, puedo deciros que tras realizar este análisis de Evil West estamos ante un excelente third person shooter, con muchos momentos de acción genial resueltos, escenarios que saben recompensar a los más curiosos y una historia suficiente para mantenernos pegados a la silla. Hay ciertas irregularidades y diferencias de calidad de un nivel a otro que saltan a la vista, pero fuera de eso, podéis estar tranquilos: cazar vampiros en el oeste no podría ser más divertido.