El último juego de Bioware ya está con nosotros y mi piedra de afilar está lista. Pon a punto tus jetpacks y vuela con nuestro análisis de Anthem para PC.
Antes de nada voy a empezar a hacer una declaración: me encanta Bioware. A pesar de que no soy precisamente un fan de su saga espacial, estoy profundamente enamorado de la trilogía Dragon Age, hasta el punto de tener tatuado en la muñeca el círculo de magos de Origins. Por eso, tenía muchas ganas de que llegase su último título, al menos para seguir demostrando mi amor hacia la desarrolladora. Pero hasta aquí hemos llegado. Justo hasta el momento en el que Anthem llegó a mi PC. Y si queréis saber más, culpables, venid con nosotros a este, vuestro análisis de Anthem para PC.
Anthem nos habla del Himno. Un poder magistral que puede cambiar el futuro de la humanidad… A peor si cae en las manos equivocadas. Tras una de las Catástrofes, donde encarnamos a nuestro protagonista, descubriremos que el Himno tiene encima las miradas de muchas facciones y ninguna de ellas desea usarlo para un bien común. Nuestro deber como Librancero será evitarlo por todos los medios posibles.
Y ya está. ¿Os acordáis de las metas épicas o de las historias que hemos disfrutando durante años? Not anymore. Anthem intenta hacer un Dark Souls escondiendo la historia bajo toneladas de lore que tenemos que encontrar durante los múltiples viajes a Fuerte Tharsis y que tendremos que leer para intentar entender una pequeña parte de lo que ocurre en el juego y, sinceramente, no es interesante. El mundo que presenta la última aventura de Bioware es precioso a la vista, pero poco más. Ni siquiera los personajes que lo habitan (excepto Matthias que es bae) consiguen darle vida a su mundo.
Un precioso y vacío mundo
El modo de juego prometía ser novedoso y, sobre el papel, lo es. Una especie de Destiny que mezcla las típicas clases de los juegos de rol para poder hacer las distintas misiones sonaba demasiado bien en mi cabeza. Por desgracia, el juego se hace repetitivo muy rápido ya que todas las misiones consisten en hacer lo mismo una y una y otra vez. Y es una verdadera lástima porque el juego se maneja de lujo y el punch inicial es muy fuerte, pero muy breve.
El librancero se maneja de forma genial, siempre que lo hagas con un mando. Poder volar por el mundo es una gran sensación que constantemente se ve interrumpida por la acción. Las diferentes habilidades de los Libranceros entran en juego cambiando bastante nuestras aptitudes en batalla. Con el Tormenta manejaremos algo muy parecido a un mago, causando daño elemental a nuestros enemigos, mientras que el Asalto tiene un daño en área lanzando misiles. Obviamente tendremos una clase más dirigida a ejercer de tanque y otra a molestar los enemigos, permitiendo tener un equipo más parecido al de un juego de rol más tradicional.
Jugabilidad a prueba de mandos
Volar es lo mejor del juego y nos permite hacerlo durante periodos largos. Hay que tener en cuenta que si planeamos (subir alto y caer en picado) reducirá la barra de calentamiento. Lo mismo ocurre si está lloviendo o pasamos por debajo de una cascada, esto hará que nuestra alabarda no se caliente tanto y podemos volar durante más tiempo. Si se nos llena la barra, la alabarda se sobrecalentará y no podemos volar durante un breve tiempo. Se acabó la diversión.
Sin embargo, la acción acaba siendo más de lo mismo. Disparar, usar nuestras habilidades y la definitiva y poco más. Y otra vez a volar hacia otro punto donde esté el siguiente lugar de la misión. Algo que me ha ocurrido es que, aunque suene raro, no quería seguir jugando a Anthem. La constante repetición de las misiones conseguía quitarme las ganas de explorar y la ya famosa misión que nos obliga a realizar otro tipo de tareas para poder avanzar en la historia (que parece haberse solucionado en el último parche), a pesar de ser una buena idea para explorar el mundo, no deja de ser algo que debería ser totalmente opcional, nunca algo obligatorio.
La leyenda del juego que nunca quiso ser
Visualmente, Anthem es un juego que quita el aliento. El mundo es tremendamente colorido, los enemigos son variados y los gigantescos jefes finales están llenos de detalles. Es una pasada poder volar por el mundo y ver como todo se desplega alrededor. Está claro que Bioware ha puesto toda la carne en el asador y le sienta de maravilla esa especie de mezcla entre los universos Dragon Age y Mass Effect. Sin embargo, el tener que explorar el Fuerte Tharsis en primera persona nos quita bastante diversión al sentirnos más atrapados en un lugar más pequeño.
Eso sí, los cambios climáticos y los preciosos entornos son un deleite para la vista y por lo que recordaremos al juego durante mucho tiempo. Este mundo también tiene sus contras ya que los tiempos de larga son exageradamente largos y, durante este tiempo, estaremos pensando en todos los demás juegos que podemos disfrutar mientras. Musicalmente, Anthem sigue con el mismo nivel al que la compañía nos tiene acostumbrados. Cierto es que no recordaremos ninguna de sus melodías al final de nuestra sesión de juego pero mientras juguemos nos sentiremos épicos.
Aunque no es oro todo lo que reluce. Nos toca hablar, como no, de las malditas microtransacciones. A pesar que éstas se limitan, de momento, a objetos cosméticos, no podemos seguir acostumbrándonos a esta práctica y limitarnos a decir que “al menos son cosméticos”. Esta práctica es una mancha que parece que no podremos quitarnos jamás y que ha plagado el nuevo lanzamiento de Bioware. No sé a ciencia cierta de quién es la culpa, pero sabiendo que ha pasado con Star Wars Battlefront II, EA puede ser a la que hay que señalar.
CONCLUSIONES DEL ANÁLISIS DE ANTHEM
Anthem es decepcionante. Y me duele mucho decir esto porque confiaba en Bioware y esperaba que me trajera una aventura digna con la que esperar a Dragon Age 4. Por desgracia, el último juego de Bioware es la definición perfecta de vagueza. Es un producto muy poco cuidado y con la falta de cariño que había en otros juegos de la compañía. Esta no es la Bioware que hizo Caballeros de la Antigua República ni la que nos regaló Dragon Age: Origins.
Recuerdo cuando puse por primera vez Dragon Age: Inquisition en mi PlayStation 4 y, desde el momento en el que le di a Nueva Partida y vi la explosión de la basílica, supe que quería saber todo lo que el juego me podía ofrecer. Sin embargo, con Anthem no pasa lo mismo. Desde el primer momento no sentí una conexión con mi personaje o con el mundo que se abría a mi disposición. Esta ya no es mi Bioware y este juego ha conseguido convertirse, con todos los honores, en la mayor decepción de este 2019.