La humanidad intenta resistir al apocalipsis bíblico en esta aventura oscura de Atlus. Análisis de Shin Megami Tensei V.
Cuando Hideyuki Yokoyama tuvo la idea de crear un RPG que tratase temas como el eclipse de la humanidad o la dictadura infernal, era consciente de que estaba dando vida algo único, pero también a un concepto difícil de vender. Esto es lo que más definiría a la longeva saga de Atlus, Shin Megami Tensei, una que comenzó en 1992 y que se extiende hasta la actualidad, llegando a nuestro análisis de Shin Megami Tensei V. Aquí descubriremos cómo ha evolucionado la resistencia humana contra las huestes de un inframundo deseoso de vernos sufrir.
El culto a RPG radicales y desafiantes
Aunque Atlus sea conocida por su emblemática saga Persona, no podemos olvidar a sus raíces. Shin Megami Tensei es la saga matriz de la que parte Persona y otros subsagas, que a fin de cuentas no son más que spin-offs de esta. Así pues, la estrategia de la compañía ha sido la de diversificar la marca para llegar a más estratos de público. Por ejemplo, en el caso de Persona, tenemos la serie más «chill» y pensada para ser la puerta de entrada para el público menos devoto al género JRPG.
Sin embargo, algo que caracteriza a la saga madre es que ha sabido mantenerse rigurosa e inquebrantable con el paso del tiempo. En 1992, con juegos cimentados ya en la sociedad nipona como Dragon Quest o Final Fantasy, Shin Megami Tensei fue una bofetada a los jugadores, que se empotraron contra un título inclemente, arisco y muy sucio (con esto quiero decir que era inferior en lo gráfico a sus competidores, sin olvidar que se apoyaba en la estructura de los RPG occidentales de la década anterior).
Pues bien, incluso llegando a siglo XXI, con Nocturne (Shin Megami Tensei III) los jugadores se volvieron a pegar contra un muro más duro que el acero. Tal fue así, que en su relanzamiento como remaster, Atlus tuvo que incluir modos extra que aligerasen el desafío. ¿Y qué pasa con la quinta entrega? Solo os diré que si sois masoquistas, vais a estar en vuestra salsa.
Coleccionando entidades de diversas mitologías y culturas
A Atlus le encanta eso de contar historias atípicas que dejen a las personas como entes opuestos a la ética, encantados con deconstruir el significado de la palabra heroísmo. Así como en Persona se indaga en la psique del individuo como parte de una sociedad corrupta y retorcida, en SMT los personajes son algo secundario, una pieza más que puede formar parte — o no — de una serie de engranajes que dictan el destino del universo.
Atlus se vale de la teología y la demonología como pintura con la que dibujar sus historias, donde las emociones del ser humano se pisan por figuras que son difíciles de comprender y que juegan con nosotros como si fuésemos muñecos de trapo. Por ende, la narrativa de SMT V es críptica por momentos, los personajes se desarrollan y evolucionan acorde al mensaje y no a sí mismos, al contrario que en Persona 5; y el juego habla usando como voz sus mecánicas, escenarios y combates, más que los propios diálogos y cinemáticas, los cuales sirven para dotar de un contexto mínimo al jugador.
Estamos ante una aventura que busca ser narrativamente incómoda gracias a la confusión de nuestros designios encomendados, la inclemencia de sus combates y unos escenarios arrasados que forman caminos inverosímiles, dificultando llegar a los botines, como si fuesen caramelos guardados en una estantería donde un niño no puede llegar.
Toca aprenderse los tipos de Poké… de demonios
Sin embargo, todo lo descrito en el apartado anterior es positivo. Como dije, Atlus no se doblega con su saga principal y es lo que los jugadores queríamos y esperábamos. Shin Megami Tensei V es un juego duro, no te va pasar ni un fallo y te va obligar abrazar la frustración hasta que os hagáis colegas. Estas sensaciones te las transmite ya jugando en dificultad Normal, donde la IA es permisiva, a veces, pero que igualmente actuará con lógica en función del sistema de vulnerabilidades y refuerzos del videojuego.
Un sistema que ya es un viejo conocido en la saga, donde tenemos una línea de turnos que equivale a una acción por personaje, la cual puede disminuir o aumentar en función de si nos la pegamos contra las fortalezas del contrario o, por el contrario, explotamos sus puntos débiles. Atlus lleva perfeccionando esta fórmula más de 20 años, una que aquí se percibe impecable, dando lugar a combates muy ágiles, adictivos y espectaculares.
De hecho, se han tomado el esfuerzo de crear animaciones y efectos muy llamativos para cada habilidad. No obstante, no se olvida del jugador veterano, uno que busca más la efectividad que el espectáculo, permitiéndonos saltar las animaciones para que todo se reduzca al intercambio de ataques directos clásico de la franquicia.
Atlus siendo justa, por fin, en un Shin Megami Tensei
Si habéis jugado a Nocturne, recordaréis con dolor el hechizo Hama. Se trata de una habilidad que hace daño de elemento luz, la única debilidad de nuestro Demi-Fiend, y que nos tiró por tierra infinidad de partidas de un solo golpe mal dado. Pues bien, en SMT V no pasaremos de nuevo por ese calvario. Atlus ha visto bien el darnos la posibilidad, no solo de aprender ataques de los demonios, sino también de adquirir sus resistencias para evolucionar a nuestro protagonista hacia posibilidades infinitas de roles.
Y es que el sistema que plantea de crecimiento me ha parecido original a la par que efectista. Mediante Gloria, una energía especial que podremos recolectar de unos orbes esparcidos por el escenario, ciertos objetos que sueltan los enemigos o encontrando una serie de coleccionables escondidos, podremos ir adquiriendo características para el Nahobino (nuestro protagonista). Dichas características nos permitirán conseguir espacio para llevar más demonios con nosotros, aumentar el número de técnicas que podremos aprender o potenciar el nivel elemental de nuestros ataques y hechizos.
Por lo demás, sigue la estructura de niveles típica del género. Adquirimos experiencia derrotando enemigos, completando misiones o consumiendo diversos objetos, gracias a ella subimos de nivel y podremos distribuir puntos entre los diferentes atributos del Nahobino.
Los demonios estrangulan a nuestra pobre Nintendo Switch
Tras un dilatado desarrollo de 6 años (no en vano, el juego se anunció en 2017) Shin Megami Tensei V llegó a Nintendo Switch. El resultado nos deja una montaña rusa de proezas y decepciones técnicas. En la vertiente artística, la mano de Masayuki Doi y la batuta de Ryota Kozuka hacen milagros. La imaginación del primero esbozando demonios, ángeles y dioses es increíble, dejándonos la mejor versión vista de muchos de ellos. Kozuka nos deja la que es quizás la mejor score que ha tenido jamás un SMT. Temas cargados de desasosiego, pureza rockera y locura embelesan nuestras travesías por esta Tokyo torturada.
En cambio, en lo gráfico, es un juego que, en términos generales, lo tildaría de bien, sin más. Las texturas de los personajes y los modelos se muestran de forma correcta, sin embargo, los escenarios muchas veces nos dejan estampas de mal gusto. A ello, le sumamos el acusado popping que va generando el paisaje cuando caminamos, rompiendo bastante con la inmersión.
Valoro que Atlus haya decidido abrir los mapas de la saga y transportarnos aquí a escenarios enormes, sin tiempos de carga y planeados con muchos caminos y atajos; aupada de una geografía cuidada al milímetro. Lo malo es que, por esto, el framerate va como una moto atragantada. Tenemos rascones constantes, tirones y hasta navegar por los menús se vuelve molesto. El problema afecta también al control, exhibiendo un pequeño input lag, que si bien uno se acostumbra a él con facilidad, puede que nos juegue alguna mala pasada pulsando la opción que no queríamos en momentos de tensión.
Dureza, con esto os tenéis que quedar en este análisis de Shin Megami Tensei V
Diría que tanto la narrativa como el componente audiovisual están para darse la mano con la parte mecánica. Todo, en su conjunto, forman un plato que destaca por un atributo en concreto: la dureza. Shin Megami Tensei V no buscar alegrarte la semana, quiere que sufras. Que sufras por sus personajes — tratados como si fuesen hormigas a las que aplastas sin darte cuenta en tu jardín —, por su mundo y por la experiencia que te va tocar a los mandos. Y así como lo consigue, se convierte en un viaje mágico que muchos anhelábamos volver a sentir.
Durante las 55 horas que me ha llevado completar prácticamente el juego al 100%, he sentido la partida con una duración justa. No te quedas con ganas de haber acabado antes ni tampoco esperas más, te quedas complacido de forma total. Y si no fuese así, podemos configurar una Nueva Partida + que nos permita escoger qué trasladar de nuestra partida previa.
Además, el juego te insta a que completes toda misiones secundaria que encuentras; y que vayas luchando con los demonios que te salen al paso mientras buscas dejar limpios los mapas. Si no lo haces, no llegarás lo suficientemente preparado para batirte contra los jefazos. Estos mendas van abusar de tu Nahobino y de tus demonios con una sonrisa deslumbrante. Y ojo, culpable, que no existen autoguardados, así que será mejor que cojáis como rutina eso de guardar dos veces, por si acaso.
Finalizo este análisis de Shin Megami Tensei V diciendo que Atlus ha dado a los fans lo que esperábamos. Doy gracias a Shigeo Komori por haber tenido clara la posición que le toca a esta entrega como eslabón de la cadena megaten. Si buscas un JRPG por turnos, basado en la construcción de equipos con criaturas, que sea radical y que busque sacar de ti el máximo, no busques más. Shin Megami Tensei V es la obra perfecta par ti.