Esta semana, en la Zona Casual Móvil presentamos Pocket Mine, para iOS y android. Porque hacía tiempo que no analizábamos un endless y ya tocaba.
La primera vez que juegas, así como todas las demás, comienzas en la superficie con un pico nuevo y un número en la parte superior de la pantalla que indica las veces que puedes usar dicha herramienta antes de que ésta se rompa. Bajo tus pies te espera una infinidad (literalmente hablando) de bloques cuadrados del tamaño de tu personaje, más o menos. La única acción posible es romperlos descendiendo tanto como puedas y la partida acaba cuando ya no puedes seguir cavando o cuando te alcanza el techo de la pantalla, que sin motivo aparente te perseguirá cada vez más deprisa.
Sus simpáticos y simples gráficos bidimensionales y su control más que intuitivo lo hacen apto para todo aquel que quiera jugarlo; para picar un bloque basta con tocarlo con el dedo, aunque siempre puedes utilizar la nariz y darle un plus de dificultad.
Encontraremos bloques de distintos materiales, pero los más comunes serán siempre la tierra (en ocasiones sustituida por barro o arena) y la piedra, que requerirán uno y dos golpes de pico respectivamente. Además podremos extraer carbón, oro, hierro y diamante, materiales que se intercambian automáticamente por billetes verdes al volver a la pantalla de inicio, y a menudo aparecerán también diferentes tipos de explosivos que te ayudarán a abrirte camino sin causarte daño alguno, a pesar de que estás en un túnel estrecho y con poco oxígeno.
Como en muchos otros juegos encontraremos dos tipos de moneda; los billetes antes mencionados, útiles para mejorar el pico de forma que cada vez parezca menos un pico, y el dinero ‘premium‘, en forma de gemas rojas, obtenibles mediante micropagos o circunstancias extrañas, que sirven para convertir el juego en un pay to win (paga y te damos el juego ya pasado), lo cual siendo una app sin modo multijugador no tiene mucho sentido.
Para que no te aburras, cosa bastante probable tras veinte partidas sin novedades, los desarrolladores han incluido una gran cantidad de trofeos, un museo donde colocarlos, unas cartas coleccionables que repercuten en el juego de forma casi irrelevante, cofres del tesoro con más cartas dentro y misiones aleatorias que te retan al comenzar a cavar para darte como recompensa llaves y así poder abrir los cofres.
En definitiva, el término endless (juegos en los que por más que avances no llegas a ningún sitio) y la minería son dos cosas que no terminan de encajar; si un jugador quiere cavar, quiere hacerlo sin prisas, no que lo conviertan una carrera. Y, por supuesto, fastidia un poco que te pases media hora cavando para que luego todo tu trabajo se desvanezca en la siguiente partida. Pero bueno, es gratis, adictivo para mucha gente, y tiene una bonita música que recuerda a los clásicos de arcade, ¡qué menos que darle una oportunidad!