Tras Hungry Shark, HS2, HSNight y HS3 llega el definitivo: Hungry Shark Evolution, para Android e iOs.
Lo principal sigue siendo lo mismo que en las anteriores versiones: manejamos en 2D a un tiburón con el acelerómetro y nuestro objetivo es… comer, comer todo lo que veas y puedas (aunque mejor si es más pequeño que tú y no tiene pinchos o pinta de ser venenoso…).
Antes solo podías utilizar un tipo de selacimorfo que crecía según zampaba y cuyo tamaño volvía al original al comenzar una nueva partida; lo nuevo de esta entrega es que empiezas con un tiburón pequeño que va subiendo de nivel y aumentando su tamaño permanentemente, y si consigues que llegue a su máxima etapa, desbloqueas un nuevo condrictio, aunque ésto no te da acceso a nuevos escenarios.
Además de conseguir una alta puntuación, nuestro objetivo también será encontrar objetos de todo tipo dispersos por el fondo marino, entre ellos caracolas que desbloquean diferentes logros para cada tiburón y que te darán una buena cantidad de monedas cuando los hayas superado.
Tendremos una barra de salud que se verá menguada por el ataque de enemigos, el fuego, las explosiones, la contaminación y con el mero paso del tiempo, cosa que agobia un poco, pero podremos recuperar vida simplemente alimentando a nuestro protagonista. Es decir, el juego funciona así: o comes o mueres, de ahí su nombre.
A pesar de las limitaciones de movimiento que tiene desplazarse en un plano, los gráficos de los tiburones, la decoración y el resto de seres son tridimensionales, algo simples pero bastante chulos, más carismáticos y ‘‘limpios’’ que en los antiguos Hungry Shark, en los que se curraron excesivamente las texturas a pesar de que el tiburón parecía sacado de Artlist Collection.
La tienda funciona con monedas que se consiguen principalmente ingiriendo seres vivos de color dorado y ofrece, además de ropa y complementos (sí, complementos para tiburones, nunca dijimos que fuera un juego serio…), mejoras permanentes que te facilitan el juego, potenciadores de usar y tirar, y pequeños tiburones satélite. El dinero también sirve para conseguir nuevas especies jugables de escualos y/o mejorar las características de los que ya tienes, como su velocidad de desplazamiento y mordida o su aceleración depredatoria.
Aviso de antemano, Hungry Shark Evolution es gratis, sí, pero si quieres ver al Gran Blanco, la ‘‘Gran’’ estrella del juego (chiste malo), la única manera es pagar mediante microtransacción para obtener una cantidad desorbitada de monedas, o viciarte y dedicarle más tiempo de ocio del que se merece, ya que es una aplicación ideal para una o dos partidas diarias en las que estés aburrido/esperando, pero si juegas más de la cuenta lo normal es que se haga monótono. Ésto último es en parte debido a la nula variedad de sistema de juego y escenario, que es siempre el mismo, y la falta de jefes finales, como los que ya nos habían enseñado anteriormente.
En conclusión, jugar a Hungry Shark Evolution es una experiencia, puede que no muy trascendental, pero siempre agradable. Para los que lo descarguen y les guste, les recomiendo bajarse las ediciones anteriores, que molan también.
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