Los primeros minutos de un videojuego suelen ser muy importantes. Te proponen tanto las premisas de jugabilidad como de historia y personajes además de todo el contexto, el tono, el ambiente y el mundo en el que, si consigue convencerte, pasarás las siguientes horas. Como siempre hay excepciones. Pero este Zenith no es una excepción: podría haber hecho este análisis casi de la misma manera tras jugar sus primeros 15 minutos que ahora.
Estamos ante un videojuego español (buena esa), indie, realizado por un estudio catalán llamado Infinigon y que forma parte de BadLand Indie. Es un RPG de acción con toques de humor y una historia un tanto típica.
Y espero que os haya gustado este párrafo tan formal, porque aquí se acabaron las formalidades.
Quizá he exagerado con eso de los primeros 15 minutos: mentira, tras leer la sinopsis del juego en su página de Steam ya me había hecho una idea de cómo sería el juego. Y qué diablos, me lo han vendido en 6 líneas completamente. Todo el humor, la ironía, la humildad y las limitaciones del juego se ven en esas 6 líneas. “Salva el mundo. Vale, un poco cliché, ¡pero es resultón!”. Esta frase es magnífica.
Para corroborar mis pensamientos, tras esta primera tentativa decidí ir a la propia página del estudio y de nuevo me encontré con una declaración de intenciones: “… gamers convencidos y amantes de los rpg que añoran los old style […] volver a disfrutar de los rpg de antaño, con una nueva perspectiva: el humor.” Sorprendente la discreción del mensaje y un motivo de ser tan loable, humilde y casi me atrevería a decir pasional. Pero lo que más me sorprende de todo esto es que Zenith es su opera prima.
Y me sorprende porque Zenith es un juego tremendamente coherente el 80% del tiempo. Su enfoque está clarísimo desde esos primeros 15 minutos: humor, humor, humor, sarcasmo, sarcasmo y referencias. Y vaya por dios si lo hace bien. Eres un tal Argus que se ve apresado por una pandilla de elfos. Ya empiezan a meter contexto: eres mago, los elfos son enemigos, hay segregación, el juego tiene un tinte cómico en sus diálogos, tu personaje es el sarcasmo en persona… hasta que unas cuantas arañas gigantes cantarinas tenores ataca por la espalda a los elfos. Una de las tantas roturas del mínimo atisbo de seriedad que pudiera haber. Prometo que no me estoy inventando lo de las arañas.
Esto es con mucha diferencia lo mejor y la esencia del juego, lo que lo hace destacar en algún sentido y la prueba de que estamos ante una obra autoconsciente y que no se toma en serio, sin mayores pretensiones que ser el primer paso de un estudio ilusionado. El mérito del humor de Zenith es que, pese a estar repleto (y cuando digo repleto es repleto) de referencias que podrían no tener relación, hechos absurdos, revisiones de fórmulas arcaicas como la del grupo estereotípico de héroes, y muchísimo humor e ironía y sarcasmo en sus diálogos todo pasa bajo el mismo filtro: todo es coherente porque está bajo el filtro de Zenith y concuerda a las mil maravillas en esa especie de revisión sarcástica del típico cuento clásico.
Tienes una discusión con un profesor de magia sin nariz sobre cómo le echaron del Infinigon (grupo de magos al que pertenecías) mientras te metes con él por ser poco ortodoxo y después discutes tú, una rata gigante que has creado sin querer y te considera su dios y una tipa peliazul. Y todo es perfectamente coherente porque todo forma parte del mundo de Zenith; no es una referencia metida con calzador ni un huevo de pascua metido como una pintura al fondo de un escenario. Todos forman parte de esta historia, a su manera. Desde «Lunk» como psicópata que se ha vuelto loco tras oír “¡Hey, escucha!” demasiadas veces hasta «John Frost» que te cuenta cómo su turno principal en la taberna es siempre por la noche o «San Goku» buscando los Cubos de Dragón y «Gerardo de Riviera» angustiado por no saber qué tenía que hacer. Y eso por no nombrar cada comentario relacionado con la muerte y ensartar el pecho que hace una tal «Iris».
Y quitando eso Zenith no deja de tener su toque personal: siempre habrá una broma para cada momento, un diálogo bien metido o un momento de chulería sarcástica de Argus… Lo reconozco: he llegado a llorar de la risa jugando a este juego. Y desde luego que eso no puede ser malo.
¿Y entonces? ¿Ya está? ¿Habemus GOTY?
Ojalá, pero no va a ser así.
Efectivamente, este es el campo donde más destaca Zenith, y dependiendo de tu humor y si te cae en gracia es quizá hasta sobresaliente… pero un juego no es solo un buen juego por su logrado tono principal: Zenith tiene una jugabilidad desastrosa, perfectamente equiparable a los juegos de primera horneada de Playstation 2. O hasta peor.
Hay momentos en los que Zenith parece un early access en un no muy avanzado momento del desarrollo. Han querido tirar por un RPG de acción simplista: hay 9 armas de 3 elementos distintos entre las que apenas hay diferencias además una magia de área y una a distancia. El equipo mejora tus atributos de una manera que de verdad no he llegado a comprender en toda la partida y tienes unas “habilidades” que desbloqueas al subir de nivel que, salvo tres que se corresponden con golpes finales de combos, si me dices que no hacen nada me lo creo. Eso por no nombrar el pésimo control y la falta de equilibrio y desafío durante todo el juego: machaca un botón y cúrate de vez en cuando. O los bugs, las pantallas de carga tan «generosas»….
Y ya que estamos…
He hablado de lo bueno que es Zenith con su esencia… pero no hay que olvidar que basa su esencia en una frase magnífica y que no deja de ser cierta: “Salva el mundo. Vale, un poco cliché, ¡pero es resultón!”. Es una pena, pero sí: es demasiado cliché. La historia es previsible desde el segundo arco y hasta los últimos segundos de las 12 horas que dura, además no es precisamente una novedad (aunque al menos está bastante bien construida y no tiene fallos argumentales). La relación de los personajes principales está muy mal llevada: no hay relación entre ellos en lo jugable (que sí en la historia: los diálogos son oro) y tu compañera no es más que una mera herramienta en el combate y además bastante inútil. Pero quizá lo peor de todo es que, por momentos, por un 20% de su tiempo, Zenith se llega a tomar en serio a sí mismo y pierde su coherencia: momentos dramáticos y de melancolía que, aunque está regado por chascarrillos, ya han perdido el tono y esa esencia que lo hacía ser tan especial. Todo se ve como una oportunidad perdida. Al igual que Argus: un mago de prestigio en el pasado ya retirado por remordimientos y miedo que se ve envuelto en un problema y tiene que volver para salvar el mundo. La misma canción de siempre… ¿seguro?
Pensé eso en un principio y estaba seguro de ello. Pero tras mucho pensarlo y más detenidamente he llegado a una inconclusa conclusión: ¿será eso precisamente lo que busca? Una historia completamente absurda de pies a cabeza que busca ser tradicional y típica, cayendo en los tropos y tópicos de siempre para esquivarlos de un salto con la broma, el tono y la ocurrencia a tiempo. Bobobo ya hizo esto hace años y funcionaba perfectamente. Zenith también habla de muchos temas y bastante serios basándose en este principio del humor que tiende a la locura absurda. Es una reflexión sobre el imperio, la democracia, la segregación, la libertad y el deseo de aventura, sobre el fin común de la humanidad frente a un mal mayor, sobre la vocación que se ve representada en Argus volviendo al tajo tras caer en lo más bajo de su profesión “un pocionero borracho” y siempre con su toque característico. Y resulta que el tío, pese a parecer tan cliché, tiene un carisma desbordante, donde reina su sentido de la justicia, su humor gamberro y su intento por quedar bien en ocasiones: engaña hasta el jugador en algunas ocasiones donde el juego no muestra realmente qué hace Argus. Tiene ese “algo”.
O quizá simplemente es que Zenith ha conseguido quedarse conmigo y estoy buscando alguna razón para justificarlo.
No os voy a engañar: si queréis un juego de RPG de acción no os puedo recomendar Zenith. Es un descalabro mayúsculo a nivel jugable que me hace preguntarme la gran pregunta para la que no me da respuesta: ¿por qué es Zenith un videojuego? Tiene una historia cliché e irregular además de predecible que le hace perder de vista su tono y su esencia principal así como unos personajes curiosos con bastante “personalidad”. Es una reflexión tratada a medias sobre temas profundos e interesantes que dan para más de un debate muy encendido y en general un juego que ha pecado de querer mirar más alto desde la humildad haciéndole perder multitud de oportunidades.
Pero he llorado de risa con este juego, y desde luego que eso no puede ser malo. Si te engancha con su humor bestia y referencial (si es que pillas las innumerables y magníficas referencias) y pasas un poco por alto la historia que acaba siendo más que buena y aceptable, mediocre… la has fastidiado: vas a reír y mucho. Jugué esos 15 minutos al principio, mientras el muy buen tema principal del juego suena de fondo, con una melodía casi que de taberna, acogedora, que te invita a contar historias de aventuras con tus amigos en un mundo medieval de fantasía épica tras escuchar leyendas y mitos de todos los lugares hasta forjarte el tuyo propio junto a una chimenea y unas cervezas si es que bebes… Los últimos 15 minutos de Zenith contrastan y completan los primeros. No has contado el mejor cuento, ni en la mejor taberna, ni de la mejor forma, ni diciendo lo que quizá querías decir y puede que hasta toda la aventura sea mentira para pasar un rato… pero me has hecho pasar un buen rato. No sé si era tu objetivo, pero para mí has cumplido: la he fastidiado.
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