Hay muchas maneras de pasar Halloween: pasando canguele con la realidad virtual, desafiando a nuestros creativos en los niveles especiales de Super Mario Maker o con unos de los muchos juegos de terror que abundan en el mercado. Yomawari: Night Alone es uno de ellos, pero no es uno cualquiera.
Pongámonos en ambiente. Sacamos al perro a pasear, pero pasa algo, y volvemos a casa con la correa, pero sin perro. Alarmada ante esta situación, nuestra hermana decide salir a buscarlo y nos quedamos solos. Pasan las horas y nuestra hermana no vuelve. Hay que salir a buscarla. Por toda al ciudad. De noche. Sin chaleco reflectante.
Vale, esto último es broma, y aunque la premisa sea sencilla, Yomawari: Night Alone se toma una tremenda libertad para asustarnos una vez que empezamos la aventura. Nuestro periplo se divide en una serie de misiones en las que seguimos una pista.
Cierto es que desde el principio disponemos de un mundo abierto, pero una serie de limitaciones algo gratuitas (no disponer de una llave, o situaciones similares) nos marcan el camino a seguir. Lejos de parecer una aventura lineal, el título hace que sea muy fácil perdernos a lo largo del mapa, lo que se agradece.
Jugablemente, Yomawari: Night Alone sigue la tan de moda premisa de «corre por tu vida». La niña está indefensa, salvo por pequeños objetos con los que repeler a los espíritus enemigos que nos harán frente. La mayor parte del tiempo lo dividiremos en correr o escondernos.
Al hacer esto último, la protagonista cierra los ojos y perdemos de vista el mapa. Solo podemos entender nuestra situación mediante manchas de color. Un sistema curioso a la par que arriesgado.
Los enemigos son una suerte de formas monstruosas con hambre de protagonista. Ante ellos, las escasas estrategias son huir, esconderse (como ya hemos dicho) o distraerlos. Por lo general, veremos venir a estos monstruos, pero si no andamos atentos, nos darán más de un susto.
Si el espectro nos alcanza, morimos inmediatamente, es por ello que hay que ir con pies de plomo. Para aumentar la dificultad, el desplazamiento de la protagonista se verá afectado por su presencia, de modo que ésta se ralentizará y cansará antes. La sensación de persecución está muy lograda, y es muy estresante.
A lo largo del mapa podremos guardar la partida en diversos altares. De este modo, si morimos, volveremos al último altar visitado con todos los objetos recogidos. Estos altares servirán además como desplazamiento inmediato entre zonas, algo muy último cuando nos vemos obligados a cruzar varias zonas del mapa.
Y eso será algo que ocurra a menudo, ya que nos las veremos y nos las desearemos para acceder a ciertas zonas bloqueadas.
Gráficamente, Yomawari: Night Alone es simple pero efectivo, con escenarios diversos y un dibujo muy cuidado, una protagonista tratada con mimo y unos enemigos con animaciones demenciales. El apartado sonoro nos acompaña toda la aventura, sin dejarnos en silencio y abusando de nuestro sistema nervioso con las apariciones de los espíritus.
Yomawari: Night Alone es una aventura de terror simple pero efectiva. No va a defraudar a aquellos que busquen un reto pero sí a aquellos que quieran una aventura larga, ya que apenas llega a las cuatro horas a una velocidad normal. Recomendado jugarlo a oscuras y con cascos. Y con el botón de la luz cerca.
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