La obra de Tetsuya Nomura sabe muchísimo a SEGA. Tal es así que ahora vemos un paralelismo claro entre Yakuza y Final Fantasy VII Remake.
Creo que ya es conocido por todos que Final Fantasy VII Remake ha sufrido cambios y se ha expandido con mogollón de contenido. Esto nos permite entender las 30-40 horas que dura ahora la parte de Midgard frente a las 5 horas del original, no obstante, no todos estos cambios atañen a la historia, explorar zonas nuevas matando enemigos, buscar cofres o activar mecanismos. Estoy pensando, de hecho, en los minijuegos. Y es que existe un paralelismo entre Yakuza y Final Fantasy VII Remake en la estructura de su diseño y en la diversidad de sus minijuegos que me deja loco.
Cinemática, la herramienta para desarrollar la potente historia de ambos juegos
Tanto Yakuza como Final Fantasy VII Remake desarrollan el contenido grueso de sus tramas mediante las cinemáticas o FMV. Es típico patearse las calles de Kamurocho a nuestro antojo, y cuando decidimos ir al punto marcado en el mapa, nos asalte una cinemática de más de 10 minutos de duración donde pasa de todo. En Final Fantasy VII Remake más de lo mismo. Al igual que en Yakuza, tenemos un minimapa donde aparece un marcador que nos lleva al siguiente punto de la aventura principal, donde también activaremos cinemáticas que duran lo suyo.
Básicamente, las cinemáticas son un recurso que funciona de forma divina, si se sabe emplear bien, para contar una historia. Un herramienta muy clásica, que hasta a veces es vilipendiada por lo fácil que le resulta separar el músculo narrativo del propio videojuego. No obstante, creo que estos dos títulos hacen un uso genuino de las mismas, con un trabajo de dirección que nada envidia al cine, ni tampoco considero que su abuso entorpezca las otras áreas del videojuego.
Además, comparten hasta la estructura de su desarrollo. En los dos juegos seguimos un camino en el mapa, libraremos bastantes combates y después seremos recompensados con el correspondiente desglose de la trama con las cinemáticas. Así tenemos la estructura cinemática — exploración — combate — cinemática que tanto disfruta el amante del RPG.
Minijuegos, la mejor forma de distraerse del camino del héroe
Que me parta un rayo si creí que los minijuegos de Final Fantasy VII fuesen a conseguir tal nivel de carisma en el Remake. Fuera bromas, si los minijuegos de este videojuego son tan molones es porque se han fijado, y con bastante descaro diría, en los de la saga Yakuza. Sin ir más lejos, la interacción con la diana de dardos que tenemos en el Séptimo Cielo se traspasa de Yakuza casi tal cual. Hasta el barrido de la cámara al iniciar una partida es prácticamente idéntico.
También vemos muchas similitudes en el juego de baile. Aunque la mecánica dispuesta en Final Fantasy VII se basa en la del Karaoke de Yakuza, el hecho de poner una FMV de fondo con los personajes dándolo todo nos deja un sabor a la saga de Toshihiro Nagoshi maravilloso. Hasta los niveles de ridiculez que alcanzan algunas misiones secundarias también beben de Yakuza. Cuando el desarrollador japonés rompe la barrera de la vergüenza nos deja momentos brillantes. La misión del pollo gestor de Yakuza 0 o el masaje de Cloud son buenos ejemplos de ello.
Luego está el tema de la recompensa. Puede que el mismo efecto de realizar los minijuegos sea reconfortante, pero aún más si detrás de ellos nos aguarda un premio jugoso. Un apunte, los juegos occidentales suelen tomarlos como una curiosidad, desembocando por ejemplo a que en GTA V no nos den nada porque Michael haga bien sus ejercicios de yoga. Sin embargo, el factor recompensa está bien medido tanto en los juegos de Yakuza como en Final Fantasy VII. Inclusive en aquellos minijuegos o QTE que atañen a la aventura principal.
Enfermedad y obsesión por los pequeños detalles
Si algo me maravilló en Final Fantasy VII cuando tuve que hacer su análisis, fue el especial cuidado que depositaron hasta en el detalle más ínfimo que pudiésemos encontrar. Esto es algo que siempre he valorado muy positivamente en los videojuegos. Prácticamente se trata de una muestra más del cariño que ha depositado el desarrollador a la hora de dar vida al título. Tanto en la saga Yakuza como en este ejemplar de Final Fantasy vemos que no se ha dejado nada al azar. Cada botella, cada cartel publicitario, cada conversación que escuchamos por las calles… Todo roza un mimo quirúrgico que cuesta creer.
También creo y con firmeza que Nomura se fijó mucho en la obra de Nagoshi para plasmar la Midgard que tenía en su cabeza. Es imposible no entrar en el Mercado Muro y que a uno no se le venga inmediatamente a la cabeza la Kamurocho nocturna. Ese predominio del neón, las calles atestadas de gente, delincuentes haciendo de las suyas en los callejones oscuros y los negocios haciéndose el año captando clientes en las entradas de los mismos. Incluso Honney Bee ahora parece la versión cosplay del Sunshine de Goro Majima. Básicamente, podríamos decir que la ensoñación del Honey Bee se aleja de esa imagen de prostíbulo del original de 1997 para transformarse en uno de esos cabarets tan sofisticados que tanto estuvieron de moda en la Japón del siglo XX.
Incluso las misiones secundarias tienen ese rezume a Yakuza. En su formato, podemos decir que son prácticamente idénticas. Esto lo vemos con la activación de las mismas hablando con el correspondiente NPC, la realización del recado sin muchas guías y hablando de nuevo con el NPC tras abordarlas con éxito. Incluso el registro se lleva de forma similar. Eso sí, en Final Fantasy VII son menos numerosas y no tienen un trabajo de fondo como tienen las de Yakuza, guardando algunas tramas secundarias tras de sí de lo más interesantes.
Puede que Yakuza 7 se retroalimente de esto mismo
A Yakuza 7 le queda todavía un tiempo para ser disfrutado aquí, pero con la información que tenemos podemos sacar cosas en claro. Una es que es por turnos y eso viene directamente influenciado de Dragon Quest, como bien dijeron sus desarrolladores. Y, claro está, Dragon Quest es propiedad de Square Enix, menuda coincidencia, ¿verdad?
Por otro, que este título lleve un 7 en su nombre suena sospechoso, si omitimos la lógica de la línea sucesiva. Yakuza 7, Final Fantasy VII. Este último copia a la saga de Nagoshi y el primero se convierte en un JRPG tradicional. No diré más, que sea vuestra imaginación culpable la que haga el resto.
De todas formas, yo encantado con que Nomura y su equipo se hayan fijado en Yakuza. Final Fantasy VII Remake es un grandísimo videojuego y creo que hay que darle en parte las gracias a SEGA por servir de fuente de inspiración.