Toricky es un juego plataformas en 2D accesible para todos, pero que acaba siendo monótono y continuista. Su apartado técnico le hace, también, flaco favor.
Analizar Toricky me ha costado tres cosas: frustración, tiempo y sesos. La primera sensación se debe a su sistema de progresión, basado en un continuo ensayo-error. Tiempo porque es un juego largo (más que Batman VR, ya os lo aseguro…), y más aún si tenemos en cuenta que la fórmula repetitiva que plantea de “inténtalo de nuevo”. Y sesos porque apenas hay nada que te indique si avanzas, o no.
Toricky es un videojuego de plataformas en 2D en el que manejamos a un pájaro, cuyo nombre es el mismo que el del título, y nuestro deber es acudir por una serie de mundos a obtener Crystars. Estos mundos han sido “contaminados” y todos sus habitantes han sido convertidos a piratas que buscan acabar con nosotros. Es una premisa básica y sencilla la que plantea.
El equipo de Atelier Melon-Kissa consigue hacer de Toricky un juego basado en la indefensión. Este pájaro no puede atacar ni puede defenderse; y en caso de que le toquen, perderá una vida. Para recuperar salud debemos recolectar frutas que hay esparcidas por el mapa: las cerezas dan un punto, las naranjas dos, las uvas cinco y el melón, diez. Con diez frutas, conseguiremos recuperar una vida.
Nuestro protagonista sólo será capaz de acabar con sus enemigos agarrando útiles como cajas, piedras o jarrones y lanzándolos al rival, o bien golpeándole con el objeto en cuestión. Es decir, no hay sistema de ataque; para eliminar al rival, Toricky deberá avanzar hacia un enemigo con el objeto en las patas y golpearlo. A mi modo de ver, esto es un gran acierto en cuanto a jugabilidad, pues aumenta la dificultad y sí que nos sumerge en una sensación de indefensión.
¿Qué hay del movimiento del personaje por el mapa? Pues es simple y fluido: con las fechas nos movemos, con el ALT presionado iremos más rápido y con el espacio agarraremos objetos. Mecánicas simples y sencillas, al alcance de todos, pero que cuesta adquirir.
Y hablando de mapa, Toricky es un juego inmenso. Tiene pocos mundos, pero en cada uno hay una cantidad buena de Crystars (seis o siete, más en algunos casos), por lo que habrá que volver a ellos y conseguir todos. Además, cada mundo incluye un elemento nuevo: una prisión, una fortaleza, ruinas, playas etc. En la variedad está el gusto.
El problema de Toricky es la monotonía y la frustración que genera el título en su aspecto jugable. Siempre hay que hacer lo mismo: explorar el mapa, conseguir un Crystar y volver al punto de control para conseguir dicho Crystar y “completar la misión”. El problema es la facilidad con la que caemos y hay que reiniciar el nivel, una sensación que no acaba de cuajar ni ayuda a rejugarlo.
Hay puntos de control, sí, pero no sirven para comenzar el nivel desde ahí, sino para acercar nuestro barco y llevar el Crystar más cerca. Pero si comenzamos en un nivel y tenemos que ir al otro extremo del mapa, es probable que perdamos una de nuestras tres vidas y, finalmente, acabemos perdiendo. Esto saca bastante del juego y lo hace aburrido al llevar varias horas, pues es una constante fórmula de ensayo y error.
Tampoco ayuda el hecho de que nada en el mapa nos indica hacia donde ir. Son mundos abiertos, libres, y si recogemos un Crystar, habrá que ir a buscar otro sin saber donde está. Se premia mucho la exploración, pero acaba resultando pesado y nuestros sesos estallarán.
Además, no hay mecánicas nuevas en el juego conforme avanzamos. Conocemos nuevas áreas, nuevos personajes… Pero siempre hay que hacer lo mismo: avanzar sin que nos toquen y coger Crystars. No hay “poderes” nuevos, habilidades ni nada.
¿Qué hay del apartado técnico del juego? Su apartado visual se basa en un dibujo no demasiado brillante. No se acaba de desdibujar correctamente qué es el fondo del escenario y qué es el principio; esto se aplica a columnas y pilares que obstaculizan nuestro paso, y no sabremos si lo hacen o no hasta que estemos a su lado.
Las animaciones son muy simples. Toricky siempre se mueve de la misma manera, su gesto no se tuerce y sus alas se baten siempre del mismo modo. Los enemigos se comportan de igual modo siempre, y los elementos de los escenarios no varían de un mundo a otro.
En cuanto a sonido, el juego, para mí, cumple. Las voces están en japonés, idioma natal del juego, pero tiene subtítulos al castellano. El problema de estos subtítulos es que tienen fallos de ortografía; no es algo muy escandaloso, pero está ahí. La música es correcta, pegadiza y molona.
Toricky es un juego plataformas que tiene carencias serias. Su mecánica jugable es simple y accesible para todos, pero el no innovar mientras fluye el juego lo acaba lastrando muy seriamente. Su apartado técnico tampoco es que sea rompedor, que digamos. Un juego correcto, algo típico y que no muchos recordarán.