The Witcher 3: Wild Hunt es, teóricamente, el cierre de la trilogía de aventuras del brujo Geralt de Rivia. Digo teóricamente porque, aunque no nos gustaría que CD Projekt RED empezara a estirar el chicle y forzar la fórmula hasta aburrirnos, tampoco sería de extrañar que intentaran sacar más partido de un personaje que les ha dado tanto en los últimos años.
La verdad es que a pesar de la supuesta decepción a nivel gráfico que ha presentado el juego, The Witcher 3 es, en estos momentos, una de las mejores experiencias RPG que podemos encontrar. Después ya os hablaré de mis impresiones sobre el apartado visual del juego, pero primero quiero centrarme en lo que siempre debería ser el punto fuerte de un juego de rol: la historia y como se integran en ella las misiones principales y secundarias.
Los que hayáis jugado a las dos primeras entregas de The Witcher, ya no os sorprenderá el cuidado que CD Projekt RED le pone a sus juegos, pero si que os llamará la atención la nueva libertad de acción de Geralt. Además de las misiones que debemos completar para hacer avanzar la historia, encontraremos un buen número de tareas secundarias que no sólo consistirán en los típicos contratos de brujo, sino que también tendremos que utilizar las aptitudes detectivescas del Lobo Blanco o simplemente explorar el extenso mundo para localizar tesoros escondidos.
Geralt, se te acumula la faena, muchacho
The Witcher 3 se divide en la trama principal, misiones secundarias, los contratos de brujo y la búsqueda de tesoros. Las dos primeras tienen mucho que ver entre sí, ya que muchas de las tareas paralelas se activan a medida que vamos encontrando nuevos personajes en nuestro camino. El trabajo de guión en unas y otras es realmente espectacular y es una gozada llevarlas a cabo. Por otro lado, los contratos de brujo son la supuesta ocupación principal de Geralt de Rivia y no significan otra cosa que solucionar los problemas de la gente a cambio de dinero. Por último, tenemos las búsquedas del tesoro, en las que deberemos encontrar alijos ocultas con pistas o diagramas de armaduras y espadas que nos ayudarán a luchar contra los monstruos que habitan estas tierras. Que no son pocos.
Aunque hay que tener presente que The Witcher 3 no está precisamente enfocado a ser un juego de acción pura y dura, los combates son una de las partes que más disfruto, ya sea contra un sólo adversario o contra un grupo. En esta entrega vamos a comprobar como Geralt, por muy mutante que sea, no es en absoluto invencible. Sobre todo si os atrevéis con el nivel más alto de dificultad. Incluso estando en el nivel 3 o 4 del personaje, es perfectamente factible que te rodeen un grupo de perros salvajes de nivel 1 y te maten sin tener apenas opción a defenderte. Para poder seguir adelante es muy importante dominar las acciones de la pelea, tanto a la hora de atacar como de defender y esquivar.
Machacar el teclado y el ratón sin ningún tipo de plan es la manera más rápida de acabar muerto y poco a poco te vas dando cuenta que es más útil estudiar al enemigo y buscar sus puntos débiles que confiar en la propia fuerza. Además, los signos, las pociones y los aceites nos serán de mucha utilidad para poder derrotar a todo tipo de bestias, monstruos, espíritus y bandidos.
The Witcher 3 y su downgrade
Una vez repasado lo que a mi me parece imprescindible en un juego de este tipo, hablemos de los polémicos gráficos de The Witcher 3. De entrada no he podido ver el juego directamente y en condiciones en ninguna de las dos consolas, de eso ya nos hablará el compañero Héctor, pero en un PC actual os puedo asegurar que es espectacular. Es verdad que se aleja de lo mostrado hace un par de años, sobretodo a nivel de iluminación, pero el salto cualitativo en muchas otras cosas se nota. Las animaciones de los personajes, sus expresiones faciales cuando aparecen en primer plano, la vida del mundo que nos rodea es sencillamente superior a lo visto en The Witcher 2 y también en otros juegos recientes. Los cambios climáticos, el ciclo día-noche, el vaivén de los árboles con el viento, los animales salvajes o la gente de los pueblos son algunos de los detalles en los que fijarse para darse cuenta del enorme trabajo que ha hecho CD Projekt RED.
Vale, que el mundo no es tan oscuro como esperábamos y han cometido el mismo error que con la segunda parte con un colorido demasiado alejado de lo natural, pero no deja de ser una decisión artística, no un fallo de diseño o un downgrade como se ha querido vender. Además, por si a alguien le queda alguna duda, en una semana se han lanzado tres parches que arreglan los problemas del juego y mejoran el aspecto y el rendimiento, por lo que cada vez se vuelve más difícil poner en duda la calidad de The Witcher 3. Ahora falta esperar a los DLC gratuitos y las expansiones de pago y esperar que el nivel no decaiga.