The Incredible Adventures Of Van Helsing III es uno de esos juegos a los que hubiera dedicado todo mi tiempo libre a mediados de los noventa, tal como hice con los dos primeros Diablo, pero en estos días, sus mecánicas repetitivas y su discreta historia no tienen el suficiente encanto como para enganchar al jugador medio. Por muy aficionado que sea a los juegos de rol hack ‘n’ slash.
El que esté habituado a este tipo de aventuras revienta-ratones va a encontrarse con un juego muy plano, en el que la estrategia o la reflexión no entran en el diccionario. Da igual que sean cuatro enemigos grandes que veinte pequeños, con tal de ir clickando aproximadamente encima de ellos y utilizando ambos botones de forma aleatoria, todos acabarán muertos. Incluso en nivel difícil. Puede que esta simpleza ayude al no iniciado a interesarse por el género, pero el problema viene cuando intentas hacer algo más allá de la tortura ratonil.
El desarrollo del personaje, el cual podremos escoger entre 6 clases diferentes, es de lo más confuso y tampoco es que el juego se esfuerce demasiado en explicártelo. Los seis tipos disponibles son The Phlogistoneer, The Umbralist y The Protector si nos decidimos por la lucha cuerpo a cuerpo o The Elementalist, The Bounty Hunter y The Constructor si preferimos los ataques a larga distancia. Como es normal, cada uno tiene sus pros y sus contras, pero el más cercano al todopoderoso bárbaro que siempre controlé es The Protector, con su escudo y su espada. Los nombrecitos que se han sacado de la manga tampoco ayudan demasiado a aclarar el perfil de cada uno y lo peor es que eso no es el mayor problema del juego. Una vez subimos de nivel nos podemos poner manos a la obra para mejorar a nuestro querido amigo y la situación es para echarse a correr.
The Incredible Adventures Of Van HelsiZzzZzzZzz…
La gran mayoría de juegos de rol siguen una serie de pautas más o menos estandarizadas para que cualquier jugador, sea veterano o novato, pueda aclararse mínimamente con el reparto de puntos. Pues bien, los chicos de Neocore, creadores de Van Helsing, no están de acuerdo con esos términos y van a su aire. Las características principales del personaje son Body, Dexterity, Willpower y Luck siendo el cuerpo el equivalente a la fuerza y el «poder del destino» lo que vendría a ser la magia. Una vez deducido esto y teniendo claro que más fuerza, más daño y más magia, más maná, nos vamos con la sección de habilidades. Y aquí viene lo bueno. Podemos tener activos a la vez dos skills y un aura, que se corresponderán al botón izquierdo y derecho del ratón y son el modo de ataque y a una habilidad pasiva, que puede ser de curación, de facilidad para encontrar oro y objetos mágicos o para potenciar el daño que causamos.
Cada una de las habilidades de ataque se pueden ir subiendo de nivel, lo que nos permitirá invertir puntos en sub-habilidades y bonus. Las primeras son completamente automáticas, mientras que los bonus deberán activarse antes de cada ataque y consumen puntos de rabia, que se recargan a base de matar enemigos. Tanta parafernalia para acabar aporreando el ratón a lo loco. Y para acabar de redondear, a medida que vayamos descuartizando monstruos iremos ganando puntos de reputación, que se transformarán en la posibilidad de desbloquear una serie de perks que nos darán aún más ventaja. El problema es que la cantidad de estos beneficios es justita y tampoco son la bomba, por lo que es más que probable que nos queden algunos puntos por asignar.
Como podéis ver en el vídeo, los gráficos tampoco desentonan en exceso, pero no creo que se vayan a llevar ningún premio este año por ellos. Cumplen su función y poco más, aunque en alguna ocasión, algún edificio o elemento demasiado alto del escenario puede llegar a bloquear la vista. No estaría de más que se aplicara algo de transparencia en estos casos. O que se pudiera rotar la cámara. O algo. Joder. Pero bueno, tampoco os vais a perder gran cosa, porque de la mayoría de objetos con los que se puede interactuar, apenas salen algunas monedas de oro y equipamiento que no vamos a usar, porque no nos vale de gran cosa. En nuestro escondite secreto (¡uuuuuuuh!) podemos forjar nuevas armas y armaduras, incrustarles elementos de poder o imbuirlas con magia, pero no es que me haya hecho falta en ningún momento.
Y para no extenderme mucho más, porque tengo claro que ya habéis pillado por dónde voy, que para algo sois culpables, tengo que hacer referencia a el modo multijugador. Seguramente sería una manera de darle algo de vida al juego, pero he sido incapaz de jugar una sola partida. No por motivos técnicos, sino por que no hay nadie, nunca. Tranquilamente le pueden cambiar el nombre de «multiplayer» a «desierto del Sahara en plena tormenta de arena». Y aunque no sea culpa de Neocore, tampoco habla muy bien del juego, ¿no creéis?