A pesar de que Street Fighter V no ha cumplido del todo las expectativas puestas en él, dada la escasez de contenidos disponibles a fecha de lanzamiento, un servidor sigue con la barra de hype al máximo.
Así pues, tras haber repasado hace poco una de los capítulos menos conocidos y exitosos de la historia de tan prestigiosa franquica, me apetecía cerrar esta semana especial Street Fighter haciendo lo propio con la entrega que, en mi modesta opinión, marcó el cénit de la saga: Street Fighter III.
Tercera entrega numerada de Street Fighter, desarrollada para la placa CPS-3 Y que contó con tres versiones. Como veis este reportaje va a estar marcado por el número tres.
Efectivamente, Street Fighter III y sus dos posteriores revisiones (de las que ahora hablaremos) fueron tres de los seis juegos en total que se lanzaron para el sistema CPS-3, última placa arcade fabricada por Capcom que hizo su debut en 1996. Una cifra bastante sorprendente si tenemos en cuenta la tremenda potencia de este hardware y el enorme éxito cosechado por Capcom con las anteriores CPS-1 y CPS-2. Lamentablemente en este caso, su fragilidad, complejidad y elevado precio unido a que era una placa diseñada únicamente para desarrollar juegos 2D llevaron a su prematura desaparición menos de tres años después de su salida.
Como digo, Capcom, fiel a su política habitual de revisiones, produjo tres versiones de Street Fighter III. El primer juego llevó el subtítulo de New Generation. Coletilla que le venía que ni pintada pues de sus doce personajes solo repetían de Street Fighter II los “intocables” Ryu y Ken.
Aunque las nuevas incorporaciones mantenían bien el tipo, doce personajes se antojaban muy escasos por lo que ese mismo año (1997) apareció Street Fighter III Second Impact: Giant Attack, añadiendo tres personajes más: Akuma, Hugo Andore (repescado de Final Fight) y Urien (hermano del jefe final Gill).
Y como no hay dos sin tres, en 1999 llegó el turno de Third Strike: Fight for the Future, revisión DEFINITIVA de Street Fighter III en el más amplio sentido de la palabra. Y es que si Second Impact apenas había aportado cambios más allá de los tres personajes y algunos escenarios, Third Strike prácticamente podía considerarse como un juego nuevo, ya que no solo contaba con cinco personajes adicionales (Chun-Li, Makoto, Q, Remy y Twelve), sino que los escenarios, endings y banda sonora eran completamente distintos. Especialmente me gustaría destacar esta última, compuesta principalmente por temas hip-hop y electrónicos que ponían el acompañamiento perfecto para el que, para muchos, sigue siendo el mejor Street Fighter de la Historia.
Gráficamente, Street Fighter III suponía un salto cualitativo importante sobre cualquier otro título de la saga creado hasta la fecha. Las enormes capacidades 2D de la CPS-3 permitían sprites de enorme tamaño, con una cantidad de frames de animación sencillamente alucinante y que además se movían en pantalla con una fluidez asombrosa. En serio, el impacto del primer contacto con la recreativa, con ese sprite de Ryu al que se le movían hasta los pliegues del karategi, era una de esas experiencias que no se olvidan.
Los escenarios rayaban, igualmente, a un nivel excepcional, con montones de detalles, elementos en movimiento e incluso partes destructibles. Algunos de estos elementos de fondo eran aleatorios, de manera que podían aparecer en un combate determinado o no hacerlo. Curiosamente, este tema de los escenarios es posiblemente el único aspecto en que New Generation y Second Impact me parecen mejores que Third Strike (aunque por muy estrecho margen).
En el plano jugable, este tercer capítulo abandonaba el frenetismo y varias de las mecánicas de la saga Alpha para ofrecer un ritmo más similar al del Street Fighter II clásico (no en vano era su secuela directa). Por supuesto, se añadían también nuevos movimientos, destacando por encima de todos el “bloqueo ofensivo” o Parry. Mediante esta habilidad, es posible “romper” cualquier ataque sin que nuestro personaje sufra daño ni retroceso alguno, dejando al rival “vendido” durante un instante ante nuestro contraataque. Dando con el timing adecuado, incluso se podían “parrear” ataques de múltiples golpes como los Super Combos, aquí llamados Super Arts. No obstante, esta habilidad llevaba el concepto de easy to learn, hard to master hasta el extremo, con lo que si bien era relativamente rápido y fácil aprender las bases de la mecánica, dominarla hasta ser capaz de hacer virguerías como esta estaba solo al alcance de los jugadores más expertos.
Con todo, y a pesar de su impresionante despliegue técnico y jugable, lo cierto es que Street Fighter III no llegó a cuajar del todo fuera de los círculos de fanáticos de los fighting games. En su momento se le criticó mucho el roster de luchadores tanto por su escaso número como por la ausencia de muchos personajes icónicos de la saga. También fue criticado por su jugabilidad, ya que el excesivo protagonismo del parry favorecía el abuso de estrategias demasiado defensivas y ramplonas. Afortunadamente, el paso del tiempo ha puesto las cosas en su sitio y todos esos reproches que colgaron a Street Fighter III el sambenito de “oveja negra” de la familia quedan ya muy lejanos.
En definitiva, Street Fighter III, y especialmente Third Strike, no solo es una obra maestra sin paliativos y uno de los mejores one vs one bidimensionales subHD de todos los tiempos, sino que representa el “paraíso perdido” de toda una generación de jugadores que hizo de esta combinación casi un estilo de vida y que sigue llevando a Street Fighter en el corazón más allá de modas y de “modelos de negocio”. Para todos ellos, ayer, hoy y siempre Keep following the dream…