Parece mentira que ya hayan pasado 17 años desde que Blizzard llevara su fórmula de juego de estrategia de la fantasía medieval al espacio exterior, donde conocimos a Jim Raynor, Sarah Kerrigan, Zeratul y un montón más de personajes carismáticos que dieron forma al mundo de StarCraft. Hoy, toca despedirse de todos ellos con la última expansión de la segunda entrega de la saga: Legacy of the Void.
¡Mi vida por Aiur!
Cinco años hacen ya desde que Wings of Liberty pusiera fin a una larga espera y de paso abriera las puertas a una trilogía que compondría la segunda parte de StarCraft, estando cada una de estas partes centrada en una de las razas de la saga. De esta forma, tanto los terran como los zergs gracias a la expansión Heart of the Swarm han tenido su protagonismo en esta epopeya espacial, tocando ahora ponernos en la piel de los místicos protoss.
Tras los sucesos de la historia de los zerg, Artanis, jerarca de los templarios, decide que es el momento perfecto para volver a Aiur, planeta natal de los suyos, y acabar con todos los zergs que tienen invadido dicho mundo y reconquistarlo. No obstante, Zeratul irrumpe para advertir de que detengan la invasión, ya que el dios oscuro Amon ha despertado y pretende destruir toda forma de vida del universo, por lo que esta pelea sería una distracción.
Partiendo de esta historia comienzan una serie de 19 misiones donde viviremos la guerra de los protoss contra los híbridos de Amon, en la cual también hay sitio tanto para los terran como para los zergs. De esta manera, no solamente se van cerrando tramas abiertas a lo largo de toda la trilogía, sino que vivimos una épica epopeya espacial con algún que otro giro argumental inesperado y con unos personajes carismáticos que más de una película querría, por lo que nos vemos enganchados rápidamente con el objetivo de ir conociendo el destino de la galaxia.
Al igual que en los dos capítulos anteriores, entre misión y misión tenemos una base de operaciones donde poder mejorar nuestras unidades, siendo en esta ocasión la Lanza de Adún. Conforme vayamos avanzando en nuestra aventura iremos desbloqueando variaciones de cada una de nuestras unidades, de forma que cada una de las hasta 3 ramas disponibles tenga distintas habilidades y estadísticas, pudiendo ser así más útiles ante diversas estrategias, algo que nos puede ayudar lo suyo dependiendo de el tipo de misión a la que nos enfrentemos.
A parte de ello, la Lanza de Adún nos otorga hasta 6 habilidades diferentes que deberemos seleccionar antes de cada batalla con un nuevo tipo de recurso: la Solarita. Cada uno de dichos poderes tiene varias versiones mejoradas, pero para poder usarlos tendremos que conseguir más Solarita, que se encuentra en cada una de las misiones que jugaremos.
No obstante, hay un problema en la campaña, y es que gran parte de los objetivos de las misiones son muy similares, y es que casi siempre nos tocará destruir unas diversas estructuras repartidas en el mapa, por lo que se acaba echando en falta algo más de variedad en los objetivos principales a cumplir. Eso sí, seguimos contando con objetivos secundarios y diversos logros para exprimir lo suyo cada parte de la historia.
StarCraft más multijugador que nunca
Pero no todo en Legacy of the Void es la campaña, querido culpable. Una vez más, tenemos el modo multijugador como gran baza para alargar la vida del juego hasta que se nos caigan los ojos, ya sea con las clasificatorias de hasta equipos de 4 jugadores o las partidas no competitivas o el Arcade, esa colección de juegos y mods creados por la comunidad.
No obstante, tenemos nuevos modos para redondear aún mas la oferta, como son los torneos, una serie de partidas en formato eliminatorio que irán surgiendo de forma automatizada cada varias horas, donde tendremos trofeos virtuales a nuestra disposición.
Siguiendo con las novedades tenemos el modo cooperativo, donde tendremos hasta 6 héroes a seleccionar para jugar junto a un amigo y completar varios mapas con diversos objetivos. Cada uno de los personajes nos da diversas unidades para construir y habilidades específicas, ya sea de forma de personaje jugable o de habilidades exclusivas, por lo que cada héroe nos cambia por completo la jugabilidad. De momento hay pocos personajes y mapas, pero desde Blizzard ya han confirmado que con el paso del tiempo la selección de ambas opciones irá a más.
Por último nos encontramos el modo arconte, donde dos jugadores toman el control de una misma raza, de forma que toca organizarse con el otro jugador para dividirnos el trabajo, ya sea uno encargándose de las unidades y otro de la gestión económica o uno de cada ejército, etc. Al principio puede parecer caótico, pero con un amigo y un micrófono la cosa se vuelve realmente divertida.
Rumbo a los eSports
Con Legacy of the Void Blizzard ha aprovechado a lanzar una actualización general para el juego con la que el ritmo de juego crece abismalmente, haciendo que no solamente empecemos con muchos más recolectores, sino que también se ha descendido los recursos de cada base, fomentando así tanto los ataques como las expansiones a corto plazo. ¿El motivo de este cambio? Pues ganar terreno en los eSports, y es que con esto las partidas serán más emocionantes y frenéticas tanto para los jugadores como para los espectadores.
Legacy of the Void supone -en principio- un punto y final para aquella epopeya espacial que dio inicio en 1998, cerrándola de gran manera sin dejar cabos sueltos. A parte, el juego se actualiza a los tiempos que corren en lo que se refiere a eSports tanto a nivel jugable como de visualización. Por si todo ello fuera poco, los modos cooperativo y arconte dan aun más variedad a un título redondo en todos sus aspectos y el cual esperemos que Blizzard mantenga vivo durante muchos años, algo que pinta así gracias al añadido de minicampañas y misiones cooperativas.