Sí culpable, a mí también me ha asaltado esa sensación de haber estado perdiendo el tiempo durante años tras haber leído el titular de la noticia. Parece que soplar cartuchos no es tan efectivo como creíamos los jóvenes de los años 80 y 90, que recurríamos al soplido mágico cada vez que la consola decidía no cargar nuestro juego preferido.
Una malvada investigación ha demostrado que soplar cartuchos es una parguelada de calibre similar a creer que bailas bien cuando llevas tres cubatas en el cuerpo o pensar que la conversación del próximo sábado sobremesa, con tu cuñado, va a tratar sobre la obra de Nietzsche.
Al parecer, el polvo que se acumulaba en la ranura del cartucho no era la razón por la que tus juegos no cargaban, sino que simplemente los pines metálicos tanto del receptor como del cartucho no coincidían correctamente, y por eso no se cargaba bien. ¿Qué quiere decir esto? Pues que con la simple realineación de pines, o lo que es lo mismo, sacando y metiendo el cartucho de nuevo, era suficiente.
[alert type=blue ]PERO ANASTASIO, YO SOPLABA EL CARTUCHO ¡Y TODO VOLVÍA A SER FELICIDAD Y VICIO![/alert]
No te canses, querido lector, parece que el efecto placebo era todo lo que se escondía detrás de aquel vigoroso soplido, en el que intentábamos poner 99 % aire 1 % babas. De hecho, puede que el soplido constante sea hasta nocivo para la placa, pues, aunque te enjuagues con Licor del Mono todos los días, tu aliento puede acabar dejando más porquería que otra cosa en el cartucho.
Chris Higgens, que ha investigado el fenómeno desde 2012 y Frankie Viturello hicieron un pequeño experimento no científico en el que cogieron dos copias de un mismo juego. A uno lo sopletearon durante un mes, y al otro no. Así quedó la cosa.
Parece que el no soplado tiene mejor pinta, ¿no? En fin, yo por si acaso, seguiré soplándoles de vez en cuando. Es mi manera de demostrarles mi amor sin pasar a mayores…
Por cierto, os recomiendo que leais el artículo completo de Higgens, pues es bastante más interesante y completo que el mío, que solo pretendía restaros minutos de vida.