El sello Prime Matter de Plaion nos sigue dejando algún que otro título interesante. Hoy vamos a tope con el análisis de The Chant, un título en calidad de doble A firmado por Brass Token, un estudio surgido en 2017 en Canadá y que hacen de The Chant su primer aporte al hobby del videojuego. Vamos a ver si está a la altura, porque la premisa desde luego que promete mucho y más para un fan de las aventuras de terror como es aquí el menda presente que va ejecutar esta reseña.
The Chant se erige como un Survival Horror que bebe de los títulos más representativos de finales de los 90 e inicios de los 2000. En él encarnamos a Jess, una chica abrumada por el trauma de haber perdido a su hermana en una accidente, que decide irse a una isla recóndita animada por su amiga Bet, que le insta a probar unos días de retiro con una comunidad especialista en limpieza de chacras.
Sin embargo, esta comunidad resulta ser una tapadera para la captación adeptos a un culto que busca estudiar otros seres de una dimensión paralela. A la misma pueden acceder gracias a unos minerales solo disponibles en la isla. Claro está, estos seres se alimentan de la energía negativa de los habitantes de nuestro plano, haciendo que todo se salga de madre para introducirnos en una experiencia de pesadilla. Es aquí donde The Chant se presenta, haciendo gala de una historia repleta de misterio, momentos incómodos y un montón de criaturas ingeniosas.
Se nota la intencionalidad de querer hacer una crítica al mundo moderno y la presión a la que nos somete con sus expectativas inalcanzables, pero el usar el tema de las sectas como canal no les ha salido demasiado bien. La premisa es fascinante, pero lo mediocre de las actuaciones de los personajes (tanto en lo referente a las animaciones como la desgana de los actores de voz) sumado a lo mal desarrollados que están, terminan por ensuciar la experiencia general.
Eso sí, lo que atañe al mundo paralelo, en lo narrativo está mejor pensado y construido, aunque después la traducción a lo jugable le haga perder enteros como veremos más adelante.
Ya a los mandos, The Chant recuerda mucho a los remakes de Resident Evil en cosas como la cámara o la exploración por sus intrincados escenarios. Aunque el nivel de detalle y trabajo en los mismos no puede compararse, se nota el buen hacer para que tengan una coherencia que ayuda a la suspensión de la credibilidad. De hecho diría que están tan bien pensados, que no necesitamos de un mapa para guiarnos, solo necesitamos echar mano de señales diegéticas instaladas para la comunidad de la isla. Claro está, esto se refuerza de contenido «backtracking» teniendo que provisionarnos de llaves y otros mecanismos que nos habilitan nuevas áreas en lugares donde ya hemos caminado.
Aparte está el tema de la investigación. No podremos dejar esquina sin escudriñar si queremos enterarnos de lo qué pasa en la isla, ya que cada localización está repleta de documentos, cintas de vídeo o pizarras que nos permitirán esclarecer el misterio del otro plano y sus criaturas. Me ha gustado el cómo se emplea el recurso de las cintas de vídeo, teniendo que acudir a cualquiera de los fotomatones desperdigados en la isla para poder reproducirlas y absorber la información viendo su emisión en una pared, siendo algo totalmente diegético y que debe surgir del interés del jugador.
La isla por suerte es grande y variada, diferenciándose cada área una de otra sin que se repitan demasiados tropos o mecánicas para avanzar. Algo que no va en consonancia con los combates, pues los mismos se repiten demasiado y son muy torpes. Entiendo que esto sea intencionado, pues Jess solo es una muchacha, que apenas se vale de inciensos, con la que tenemos que empatizar, pero creo que hubiera sido mejor destinar los esfuerzos en crear situaciones de evasión en vez de forzar combates donde es difícil sentirse realizado.
Aunque no hay gestión del inventario como tal, en The Chant los recursos son limitados y tendremos que valernos de la flora de la isla para hacer pequeños pinitos de «crafteo» con los que sacar a relucir herramientas que nos permitan enfrentar a las criaturas del otro plano. Provisionarse de hiervas es una constante, pues aparte de lo citado, también serán nuestra materia prima para recuperar las tres barras de salud de Jess: mente, cuerpo y espíritu.
La mente es nuestra resistencia al pánico y una vez la barra se vacíe, nuestro personaje entrará en un estado de ansiedad que solo le permitirá correr. Es importante tenerla en consideración, pues caminar por el otro plano nos agota la mente como una sanguijuela. Por otro lado, tenemos el cuerpo, que es nuestra capacidad de aguante a los golpes de criaturas enemigas. Huelga decir que no somos el clásico personaje experimentado en la batalla, por lo que un par de golpes mal dados son suficientes para estamparnos la pantalla de Game Over. Por último está la barra de espíritu, una que tiene múltiples funcionalidades, destacando la posibilidad de recuperar las otras dos meditando o funcionando como combustible para ejecutar algunos poderes especiales muy interesantes.
Esto se acompaña de un árbol de habilidades. Recuperando tarros con minerales, y ganando experiencia para cada una de estas tres estadísticas, podremos destinar puntos a Jess con los que aprenderá a ser más eficiente consumiendo recursos, adquirirá nuevas habilidades o se preparará para dar más guerra durante los combates. Aún así, como ya he dicho, los combates son el peor punto del conjunto, limitándonos a una rutina de fabricar herramientas víctimas de un desgaste acusado con las que deberemos machacar el botón de golpear para salir airoso de la mayoría de situaciones.
Para realizar este análisis de The Chant no he tenido que pegarme un atracón de horas jugando al videojuego. Su duración (unas 6-7 horas) casa perfectamente con la historia que quiere contar y las experiencias que nos quiere hacer vivir. Bien es cierto que hay momentos donde me he sentido más desencantado que otros, pero me quedo con los buenos: disfrutar de los paisajes de su isla de ensueño, lo bien resuelto que está el abrirse paso por los escenarios o lo interesante de ir descubriendo más sobre el mundo paralelo y las criaturas que lo habitan.
En cuanto a la versión analizada, he jugado en PlayStation 5. El juego corre a 4K y 60 FPS sin petardeo ninguno, saliendo fortalecido por su músculo artístico más que gráfico, aunque siendo un título doble A tampoco estamos para pedirle peras al olmo. Me ha parecido de los juegos más sólidos bajo el sello de Prime Matter de Plaion, y un buen caldo de cultivo para una futurible secuela donde aplicar lo aprendido de los errores.
Lástima su combate tan forzado — sigo diciendo que se presta más para momentos puntuales en vez de ser una contante casi obligatoria — y el valle inquietante por el que nos hace pasar las actuaciones de los personajes secundarios, porque en lo demás me ha parecido un título bastante notable y que seguro enternecerá a los amantes de los Survival Horror de los inicios de siglo.
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