Por muy extraño que parezca, este capítulo ha estado bastante bien en comparación con todos los anteriores. Por fin uno pausado y con algo de coherencia.
Shadowhunters nos ha mostrado su tercer capítulo con cosas que nos han gustado y nos han decepcionado, sin embargo y para romper la tónica que llevan desde el principio, esta vez ha sido más lo bueno que lo malo.
El capítulo de esta semana nos ha mostrado más bien el pasado de Jace y de Alec y cómo forjaron el vínculo que les une. No es el mejor flashback de la historia de las series, pero no se hace pesado y sí que nos deja ver un poco las tonterías adolescentes que tienen en la cabeza este par de dos.
Además, la gracia de todo esto está en que la historia en la que se ambienta este tema es completamente inventada. Es «relleno», por así decirlo. Pero al menos no es un añadido tan malo como el que hemos visto otros días. Eso sí, casi todo lo que ocurre fuera de este flashback, y con permiso de Simon, es bastante nulo. Y lo que más duele es la actitud de Isabelle a la hora de negociar con el Instituto. Entiendo que ella quiera salvar a su hermano, pero su personaje no es de los que cambiaría a nadie por ello. O al menos no de una forma tan poco deliberada. Que la muchacha ni se lo piensa cuando se lo proponen.
La intervención de los hombres-lobo tampoco ha sido la más carismática de la historia y tampoco ha sido muy comprensible, la verdad. Aún me estoy preguntando por qué narices, cuando ya tenían a Jace, le dejaron ir. Si eran mayoría y mucho más fuertes.
Además, el numerito del hospital también se me quedó algo forzado. Es decir, no quieren dejarse ver en medio de la calle cuando intentan ayudar a Jace, pero no les importa transformarse en el hospital delante de la peña… Muy lógico todo.
Como digo, la parte de los vampiros es mucho más interesante, sobre todo porque son más sutiles y vuelven a dejar a nuestro pobre Simon en el peor lugar de todos. El animalico da la sensación de estar más en tierra de nadie que ninguno de los protagonistas. Ni Jace, ni Alec, ni Isabella, ni si quiera Magnus cuando le ningunean en el Instituto y, por supuesto, tampoco Clary, que sigue dando vueltas por ahí y pese a tener prohibido salir de su encierro, parece que cada vez que lo hace tiene menos consecuencias. ¿Así cómo queréis que la chica respete las normas?
Quizás porque parece que no hay normas ni autoridad en esta versión del Instituto que, por mucho nuevo mando que tenga, sigue siendo incontrolable. Lo gracioso es que el actual director actúa como si lo tuviese todo bajo control mientras la gente entra, sale, se escapa, ataca, hace magia, lucha, se esconde, hace rituales y se metamorfosea sin que tengan permiso de nadie. Un despropósito de normas, vaya.
Por suerte, el capítulo se hace llevadero y parece que explica un poco mejor las cosas. Ojalá los episodios anteriores hubiesen hecho lo mismo en vez de plantarnos situaciones sin ton ni son y sin enseñarnos lo que verdaderamente importa.