No todo lo que es original de Netflix tiene la calidad de series tan llamativas como Stranger Things, Dirk Gently o Daredevil y sus amigos. A veces nos encontramos con cosas como Shadowhunters o Cazadores de Sombras que, sin ser una serie mala, no os confundáis, no llega al nivel de lo esperado. Y eso que ha pegado una mejoría notable con respecto a la primera temporada.
La serie vuelve al punto en el que lo dejó el año pasado, cuando acabó su último capitulo, pero no cambia demasiado los elementos principales de la saga.
Sí, ahora las espadas ya no parecen gusiluces que brillan en la oscuridad y algunos elementos de la trama se han explicado algo mejor. Pero el principal pecado de la serie sigue siendo el mismo: quieren meter demasiadas cosas en un solo capítulo. Y lo malo no es eso. Lo malo es que lo hacen de una forma atropellada y sin darnos tiempo a entender demasiado las cosas.
Después de que Jace se fuese con Valentine con la Copa Mortal, la dirección en el Instituto sigue cambiando, y ahora nos traen a un nuevo individuo de la Clave para hacer de malo maloso. Claro, ahora que la antigua directora se ha pasado al bando de los buenos, pues hay que poner a otro que le sustituya para que nuestros protagonistas puedan ser rebeldes con causa de nuevo.
Y esto es precisamente lo que pasa otra vez. Clary, Simon, Isabelle, Alex y Magnus se vuelven a erigir como los defensores del bien y la justicia a la hora de defender a su amigo/hermano/sex symbol Jace.
La pena es que todo es demasiado previsible y muy superficial. Todo gira entorno a unas únicas palabras y elementos que se ve que están más forzados que un día loco entre el elefante y la hormiga del chiste. El argumento se ve demasiado trillado y, encima, lo pasan por encima porque quieren ir a otra cosa. El momento entrenamiento es, en especial, uno de mis favoritos para poner de ejemplo.
Y mira que están adelantando acontecimientos. Muchos de los «secretos» desvelados en este primer capítulo en realidad salen mucho más avanzada la historia de los libros. Me refiero a la relación tormentosa entre Jace y Valentine que se ve a la legua cómo pretenden que acabe. Y cómo de forzada se ve también, con hostias por doquier primero y luego spaguettis para comer con una Jocelyn con ballesta de postre que le da el toque de «lo veía venir» que tenemos en todo el capítulo.
Si te has leído los libros posiblemente sepas por dónde van los tiros pero viendo lo que han cambiado las cosas mejor no hacerse ilusiones.
Al menos, cómo digo, sí que se nota que hay más presupuesto. Hay más gente/zombi en el Instituto, ya no parece que sean ellos los únicos, las espadas mejoran y las escenas de lucha también han pegado un power up. Pero por el momento no es suficiente.
Esperemos que la serie nos muestre nuevas mejoras en el futuro y, sobre todo, que se lo tomen con un poquito más de calma, que preferimos esperar un poco a que se desarrollen los personajes para ver luego las partes de acción.
Porque no nos engañemos. La escena de torsos sudorosos de Magnus y Alec, o el momento tierno entre Clary y Simon no dan para mucho más. Y como ha pasado con todo el episodio, encima son muy típicas tópicas.
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