Wii hace tiempo que pasó a mejor vida, y aunque PlayStation 3 y Xbox 360 aún estén dando bastante juego, más pronto que tarde dejarán de interesar a desarrolladores y jugadores, sobre todo a los primeros, para dejar paso definitivamente a sus sucesoras. Llegados a este punto, es de recibo hacer un repaso a lo que nos han dejado estas tres consolas después de unos cuantos años, durante la que seguramente haya sido la generación más longeva de la historia del videojuego, comenzada en el año 2005 con la salida en Norteamérica y otros territorios de Xbox 360.
No me voy a parar a mencionar las luces y sombras generales, sino las concretas de cada plataforma, y tampoco pienso mojarme en decir cuál de ellas ha sido la ganadora. No es un artículo para ello, ya que eso es totalmente subjetivo y opinión de cada uno y de la satisfacción que le haya dejado tal o cual consola. Pero es algo que hay que hacer al final de una generación que nos han dejado tan buenos momentos. Y malos.
Si habláramos de números, indiscutiblemente la sobremesa de Nintendo sería la ganadora de esta séptima generación, con más de 100 millones de consolas vendidas. Wii llegó al mercado por primera vez en Norteamérica en 2006, prometiendo una nueva forma de jugar gracias al Wii Mote, y con aquel famoso anuncio de televisión del notas jugando al Call of Duty y apuntando mientras se cubría tras el sofá. ¿Qué queda de aquello? La sensación de que nunca se aprovechó lo suficiente, quedando limitada su implementación a juegos casuales y a un uso marginal en los auténticos AAA de la consola.
Fue con Wii cuando Nintendo empezó a quedarse atrás tecnológicamente hablando, aunque eso nunca importó a la hora de atraer al consumidor. Y por primera vez en la historia, probablemente, a cualquier tipo de consumidor, y ahí está el punto más fuerte y a la vez, más débil de Wii: supo captar jugadores de todos los géneros y edades, y a partir de esa base, Nintendo lanzó una ristra de juegos de calidad residual orientados a jugar en familia. Wii nunca tuvo el apoyo de las third parties, que o no quisieron, o no pudieron sacarle provecho a las peculiaridades de la consola, cosa que tampoco le privó de alcanzar el éxito, al contrario de lo que está pasando con Wii U.
Hace bien poco, Nintendo lanzó una nueva versión, Wii Mini, en uno de esos movimientos incomprensibles a los que nos acostumbran últimamente: una versión poco más pequeña y sin conexión a internet, y por si fuera poco, a un precio nada competitivo: hoy en día puede encontrarse nueva por algo más de 100 euros.
– Los números: Solo cuatro consolas han vendido más unidades a lo largo de la historia que Wii, y es la que ha llegado a más público. El dato que más asusta es el último trimestre del año 2010, coincidiendo con la campaña navideña, en la que se vendieron nada menos que diez millones de unidades.
– La innovación: Al igual que ha pasado en la ya presente generación, Nintendo fue la única que de verdad intentó algo nuevo en su momento, aunque nunca terminara de cuajar. El Wii Mote se interpretó como una nueva forma de jugar, pero como ya dije, quedó en eso, un intento.
– La globalización del videojuego: Wii nos ha hecho un favor a todos los hombres gamer del mundo: a partir de ahora, podemos hablar de videojuegos con cualquier chica sin que nos mire raro, porque seguro que ella ya habrá jugado a «la Wii», si es que no la tiene ella misma. Fuera coñas, esta consola ha consolidado (valga la redundancia) el videojuego como forma de ocio global, lo que no ha hecho sino beneficiar a la industria.
– Abandono de las third parties: Sobre todo las editoras fuera de Japón han pasado de Wii como de la mierda. Es más, géneros como el shooter, tanto en primera como en tercera persona, o el rol occidental muestran una escasez de representantes sorprendente en su catálogo. Wii U aún arrastra este abandono, hasta el punto de existir una especie de guerra fría entre Nintendo y estas compañías.
– La casualización: La globalización trajo como daño colateral una colección de videojuegos lamentables, diseñados para que los jugara el abuelo, la nieta y la madre que los parió. Los «Imagina ser…» son la mejor muestra de ello, pero solo una pequeña parte del catálogo de juegos chorras, también compuesto por simuladores de pesca, de billar, y tonterías similares.
– Satisfacción del usuario hardcore: Seguramente más de un jugador habitual comprara una Wii para jugar a los clásicos de toda la vida de Nintendo, a saber: Mario, Zelda, Donkey Kong, etc.. pero, ¿y después qué? Después nada, a guardar la consola en el armario, que fuera no hace más que criar polvo, a no ser que haya visita y podamos bebernos unas litronas mientras jugamos al Just Dance.
– Wii Sports: Sin él, Wii no hubiera vendido lo que ha vendido, y es que fue el principal reclamo de entre todos esos juegos familiar-festivos, con minijuegos de boxeo, tenis, ping-pong… Si no hubiera venido incluido con el pack de la consola, habría tenido un éxito enorme igualmente.
– Super Mario Galaxy: Una consola de Nintendo sin una nueva franquicia protagonizada por Mario es difícil de entender (¿verdad, Wii U?), y si Game Cube tuvo a los Sunshine, Wii tuvo a los Galaxy, dando la sensación de que aun siendo protagonizado por el personaje más popular de la historia de los videojuegos, aún era posible innovar. Visual y sonoramente a gran nivel, habría sido el juego de mayor impacto en la historia de Mario de no haber existido Super Mario 64.
– Xenoblade Chronicles: Si hubo un género del que siempre estuvo bien nutrida Wii, fue el JRPG, sobre todo al final de su vida útil, con juegos como Pandora´s Tower, The Last Story y por encima de ellos, Xenoblade Chronicles, que destacó sobre todo por la libertad que daba al jugador a la hora de seguir la trama y customizar a los personajes, libertad que afectó a la historia, un pelín por debajo de los grandes del género. Pero es que sin duda, Xenoblade Chronicles debe considerarse uno de esos grandes.
Xbox 360 se anunció por primera vez en la MTV, una manera muy americana de estrenarse, y salió la venta por primera vez en 2005. Esa ventaja temporal que le dio el aparecer en el mercado un año antes que su competidora inmediata fue clave para que Microsoft entrara por fin con el pie derecho en el mundo de las consolas. Al igual que su predecesora, estaba orientadísima a un público mayoritariamente hardcore con juegos en esa primera época como The Elder Scrolls IV: Oblivion, Gears of War o Dead or Alive 4. La gente estaba ávida de una nueva generación y muchos no tenían intención de esperar tanto tiempo a Sony, convirtiéndose además en la primera consola en aparecer en los tres mercados principales al mismo tiempo: Europa, Estados Unidos y Japón.
Microsoft entró en esta generación con una humildad que se ha ido dejando por el camino y se ganó no solo el respeto de jugadores y prensa, sino también de una competencia que veía como poco a poco, sus posibilidades de hacerse con el monopolio de la industria se desvanecían. Ese catálogo de exclusivos se fue enriqueciendo poco a poco con títulos como el primer Mass Effect (aunque más tarde apareciera en PS3 como parte de la trilogía), Halo 3, Alan Wake o Dead Rising, convirtiéndose en la alternativa a la marca PlayStation que nunca pudo ser su predecesora. Además, fue la primera en implementar el juego online de manera fluida en consolas, tras el intento marginal de PlayStation 2, ofreciendo una cantidad de servicios y sobre todo, juegos indies y descargables sin precedentes.
En el año 2010 llegó Kinect, el cual cambió el rumbo de Xbox 360. Vendido en su momento como una auténtica revolución (Milo, Molyneux, ejem…), el nuevo sistema de detección de movimiento trajo consigo un cambio en la estrategia de Microsoft, pasando a rellenar su catálogo de Kinect Adventures, Kinect Star Wars y demás patrañas, dejando un poco de lado a aquellos jugadores hardcore en los que se volcó al principio de la vida de la consola. A partir de entonces, los exclusivos de peso fueron apareciendo a cuentagotas, dejando insatisfechos a la mayoría de sus usuarios, que veían como PlayStation 3 seguía ofreciendo grandes títulos.
Aún así, toca reconocer el mérito de Xbox 360, la cual ha cambiado la industria en muchos aspectos e incluso se puede considerar que ha inventado otros, además de ser una de las más longevas de todos los tiempos, con 8 años a sus espaldas y los que quedan, gracias sobre todo a los multiplataforma que aún están por aparecer.
– Xbox Live: Como dije antes, XBox 360 fue la primera consola en implementar la red de redes totalmente, con todos los beneficios que eso conlleva: juego online fluido, descarga de demos y juegos indies, servicios como música, televisión, videoclub, etc… Aún hoy en día, sigue siendo el espejo en el que mira Sony para imitar la infraestructura de PSN.
– Kinect: Aunque influyera negativamente en el catálogo de juegos de la consola, Kinect es un antes y un después en la historia de los videojuegos, aunque seguramente apareció unos años antes de lo que debía y ni la industria ni los jugadores estaban preparados para ello. Por muchas connotaciones negativas que pueda tener, también tiene unas posibilidades fantásticas aún por descubrir.
– Adiós monopolio Sony: De no ser por Xbox 360, probablemente ahora estaríamos hablando de un dominio casi absoluto del mercado de los videojuegos por parte de la marca PlayStation, cosa que no sería beneficiosa para nadie. Por muy poco margen, pero se han vendido más 360 que PlayStation 3.
–Xbox Live… Gold: Microsoft fue pionera en muchas cosas y no todas buenas. Por ejemplo, fue la primera en convertir algo que de toda la vida había sido un derecho (en PC) en un privilegio: el juego online. Además, se empezó a introducir el concepto de usuarios «de primera» y usuarios «de segunda» (Silver).
– Catálogo de exclusivos en la recta final: Aquí se podría incluir a Kinect, y es que la consecuencia directa de la aparición del cacharro supuso la dejadez de Microsoft a la hora de lanzar exclusivos de peso en los últimos dos años. La esperanza se reducía a Gears of War: Judgment, que supuso toda una decepción, y a partir de ahí, la nada. Xbox 360 sigue recibiendo buenos multiplataformas, pero las comparaciones con la competencia en este periodo son odiosas…
– Luces rojas de la muerte: Puede que estemos hablando del fallo de hardware más popular de la historia, y no es otro que el anillo de la muerte. Un buen día enciendes tu Xbox 360, y donde antes había una luz verde, ahora hay tres luces rojas. En ese momento, sabes que tu consola ha pasado a mejor vida. El efecto placebo de la toalla húmeda es otro de los elementos que todos los que hemos tenido esta consola recordaremos siempre. Un fallo de hardware lo puede tener cualquiera, pero este se hizo tristemente célebre.
– Gears of War: Ahora se ha casado y dice un montón de tonterías, pero hubo una época en que Cliff Bleszinski molaba, y hacía cosas como reinventar los shooters en tercera persona. Ahora todos tienen la posibilidad de utilizar coberturas, y tarde o temprano a alguien se le iba a ocurrir, pero fue precísamente a él. GOW se convirtió en una trilogía de calidad, en la que cada juego era mejor que el anterior, con una trama un poco (solo un poco) por encima de la media y un Marcus que ya es uno de los personajes más reconocibles de esta generación. Como dije antes, olvidemos Judgment…
– Halo Reach: El Jefe Maestro es el buque insignia de Microsoft, y al contrario que la franquicia de Epic Games, Halo goza de una salud envidiable. A pesar de haber habido nada menos que cinco entregas para 360, entre numeradas y spin-off, puede que Reach sea la de mayor significado, por aquello de ser la útima desarrollada por Bungie, sus creadores originales. A pesar de que Halo tenga tantos fans como detractores, puede considerarse como la franquicia que introdujo los shooter en consola de manera estable, ofreciendo un multijugador referente, además de una campaña completa y generosa en duración, cosa que se ha perdido en el género.
– Alan Wake: La inclusión de Alan Wake es totalmente subjetiva, pero es que ante el giro de Resident Evil a la acción y la incapacidad de Konami para devolver Silent Hill al lugar que siempre tuvo, la aventura de Remedy era una de las pocas esperanzas que quedaban. Los contínuos retrasos en su desarrollo no hicieron más que acrecentar las expectativas, que para muchos, rápidamente se diluyeron, porque un guión brillante y un apartado técnico sobresaliente quedaron ensombrecidos por una jugabilidad repetitiva y más alejada del género de lo deseable, amén de unas partes de conducción desastrosas. Al final se convertía en un pilla-pilla entre el bueno de Alan y sus enemigos. No obstante, sigue teniendo su buena cantidad de fervientes defensores.
Esta generación pasará a la historia por la generación en la que Sony se dejó comer la tostada. PlayStation 2 fue en su momento (y lo sigue siendo) la consola más vendida de todos los tiempos (155 millones de unidades), y eso le dio a la compañía japonesa una confianza, incluso una soberbia, de la que más tarde se arrepentiría. Si Microsoft hizo gala de humilad en su estreno, todos recordamos aquella mítica frase de Kutaragi: «La nueva generación empezará cuando nosotros digamos«. Cuando tu competencia está entrando a granel en los hogares de todo el mundo, decir eso parece, como poco, bastante temerario. Así, PlayStation 3 llegó a los mercados japoneses y americano en 2006, en 2007 a Europa, rodeada de una antipatía creciente por la marca. Por si eso fuera poco, el precio de lanzamiento, 600 euros, hizo el resto.
Un catálogo de lanzamiento mediocre (si os lo parece el de PS4, echad un vistazo al de PS3) se compensó con la que seguramente fue la mejor (¿o la única buena?) decisión de Sony al lanzar su nueva consola: juego online gratuito. Lo que no nos engañemos, también tuvo su parte mala, y fue la inestabilidad de los servidores, unido a un acontecimiento que todos recordamos y que mencionaré más adelante. En sus primeros años de vida, PlayStation 3 recibió juegos como Killzone 2, Little Big Planet, Resistance, y el que iniciaría un antes y un después en la consola: Uncharted. Desde ese momento, Naughty Dog pasó a ser la first party estrella de Sony y toda una garantía de calidad en cada una de sus obras.
Cuando PlayStation 3 empezaba a despegar y colocarse en el lugar que le correspondía, sucedió lo inesperado: la red PS Network había sido hackeada, o lo que es lo mismo, los datos de millones de usuarios, incluidos los bancarios, comprometidos. Un descalabro que tardó más de dos meses en volver a la normalidad, cuando a principios de junio, la red volvió a establecerse en Japón, pero el daño ya estaba hecho y la confianza no sería la misma. Sony compensó (o lo intentó) aquello en forma de dos meses de suscripción a PlayStation Plus, su servicio «Premium», y dos juegos a elegir entre una lista de cinco disponibles, ninguno de ellos especialmente jugoso, excepto quizá, WipeOut 2048.
A la larga, aquel suceso inspiró a Sony de alguna manera en cambiar radicalmente la estrategia, y el primer afectado fue ese servicio, PS Plus, el cual empezó siendo una tontería con descuentos simbólicos y terminó convirtiéndose en un imprescindible, ofreciendo juegos de calidad notable cada mes. Eso, unido a los últimos dos años de lanzamientos exclusivos, hizo recuperar un poco de confianza por parte del usuario hacia la compañía que había dominado las dos anteriores generaciones. Aún así, entre relajación propia y espabilina de la competencia, Sony se ha tenido que conformar en esta generación con minimizar daños, cuando lo tenía todo a su favor para seguir dominando una tercera generación.
– PlayStation Plus: La estrategia que ha seguido Sony con este servicio se puede calificar como brillante desde un punto de vista empresarial. Es decir, «primero convencemos a los jugadores de que vale la pena pagar por este servicio, y después incluimos en él el juego online. Nadie se quejará«. Y así ha sido: cinco juegos de calidad al mes para PlayStation 3, PS Vita, y ahora PlayStation 4, bien valen el pago de 50 euros al año.
– Recta final de lanzamientos: Sony hizo bien en aprovecharse de la dejadez de Microsoft en el final de Xbox 360 para sacar artillería pesada como God of War Ascension, Beyond: Dos Almas, Puppeteer, Gran Turismo 6, Ni No Kuni y por encima de todos ellos, The Last of Us. Un catálogo sin precedentes en los últimos años de vida de una consola.
– Naughty Dog: La desarrolladora afincada en California siempre había ofrecido calidad para las consolas PlayStation, empezando por Crash Bandicoot en PS One y pasando por Jak & Daxter para PS2. Sin embargo, en PlayStation 3 llegó la consolidación definitiva de esta gente, con la trilogía Uncharted, una franquicia que ya ocupa un lugar importante en el line up de la consola, y el mencionado The Last of Us. Ahora mismo, Naughty Dog es la única desarrolladora first party que vende consolas por sí misma.
– El hackeo de PSN: Probablemente, el momento más vergonzoso de la generación, el más célebre en la prensa generalista y el que mayor daño ha hecho a una compañía en muchísimos años, porque perder la confianza de tus usuarios es lo peor que te puede pasar en el mundo empresarial. La compensación por parte de Sony fue a todas luces insuficiente, pero por mucho que se hubieran esforzado, el poner en peligro los datos de millones de jugadores registrados parece algo inadmisible.
– Primeros años de vida: Sony perdió la simpatía que se había granjeado a lo largo de diez años en el mundo de las consolas en un suspiro, gracias solamente a aquella frase ya citada de Kutaragi. PlayStation estaba a un paso de tener casi el monopolio del videojuego, con una primera Xbox que no terminó de calar y una Nintendo que iba a lo suyo con Wii. Pero la relajación y el exceso de confianza hicieron a Sony perder cuota de mercado en favor de su competidora más directa: Microsoft y su Xbox 360.
– El Dual Shock 3 y Move: No hace falta decir gran cosa, basta con coger un mando de Xbox 360, o mísmamente uno de PlayStation 4 y después intentar jugar con el Dual Shock 3: es lo más parecido a tener la sensación de estar agarrando un mando comprado en cualquier bazar chino. Un diseño que en 1995 estaba bien, pero que en 2013 es vetusto, incómodo, cutre… PS Move es otra historia, un intento fallido de plagiar descaradamente el Wii Mote que no sirvió absolutamente para nada y del que Sony ya está olvidándose. El iluminado al que se le «ocurrió» la «idea» debe estar en la cola del paro, probable y merecidamente.
– The Last of Us: El que ha sido elegido en la redacción como Juego del Año fue toda una sorpresa. Sobrevivir a su propio hype es algo que no todos los juegos son capaces de soportar, y el regalo final que nos dejó Naughty Dog quedará para la historia gracias a sus personajes, su trama, su ambientación, o el coktail casi perfecto de géneros como el sigilo, la acción, el survival… Técnicamente, un anticipo de lo que sería la nueva generación.
– Uncharted 2: El Reino de los Ladrones: Uncharted: Drake´s Fortune sorprendió a la mayoría de jugadores, que esperaban una especie de Tomb Raider y se encontraron con un juego de gran calidad, pero sobre todo, con identidad propia, gracias a su carismático protagonista, Nathan Drake. Pero fue la segunda entrega la que partió la pana, ofreciendo una aventura en mayúsculas, cinematográfica y llena de tensión, a pesar de un final un poco… pse. La tercera parte, Drake´s Deception no fue capaz de igualar lo conseguido, seguramente por haber perdido el factor sorpresa.
– Metal Gear Solid 4: Guns of the Patriots: Apuntarse una entrega numerada de una de las sagas más legendarias de la historia del videojuego es apostar a caballo ganador. Kojima puso el tamaño del juego como motivo para su no aparición en Xbox 360, pero el caso es que la llegada de un Solid Snake viejuno a PS3 le dio un buen empujón en una época complicada para la consola. Habiendo salido en 2008, a día de hoy aún se mantiene fresco jugablemente y técnicamente no desentona. La segunda mejor iteración de la franquicia, solo superada por el gran Snake Eater.
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