El paso de los años no le ha sentado nada bien a la saga Pro Evolution Soccer (PES)de Konami. Todos recordamos los momentos gloriosos de la franquicia deportiva de forma clara en nuestras mentes, pero al mismo tiempo nos damos cuenta del tiempo transcurrido desde aquellos días. Es lo que se suele llamar melancolía.
Aquella época no va a volver. El reinado de PES en el fútbol virtual terminó y es bastante complicado regresar a un lugar con los medios actuales de los que dispone Konami en comparación al gigantesco despliegue y presupuesto de EA Sports. Sin embargo, el empeño y el buen hacer del equipo de origen japonés (aunque bien orientado desde Europa) han hecho este año un PES 2017 muy redondo y altamente recomendable. Es lo que se suele llamar magia.
Los desarrolladores han logrado este año despejar un camino complicado. En su viaje anual Pro Evolution Soccer había tomado un atajo bastante complicado: frondoso y con dificultades variables. Llegó a verse perdido, triste y solitario, por bosques en los que apenas se filtraban rayos de luz. Con su tesón y empeño al final logró saltar las dificultades y, aunque terminó cojeando en ediciones anteriores, este año ha saltado al campo en forma, dispuesto a dar guerra.
Konami ha puesto este año toda la carne en el asador para aumentar la jugabilidad. El título del año pasado no terminó de convencer en esos términos. Había mejoras evidentes, pero PES 2016 acababa por sucumbir antes los propios fallos de los jugadores virtuales en el terreno de juego. Este año, PES 2017 coge todo lo bueno de las dos últimas ediciones y arranca una temporada futbolística trepidante. El tempo del juego es casi perfecto y las nuevas animaciones añadidas responden a la perfección y da la sensación de frescura y movimiento natural.
El movimiento natural de los jugadores es una de las claves para que este año se pueda entonar vítores de alegría. Históricamente los futbolistas en PES respondía de manera robótica a los movimientos del jugador con el pad, dando la sensación de estar en todo momento ante un videojuego anclado en el pasado. Sin embargo, este año se ha dotado de movimientos fluidos que los enmascaran y aunque siguen estando ahí, la sensación se ha diluido por completo.
PES 2017 ha ganado gracias al simple hecho de añadir animaciones al movimiento de los futbolistas virtuales, pero no se quedan ahí los puntos positivos del juego. El balón, punto clave de cualquier juego de fútbol, se comporta a la perfección.
Durante muchas ediciones, Pro Evolution Soccer ha hecho gala presumiblemente de un comportamiento esquisto del balón, pero a la hora de la verdad, aunque el peso y la físicas eran correctas en la mayoría del tiempo, siempre había momentos que dejaban en evidencia todo el trabajo realizado: saques potentes del portero con la mano, tiros imposibles, etc.
He rebuscado y he intentado buscar un pero en este apartado y me ha sido imposible. Konami ha corregido las irregularidades en la física del balón. En todas las situaciones el esférico se comporta como ocurre en la realidad, haciendo ganar muchos puntos positivos a la entrega de este año.
La mención positiva más enérgica que puedo hacer de PES 2017 se encuentra en el futbolista bajo los palos. Los guardametas han evolucionado de manera brillante, dando un salto cualitativo desde entregas anteriores. Los porteros dejan de ser meros muñecos situados en la línea de gol para ser útiles. No solo contienen más animaciones, sino que además salen a por los balones, despejan, atajan y cubren bien los espacios de las subidas de los defensas. La demo lanzada días antes de lanzamiento oficial me dejó bastantes dudas, pero finalmente Konami ha logrado recuperar a los arqueros.
Quizá el aspecto menos conseguido en el juego sea la resolución de los choques. Resulta bastante sencillo en líneas generales arrebatar el control del esférico a un rival, sobre todo controlado por la CPU. Es demasiado efectivo el pressing cuerpo a cuerpo, y a veces muestra situaciones poco realistas. El futbolista de PES 2017 tarda demasiado en recuperarse de un choque en el campo y cuando dos rivales se golpean existen varios segundos de desconcierto en el que es complicado averiguar quién tiene el control del balón. No es un elemento que mine la calidad del juego, pero los desarrolladores tiene trabajo que realizar en ese sentido, bien sea a modo de parche para este PES o para la edición del año que viene.
En el campo también existen algunas situaciones algo irritantes. Sobre todo al respecto del cambio manual de jugador a controlar. En alguna ocasión, la CPU elige a un futbolista poco adecuado para controlar cuando se pulsa el botón correspondiente. Suele estar más alejado que otro compañero o incluso en situación más complicada para hacerse con el balón, lo que llega a causar más de una molestia al enfrentarse al ataque del rival.
En definitiva, las mejoras jugables añadidas a PES 2017 lo convierten en un fantástico juego de fútbol que este año puede entonar al fin un “lo hemos conseguido”. En lo que respecta al juego en sí, Konami ha hecho un estupendo trabajo. Nada grave que reseñar, al contrario. Tiene además un mérito increíble viendo los medios disponibles: la situación de la compañía japonesa no parece ser la más boyante y aun así se han sacado de la manga un producto asombroso.
Esta pobre situación se ha visto reflejada no obstante en PES. Este año ha existido un claro retroceso en otro de los aspectos claves de un título deportivo: la realidad. La falta de licencias deportivas ha hecho y puede seguir haciendo bastante daño al título que nos ocupa. En cuanto a Europa se refiere muy pocos equipos aparecen con sus nombres reales y ni siquiera Konami se ha molestado en hacerlos similares. La Liga Santander es un claro ejemplo de esta apatía japonesa a la hora de imprimir realismo.
Entiendo que las licencias pueden suponer un gasto mayor del que la compañía quiera asumir. Pero ya que no se cuenta con la licencia adecuada, al menos deja a los equipos con un aspecto similar. En España, por ejemplo, los clubes aparecen con un código que los representa en el nombre. El Real Madrid se llama MD White, o lo que es lo mismo: código de provincia (Madrid) y código de color de camiseta (blanco). Sin embargo, a la hora de la verdad este MD White cuenta con dos uniformes: uno negro con mangas blancas y otro con rayas en dos tonos de gris.
¿Tanto costaba vestir al Madrid de blanco? Hay incluso aberraciones como ver al Deportivo de La Coruña con una equipación azul celeste… El tema técnico de PES 2017 también se ha visto empañado por el presupuesto modesto. Salvo los equipos licenciados (FC Barcelona o Atlético de Madrid, por ejemplo) los rostros de los jugadores no han evolucionado con respecto al año anterior, mientras que aunque el parecido es asombros con los jugadores reales, en cuanto el futbolista virtual gesticula, este se pierde por completo. El cuerpo del futbolista tampoco expresa realismo por los cuatro costados. Siguen sin estar estilizados, a pesar del buen gesto de incluir los movimientos fieles de las máximas estrellas.
Lo peor de todo el juego se encuentra un año más en el apartado sonoro, al menos en el mercado español. La grada suena fantásticamente, sobre todo con la inclusión de ambientes como el Camp Nou, pero el dúo de comentaristas, a pesar de contar con los periodistas Carlos Martínez y Julio Maldonado, sigue errando el tiro a cada comentario que hacen. El problema no es suyo, sino que Konami no trabaja desde hace años este aspecto y los comentarios no son acordes al ritmo del juego, ni si quiera lo son con respecto a ellos mismos: una misma frase suena con diferentes tonos y no da la sensación de locución real. Mal. Muy mal una vez más los comentarios. La banda sonora acompaña bien al juego. Es aceptable simplemente.