Si habéis seguido últimamente la actualidad del mundillo seguro que estáis al tanto de Ouya, próxima consola de sobremesa basada en Android y concebida como una plataforma totalmente abierta.
El proyecto se presentó en la famosa web, dedicada a la financiación de proyectos a través de la fórmula del crowdfunding, Kickstarter, con un objetivo inicial de recaudación de 950.000 dólares y ha sido tal el éxito que en menos de una semana ya lleva recaudados más de 4 millones de dólares.
La idea tiene detrás a gente con experiencia en el sector y cuenta con el apoyo de importantes nombres de la industria, pero esta información, que podéis encontrar fácilmente en la sección de actualidad, no es el objeto de este artículo. No pretendemos aquí hacer la típica reseña insípida que veréis en otras páginas más “grandes” sino que queremos centrarnos en la idea que hay detrás de esta consola de nombre onomatopéyico y que indicaba recientemente nuestro compañero Victor Ayora: romper de un plumazo el negocio tal y como lo conocemos en la actualidad.
En Guilty Bit nos caracterizamos por nuestra independencia. No le rendimos pleitesía a ninguna “alta instancia” ni formamos parte de “intereses mediáticos superiores”. Gracias a esta libertad, podemos decir las cosas como son, y no hay una verdad mayor que el hecho de que el actual modelo de negocio de la industria del videojuego no es más que un vetusto y oxidado engendro concebido en un sórdido contubernio entre los sectores implicados (fabricantes, desarrolladores, editores y cadenas comerciales) dando totalmente la espalda al usuario y buscando únicamente sacar la mayor tajada económica posible.
En lugar de aceptar que este modelo de juegos a 70€ está desfasado y que no se ajusta para nada a la realidad social ni económica, las compañías se obsesionan no sólo por perpetuarlo sino también por ampliarlo con grandes inventos como los DLC´s o los servicios Premium a fin de seguir exprimiendo al máximo al consumidor. Las excusas para este atraco ya están más que vistas: piratería, altos costes de producción, que los videojuegos no son un artículo de primera necesidad…
Sin embargo, el éxito de plataformas digitales como Steam o el auge de los dispositivos móviles están empezando a abrir fisuras en el macizo y avaricioso modelo creado por las compañías. Los usuarios empiezan a ver que hay alternativas a parte de ser un borrego más en el rebaño.
Estas fisuras que comentábamos arriba, podrían convertirse en profundas grietas si la idea planteada por Ouya de fusionar el modelo freemium de los juegos para Android con el concepto más clásico de las consolas de sobremesa saliera adelante. No se trataría sólo de tener a nuestra disposición juegos en su mayoría free to play o a un coste justo sino que al ser un sistema abierto y libre, montones de pequeños desarrolladores, que no podrían hacer frente a los costes de programar en plataformas mayores, podrían también lanzar sus creaciones (podríamos hablar de democratización de la industria)
Es cierto que por características técnicas, no vamos a ver juegos como los triple A actuales y que es un proyecto que todavía está en ciernes y del quedan muchas cosas por ver; pero en Guilty Bit nos quedamos con la idea de la revolución que Ouya ha puesto sobre la mesa y con la rebelión (esta auténtica, no como el puro marketing de AC III) frente a la tiranía de la industria de las más de 35 mil personas que ya han apoyado la iniciativa en Kickstarter. Sin duda, seguiremos esta consola de cerca.