Llevamos ya unos cuantos meses en los que se promueven iniciativas para normalizar la presencia de mujeres en el sector de los videojuegos, no sólo como modelos o actrices, sino como parte activa en la creación y en el disfrute de todo tipo de títulos. Como es lógico, la opinión de las implicadas es la más importante, sólo ellas pueden conocer su experiencia, de la misma manera que sólo yo conozco la mía, mi situación y mi motivación para dedicarle tanto tiempo a este hobby.
Creo que puedo hablar en nombre de todos mis compañeros en GuiltyBit cuando digo que a nosotros no nos influye cómo es el que juega o el que desarrolla un juego a la hora de hablar sobre el título en cuestión. De hecho, nos cachondeamos de todos por igual, que ahí está la gracia, en no hacer diferencias. Pero hay ciertas decisiones creativas, y esto sí lo digo como opinión personal, que a mí me parecen bastante discutibles. Y os podéis hacer una idea de a cuales me refiero.
No es que me escandalice por ver «piel humana» o se me revuelva el estómago con la sangre y las vísceras. Más que nada por que soy muy consciente de que no son más que pixels en una pantalla (igual que en las pelis es todo a base de efectos especiales). El problema viene cuando el morbo se antepone a la coherencia en la historia y el lugar. Aunque bueno, el ejemplo más claro son los juegos de lucha como Street Fighter o Dead Or Alive, en los que el argumento y el trasfondo es lo de menos, pero creo que se me entiende.
Los que empezamos a disfrutar de esto de los videojuegos allá por los ochenta y los noventa, realmente no teníamos demasiados problemas de este estilo. Lo más criticable en este sentido es que a las princesas siempre había que rescatarlas (Zelda, Peach, etc), aunque había alguna heroína interespacial que se valía por si misma (grande Samus Aran). Me atrevería a decir que hasta la llegada de Lara Croft y su aparición en la gran pantalla no se empezó a explotar la imagen de la mujer como reclamo en este sector. Es verdad que ya todos conocíamos a Chun-li, pero era más por las patadas que arriaba que por otra cosa.
Soy de los que piensa que el reinicio de la saga Tomb Raider, más allá de la calidad del juego, tiene como gran acierto el transformar a Lara en un chica más normal. Y con lo de normal, por si le queréis sacar punta, me refiero más a su indumentaria, más acorde para una arqueóloga. Porque en sus primeras aventuras no dejaba de ser una versión algo más sutil de las armaduras femeninas de los RPG. Sí, lo habéis acertado, los bikinis metálicos con hombreras que te dan +60 de armadura.
Por suerte, en los últimos años hemos podido conocer bastantes protagonistas femeninas que visten con coherencia a la vida que llevan y además tienen carisma de sobra. Sin contar a la nueva Lara o a la legendaria Samus, chicas como Faith (Mirror’s Edge), Chell (Portal) o Amanda Ripley (Alien: Isolation) son ejemplos de personajes principales con los que a mí me resulta cómodo jugar. Porque son creíbles en su entorno tal como ha sido diseñado. Y ese es justamente el problema fundamental que le veo a Quiet, de Metal Gear Solid V, por mucha explicación que le quiera dar Kojima.
Por poner un ejemplo bastante claro, en The Witcher 3, en una de las misiones tienes que enfrentarte a un malhechor que se dedica a torturar prostitutas y Geralt lo pilla en plena faena. La pobre muchacha aparece desnuda todo el rato hasta que la salvas. ¿Es necesaria la desnudez para la misión y el desarrollo de la historia? No. ¿Es coherente con el momento y el guión? Sí. Lo que no sería normal es que en medio del bosque persiguiendo a un hombre lobo apareciera una chica sin ropa. Y si precisamente hablo de The Witcher es porque los desnudos son más que habituales, pero menos morbosos, por decirlo de alguna manera.
Volviendo a Quiet y la razón de su escaso vestuario podemos decir que, al igual que el atuendo de Mika de Street Fighter, son decisión exclusiva de su director. No haré ningún spoiler (sólo tenéis que buscar en google), pero con la de idas de olla que ha escrito siempre Kojima, se podría haber currado un poco más el motivo o haberle buscado una alternativa estética más alejada de Los Vigilantes de la Playa. O como mínimo darle algo de diálogo, un poco de importancia, que no dice ni mu la jodía.
Pero claro, como he dicho antes, sólo es un reclamo utilizado para venderle más juegos a los chicos. Se da por sentado que es el sector mayoritario a la hora de consumir y, por desgracia, todo se crea con ese target en mente. Quizás no sea tan habitual en la literatura, pero en el cine, en los comics y en los videojuegos, los blockbusters están orientados al público masculino. Excepto las comedias románticas y los Candy Crush, que eso sí es para chicas. Una vergüenza vamos.
¿Podemos evitarlo? Pues sí, pero tampoco es que yo sea partidario del boicot. Creo que es mucho más positivo premiar a los que lo hacen bien, comprando sus juegos y recomendándolos, que dejando de comprar los que lo hacen mal. Porque aunque no lo he jugado, estoy convencido que Metal Gear Solid V es un juegazo para disfrutarlo con un fallo de diseño importante. DC o Marvel tienen el mismo problema en sus comics, porque sus personajes femeninos podrían tener los mismos poderes y habilidades con más ropa, pero eso no quiere decir que no sean grandes historias.
Así que en definitiva, aunque haya algunos que intenten justificar todo este destape con la libertad creativa y de expresión y todas esas cosas, no hay ninguna necesidad razonable para que Quiet, Mika o las integrantes del plantel de Dead or Alive enseñen cacha. Como ejercicio de comprensión, imaginad por un momento que Geralt, Bruce Wayne, Ryu o el propio Big Boss se pasearan por todo el juego en tanga, ¿os parecería normal? Pues eso. No basta con decir que «son cosas de Kojima» o «los juegos de lucha siempre han sido así».