Antes de comenzar me gustaría decir que yo pertenezco a la generación del 94, generación que marca el principio del fin. No es por criticar a los gamers ni mucho menos por desprestigiar a las compañías de juegos: ellas se aprovechan del mercado, siempre buscando beneficios. Ahora bien, ¿y si la culpa la tienes tú, culpable? ¿Recuerdas cuando las consolas no estaban conectadas a internet y lo único que pagabas, además de por el juego, eran por expansiones que incluían algo que merecía la pena pagar o por segundas partes? Hemos dejado que los DLC nos invadan y que paguemos por ser betatesters.
Vale, ahora pienso concluir mi introducción con sentencias que a no mucha gente gustarán: la culpa es nuestra, de consolas que se conectan a internet, de las empresas que se aprovechan de sus compradores y de papá, mamá e hijo(s) pero antes de atar mi cuerpo a prestos corceles para que lo destrocen, dejad que me explique.
También quiero dejar muy claro que no es por criticar, intento ser lo más objetivo posible, simplemente quiero aportar una opinión igual de válida que la de aquel que esté en contra mía. Dicho esto, empezamos con un poco de historia que se resume perfectamente en este coñero cuadro que Google me ha proporcionado.
Historia de los contenidos descargables o de cómo se ha ido permitiendo un modelo de mercado
Bien, esto comienza así: ¿dónde se jugaba en los comienzos del mercado del entretenimiento digital? Exacto, en PC. Aquí empiezan los primeros DLC, nada que ver con lo que conocemos ahora: los MODS. Sí, aquellos simpáticos cambios en los motores del juego en los que podías ver cadáveres desnudos en Skyrim (no sé si quiero probarlo, mi parte morbosa me dice que sí y la otra… también, pero no lo tengo para PC), podías ver nuevos juegos como Portal o que incluso han permitido a personas poder convertirse en pequeños creadores gracias a Minecraft (otro gran culpable). Todo comienza aquí, en los ordenadores aunque la auténtica catástrofe comienza con las videoconsolas.
Algunas consolas comenzaron a tener contenidos descargables muy, muy, muy reducidos debido a la ausencia de un internet generalizado y al reducido tamaño de la memoria de las consolas. Pero dejad que os cuente una historia llamada Sony, Microsoft y un «pues ha colado».
Al poco de nacer Xbox LIVE (y por ende internet ya estaba extendido y las consolas podían conectarse a la red) los juegos de Microsoft contaban con contenido extra descargable completamente gratis hasta que decidió probar a cobrar por ciertas cosas y sustituir el sistema de crédito por puntos Microsoft. ¡Eres un hater de mierda, odias Xbox! A ver, que no te enteras, Xbox empezó pero luego llegó PlayStation 3 y terminó de rematarlo.
PSN empezó a llenarse de contenido de pago desde su nacimiento, si le ha ido bien a Microsoft a ellos también, ¿no? Pues, craso error. Habían intentado crear un juego muy, muy capado que gracias a Dios no funcionó: Gran Turismo HD Concept, un juego que comenzaba con un contenido limitado y que ibas ampliando según comprases circuitos y coches… un cachondeo vaya.
Con todos estos precedentes vemos que las compañías dedicaban a sus exclusivos una posición especial en sus plataformas de descarga y comenzaron a sacar provecho de ello… situación que acabó expandiéndose debido al ansia de las desarrolladoras «¿Si a Sony y a Microsoft les fue bien, nosotros podemos sacar tajada? Claro que podemos.» Y gracias a esta idea, la cosa ha ido a más.
Pongamos varios casos de DLC abusivos e incluso inconcebibles. Primero, Rock Band, el juego que mediante modos de juego y canciones que podían haber sido incluidos desde su lanzamiento hacen que pases de pagar 50-60€ a pagar una media de 400-500€ por el juego COMPLETO. Luego está Borderlands, un juego que te añade subidas de nivel y elementos que podrían venir de fábrica a pesar de que cuenta con expansiones por las cuales sí merece la pena pagar por ser expansiones hechas y derechas… y muchos juegos más. Esto me recuerda a la última lacra de los contenidos descargables, el Season Pass.
Sí, culpables, ese elemento que por una desorbitada cantidad puedes obtener acceso a contenido que podría venir incluido (y que de hecho en ocasiones viene y simplemente pagando te limitas a desbloquearlo) y que si no, tendrías que adquirir por un precio aún más desorbitado, lo último de lo último y que ya pasa de castaño oscuro.
Juegos que vienen capados de fábrica, contenidos insulsos a precios inaceptables, contenidos que podrían ser gratuitos pero no lo son… ese es el mercado que se ha creado.
El círculo visioso del consumismo
Bien, tras echarle la culpa a las empresas vamos con los otros culpables de la situación: nosotros. Nosotros como consumidores hemos permitido que esto ocurra; nosotros hemos hecho que las empresas cada vez tengan más cara; nosotros hemos conseguido que la generación haya caído en lo que ha sido y nosotros hemos causado la siguiente generación de consolas. Nosotros.
Niños que quieren ver como su personaje va vestido de caballero montado en su caballo en pleno siglo XXI, adolescentes y semiadolescentes que quieren acabar con sus rivales en mapas en los que nunca han jugado con armas que nunca han usado, adultos que quieren volver a jugar a juegos de su infancia o adolescencia sin tener que volver a enchufar la consola antigua o bajarla del altillo ya que han mejorado levemente los gráficos y tiene contenido que no vale para nada.
Todos tenemos la culpa, los padres del niño por consentir ese gasto y permitirles gastar dinero en esas plataformas descargables, el adolescente por invertir su paga en eso en lugar de ahorrarlo o gastarlo en cosas más útiles como nuevos juegos u otros medios de cultura o entretenimiento y el adulto por dejarse convencer por unas empresas que recurren a la nostalgia para sacarte los cuartos. Sí, las empresas utilizan la psicología y la nostalgia para desplumarnos: remakes en «alta definición» y tonterías por el estilo. Me declaro culpable de haberlas comprado, pero solo por el hecho de no poder haber jugado en su momento.
Las empresas crean un producto que venden, publicitan y distribuyen bien, ese producto se compra y tiene éxito, con lo cual la fórmula se va a repetir y, con el paso del tiempo, amplificando y exacerbando. La culpa es de todos.
¿Somos betatesters que pagamos por serlo?
En esto no me pararé mucho ya que es más de lo mismo: la versión de los DLC pero de PC: Steam ha incluido el «acceso anticipado» es decir, pagas menos por el juego final pero lo pruebas… sí, sí, hay elementos que no tendrás hasta el juego final o que te encargas de poner a prueba. Y la culpa es de Notch y de Minecraft.
Sí, el jueguecito de los bloques que ha revolucionado el mundo del entretenimiento… y su mercado. Podías comprar el juego en alpha baratísimo y con el boca a boca la situación se fue ampliando hasta crear una empresa millonaria con una comunidad potente y que ha contaminado el mercado en PC (y posteriormente en consolas), llenando de juegos en los cuales ejerces la posición de betatesters por el mero hecho de ahorrar y de ganar dinero ya antes de lanzar el juego. La culpa vuelve a ser nuestra por permitirlo y de las empresas por aprovecharse.
La otra cara de la generación: youtube y las redes sociales
Uno de los elementos que ha caracterizado esta generación han sido los gameplays y la comunidad de Youtube, gente que puede ganar dinero jugando y dejando que la gente los vea. Parece bueno, solo que esto es la parte buena. ¿La mala? La que ocurre en todas las artes, imitadores que saturan el mercado (Youtube y las redes sociales) con contenido parecido que no se diferencia del original. Vemos que cada vez hay menos y menos youtubers famosos ya que es muy, muy difícil ofrecer contenido nuevo.
Esta situación es la que ha llevado a las consolas de nueva generación a ser tan sociales: que los jugadores cada vez interactúan más fuera del mero juego y se ha creado un mercado independiente gracias a esto. ¿Es una crítica? Al contrario, simplemente ha hecho que evolucione una parte de la comunidad gamer y es lo que ha llevado a que las siguientes consolas sean así.
Conclusión y fin de la tortura
Xbox One no lo ha hecho bien en su Reveal al igual que PlayStation 4 no lo ha hecho bien en su Meeting y les echamos la culpa a ellos cuando lo que han hecho ha sido debido a nosotros. Lo que antes se ofrecía y consumíamos simplemente se mejora y potencia, como ha de ser en una nueva generación. Sólo miraos al espejo de gamers y preguntaos «¿No habré sido yo por comprar algún que otro DLC?» «¿No habré sido yo por querer más y más contenido y dejar que se me nublase la vista?» «¿No habré sido yo por dejar que las empresas hayan perdido parte de la esencia de gamers?» A todo esto debéis responder sí… y no. No nos quejemos de algo sin ser completamente conscientes de nuestra culpabilidad. Sí, os hablo a vosotros, generaciones del 93 en adelante, vosotros que habéis permitido que eso ocurra, tenéis gran parte de culpa. Y también os hablo a vosotros, generaciones de los 90 hacia atrás, padres y madres que dais el brazo a torcer a la hora de que vuestros hijos compren juegos, tenéis la menor parte de la culpa, pero ni vosotros os libráis. Tendré una consola de nueva generación en casa, lo tengo claro, ahora bien, no pienso dejar que las empresas se aprovechen de mí con lo cual os digo lo siguiente.
No juzguéis si no queréis ser juzgados, dice el dicho. No nos quejemos de los daños de una guerra que hemos financiado nosotros, no pongamos el grito al cielo por hechos que hemos pagado. Simplemente digo: no compréis y ya está. Sé que por mi parte no han recibido casi nada (he pagado por un par de DLC que me interesaban sí, pero contables con una mano) Tendré una consola de nueva generación en casa, lo tengo claro, ahora bien, no pienso dejar que las empresas se aprovechen de mí… ¿y vosotros?