Recientemente nos hemos encontrado con dos grandes noticias que, sinceramente, me han sorprendido bastante: la primera fue aquel cambio drástico en la política de Xbox One y la segunda el nuevo rediseño de 3DS. Pero tranquilos, que no estoy aquí para hablar “en contra” de PS4 como la otra vez, que sé que mis queridos haters ya estaban relamiéndose con una copa de vino en la mano derecha, cual Señores del Mal, para ponerme a parir en Twitter.
No, culpables, hoy vengo a hablaros de una cosa muy distinta, y es la credibilidad de marca. A priori, el hecho de que Xbox One cambiara una política que había levantado muchas ampollas puede parecer algo bueno. Y más aún que Nintendo decida sacar una consola más barata para aquellos que no pueden ver el 3D, o que les resulta muy fatigoso. Pero como hemos podido ver, la realidad es ciertamente distinta. Microsoft pretendía abarcar más mercado con ese cambio de “restricciones” y, sin embargo, la opinión más generalizada es que no confían en ellos por bajarse los pantalones. Y con la Gran N pasa exactamente lo mismo, una gran cantidad de gente diciendo que no merece su confianza por quitar aquello por lo que habían apostado en el terreno portátil.
Entonces claro, uno se queda pensando ¿qué sentido tienen que los que critican una decisión o un producto, sigan criticándolo cuando este ha pegado un giro de 180 grados? ¿Qué sentido tiene quejarse de Xbox One antes y después del cambio de políticas? ¿Qué sentido tiene quejarse de 3DS antes y después de que Nintendo haya anunciado un modelo de consola sin 3D? Pues muy sencillo, a las personas nos gusta quejarnos. De todo y por cualquier motivo. Y si encima que nos quejamos podemos dirigir nuestras quejas y nuestra bilis hacia alguien (persona, empresa o producto) en particular, mejor que mejor.
Por tanto, en mi cabeza se ha ido formando una idea, que es la que ahora he decido pasar a negro sobre blanco: las compañías no deben escuchar a los usuarios. O, al menos, no deben hacerlo a ciegas porque pasa lo que acabo de contar, que algunos siguen pensando que tu credibilidad como empresa se hace añicos y por tanto tu producto acaba seriamente perjudicado. La situación ideal, al menos para mí, sería que absolutamente todas las compañías fueran a su bola y solo tuvieran en cuenta a los usuarios para corregir levemente su rumbo pero siempre teniendo a la vista un destino claro.
Al fin y al cabo encontrarnos con un mercado muy fragmentado con proposiciones totalmente diferentes es algo que nos beneficiaría a nosotros, los usuarios, de una manera espectacular. Pero por desgracia, quizá estas cosas sean la consecuencia de que el mundo del videojuego se ha convertido en un monstruo capitalista que cada día no hace más que consumirse a sí mismo hasta que llegue el momento en el que no pueda sostenerse y se vaya todo al carajo.