El tipo de jugador y juego está cada vez más marcado, sea hardcore o casual, pero Nintendo hace sus juegos para todos los públicos.
Vayamos de frente: no entré en el mundo de Nintendo hasta la Switch. De pequeño, como todo chaval, tuve un par de Game Boys, pero nunca pasé de la Advance y apenas toqué el resto de las consolas. Pero la Switch me pareció algo tan innovador y bien pensado que no pude resistirme. Eso y, claro está, un Breath of the Wild y un Mario Odyssey que me sedujeron terriblemente. Y cuando entré en ellos me di cuenta de cómo Nintendo hace juegos para todos los públicos. Y no, no hablo del PEGI, sino del tipo de jugador.
Pero antes vayámonos al contra punto más evidente: FROMSOFTWARE. La compañía nipona se caracteriza por hacer de sus juegos una experiencia basada en el reto no apto para todo tipo de jugadores. Jugar a los Dark Souls, Bloodborne y Sekiro no es algo que todo jugador pueda hacer ya que, por su dificultad, muchos de los jugadores se echarán para atrás en los primeros compases de la aventura. Esto en Nintendo no es así.
No dejar a nadie fuera
La saga Soulsborne y Sekiro, por motivos evidentes, deja a muchos jugadores fuera de su captación de mercado. Esto es algo deliberado, ya que es lo que buscan y por esa misma razón ni se plantean añadir un modo fácil. Buscan la dificultad por encima de la accesibilidad.
En el caso de Nintendo, al menos de la Nintendo que yo puedo hablar, no es así. Desde fuera sí puede ser que se vea a la gran N como la plataforma más friendly a la hora de entrar a jugar. La imagen de Mario y sus juegos nos evoca algo desenfadado, sin mucha comedura de cabeza e incluso para niños, pero esto es solo en apariencia.
Jugando a Super Mario 3D World me he dado cuenta de las capas de profundidad que pueden llegar a tener los juegos de Nintendo. Me acerqué a él pensando que sería un plataformas más, fácil de llevar y con cierta curva de dificultad. Y sí, fue exactamente eso… al menos hasta que me lo pasé.
Y es que Super Mario 3D World está diseñado a la perfección para gustar y contentar a todo el mundo. Tras pasarte el juego se abren varios mundos considerablemente más complicados que los anteriores. Pero la cosa no queda ahí: para desbloquear el mundo oculto deberemos conseguir todas las estrellas, sellos y banderas de los niveles.
De esta forma Super Mario 3D World utiliza su endgame para plantear un reto verdaderamente desafiante para aquellos que busquen algo más. Y ahí me vi yo, rabiando porque era incapaz de conseguir una estrella verde en lo que pensaba que iba a ser un mero camino de rosas.
Una filosofía aún vigente
Por supuesto, estamos hablando de un juego que ya tiene unos añitos y podríamos pensar que la Nintendo de ahora es otra cosa, pero la realidad dice lo contrario. Podemos hablar de los distintos tipos de juegos que lanzan, tan diferentes como Ring Fit o Animal Crossing: New Horizons, pero quiero irme a los dos máximos exponentes de Switch: Mario Odyssey y Breath of the Wild.
Mario Odyssey sigue muy en la línea de lo que vengo mencionando con Super Mario 3D World, solo que va un paso más allá. A diferencia del primero, este Odyssey divide su acción en mundos abiertos donde el jugador debe usar su imaginación y habilidad.
Como no podía ser de otra forma, una vez terminado el juego base se abre al jugador una ingente cantidad de tareas secundarias por hacer. Ya no solo conseguir todas las lunas, sino que tendremos carreras y retos en niveles más comedidos.
Completar Mario Odyssey al 100% solo está al alcance de los más hábiles, justo en contra posición de lo que supone pasarse el juego base, lo cual resulta más o menos sencillo. Otra vez Nintendo tratando (y consiguiendo) llegar a todos los públicos por igual, en un equilibrio perfecto entre el pasatiempo y el reto.
Con Breath of the Wild la cosa cambia un poco, pero no demasiado. El propio sistema del juego deja total libertad al jugador para explorar a su antojo desde el minuto uno. Ciertamente, existen unas especies de guías invisibles que indican al jugador por donde avanzar en base a las limitaciones propias, pero son orientativas, ya que en la práctica tenemos libertad total.
Pero, como era de esperar, hay un porcentaje importante del juego dedicado a aquellos que quieren exprimir al máximo el juego. Secretos, armas, enfrentamientos… lo cierto es que, quizás, el endgame sea mejorable en muchos aspectos y en tantos otros no supone un grandísimo reto, pero ahí está y no se debe pasar por alto.
¿Incluir a todos los jugadores?
Entonces aquí se nos abre un debate que viene desde hace tiempo. ¿Deben los juegos ser para todo tipo de público? Ciertamente es una pregunta difícil de responder y con muchos matices. Sí, títulos como Super Mario 3D World o el reciente Crash Bandicoot 4 pueden incluir de manera sencilla un desafío superior para aquellos jugadores que busquen más, porque ir a más es siempre más sencillo.
Pero, ¿Cómo hacemos de Sekiro algo más accesible sin romper la experiencia original? En su día se habló largo y tendido del tema, pero se llegaron a pocas conclusiones. Quizás juegos cono Celeste supieron dar un punto interesante: modulando la dificultad, pero… honestamente, creo que esto no se puede aplicar a todos los juegos.
Por ejemplo, en mi caso, me flipa todo lo que rodea a los survival horror. Sagas como Resident Evil, Silent Hill o Dead Space siempre me han atraído y las he jugado hasta donde he podido porque… me dan demasiada ansiedad. Entonces, ¿por qué no adaptan el juego a mí? Menos oscuridad, más balas, más vida…
En cierto modo, elegir dificultad siempre me ha ayudado a aproximarme a estos juegos, pero indudablemente estaba sacrificando parte del encanto del juego simplemente por poder jugar. Es probable que me dejase algo fundamental del título por el mero hecho de rebajar lo que le hacía interesante.
Dar con la tecla de no exclusión es algo realmente difícil y no todos los juegos pueden acceder. En un plataformas como Super Mario 3D World es fácil incluir desafíos. Mario Kart, con sus circuitos y diferente cilindrada, también. Siempre es más fácil añadir hacia arriba que restar hacia abajo.
Quizás los jugadores deberíamos ser conscientes de nuestras limitaciones a la hora de elegir a qué jugar. A todos nos puede gustar determinado juego que, por lo que es, se nos haga algo inaccesible. Ocurrió con Bloodborne, Sekiro y ocurrirá con Elden Ring. Quizás también ocurra con Breath of the Wild 2 y muchos jugadores no encuentren en él lo que buscan, por X o por Y.
Afortunadamente el catálogo de cada plataforma de juego es increíblemente variado. Si un juego no te gusta, puedes saltar a otro, y así hasta dar con aquello que encaje en tus gustos. Leer críticas periodísticas, ver vídeos del juego o incluso darle un tiento a la demo o al juego si lo tenemos en plataformas como Game Pass, son medidas perfectas para saber si el juego que deseas te va a satisfacer o, por el contrario, debes olvidarlo.