Un mapa ambientado en el Mediterráneo del siglo XV nos da la bienvenida en un peculiar juego basado principalmente en la exploración de los rincones de su mundo.
No todo el campo es verde y en ocasiones toca ver la fealdad para poder apreciar la belleza. Como diría mi compañero Héctor, no tiene sentido evitar aquellas obras que consideras vas a ser mala, porque si no los juegas ¿cómo vas a saber que el resto son buenas? A veces es necesaria la comparación con el infierno para comprender bien el paraíso.
Y con Neo Atlas 1469 yo he entrado directamente en el inframundo.
[divider]La interfaz premonitoria[/divider]
Por mucho que un producto te disguste, cuando hace algo bien hay que reconocérselo. Y Neo Atlas 1469 es sin duda un juego honesto. Uno no tarda mucho en darse cuenta de lo que le espera.
Y es que los diseños que te dan la bienvenida son como los acólitos de Lucifer anunciando el Apocalipsis. Aunque, al parecer, pretenden ser ángeles. Os dejo a vosotros la última palabra en esa cuestión.
En cualquier caso, visualmente no tardas mucho en percatarte de que posee un estilo… peculiar. Una poco agraciada luna, un ángel de mirada seductora que por algún motivo aparece por triplicado y un señor con sonrisa perturbadora que parece empeñado en arruinarte la experiencia serán tu carta de presentación y te acompañarán durante el horror la aventura.
Antes de seguir, he de decir que si tuviese que quedarme con algún apartado de Neo Atlas 1469, sería con este. Sí, ese es el nivel.
[divider]El juego que hizo llorar a William Wallace[/divider]
La libertad es un concepto muy ambiguo. Si entramos en la teoría política liberal, la libertad implica el individualismo, la posibilidad de pensar y expresarte sin trabas y la ausencia de coacción. Si nos metemos en la teoría marxista, se incluye además en la definición de libertad el no ser esclavo de las necesidades básicas. Y si nos vamos a Neo Atlas 1469 y buscamos libertad, encontramos un mensaje que pone error 404 not found.
Creo que pocas veces he encontrado un título con una necesidad tan imperante y desesperante de llevarme de la mano en todo momento. Cada poco tiempo, el control de los mandos te es arrebatado para… espera un momento, que todavía no he explicado de lo que va el juego y ya va siendo hora. Básicamente, tenemos que encontrar tesoros, pagar con ellos a nuestros almirantes y explorar el mapa -literalmente, es un mapa sin más- desde un aspecto cenital hasta completarlo según lo que vayamos encontrando.
Una vez hecho el aburrido trámite de contar la base de este soporífero juego, volvamos a lo interesante. Al desastre en sí mismo. Como iba diciendo, cada vez que te diriges a un sitio, encuentras algo de interés, o abres un cofre, aparece el señor de risa perturbadora a recordarte que él es el que realmente manda ahí, y te obliga a tragarte una charla digna de un decano universitario. Después de un par de muecas exageradas e información innecesaria el hombrecito se va y te deja libre… aproximadamente diez segundos, para volver al poco a guiarte en lo que no necesita guía.
La guinda del pastel en este sentido la dejaron dos de mis momentos favoritos. En el primero se me instaba a buscar a uno de mis almirantes, después de indicárseme dónde podía estar. En ese momento dejé el juego puesto un minuto, sin usarlo ni poner pausa… y se ve que se impacientó, porque ante mi inacción avanzó él solito al sitio al que tenía que ir y me dijo que ahí era donde tenía que hacer clic.
El segundo fue tan breve como clarificador. Tras más de una hora de juego, Neo Atlas 1469 dedicó un minuto a explicarme que si le daba al botón de guardar partida, se guardaba la partida.
[divider]La dictadura del clic[/divider]
Es prácticamente la única actividad que haremos a lo largo del juego. Clic para abrir un cofre. Clic para que el monólogo siga su curso lo más rápido posible. Clic para aprobar o rechazar los informes que traen tus almirantes sobre los lugares del mundo que visitan.
Habrá quien encuentre diversión en este título, al igual que los hay que la encuentran en sacrificar vírgenes y regar con su sangre un altar, pero tal y como está planteado no puedo encontrar nada especialmente bueno que decir de él. Quizás la posibilidad de trazar un mapa distinto según tomes decisiones en tu aventura, pero, honestamente, a mí eso no me atrajo lo más mínimo.