Muere el actor Tony Barry a los 83 años, veterano actor australiano en la gran y pequeña pantalla que dedicó su vida al séptimo arte.
Muere el actor Tony Barry a los 83 años. Veterano actor australiano de cine y televisión que protagonizó la comedia de culto neozelandesa Goodbye Pork Pie; ¡Vaya movida! En España. Tuvo un largo papel en la serie dramática de televisión The Time of Our Lives.
Tony nació el 28 de agosto de 1941 en Queensland, Australia. Allí, debutó en la pequeña pantalla en el 68 en la serie de televisión Skippy: the Bush Kangaroo, y tal fue su éxito que acabó apareciendo en programas de televisión australianos como The Box o Matlock Police.
En el cine, debutó en el largometraje The Mango Tree, en el 77, dirigido por Kevin James Dobson. En los siguientes años acumuló más de 160 papeles en cine y televisión. Entre ellos, los más destacados son: Ken Hannam Break of Day (1976), Little Boy Lost (1978), de Terry Bourke, Newsfront (1979). Phillip Noyce, aclamada por la crítica, Beyond Reasonable Doubt (1980), de John Laing, y The Coca-Cola Kid (1985). Dušan Makavejev, Lady Vengeance (2005), Park Chan-wook, y la extensa epopeya de Baz Luhrmann Australia (2008).
Toda una vida dedicada a su carrera
Al parecer, la cineasta neozelandesa, y amiga de Barry, Gaylene Preston, escribió en Facebook que el actor había fallecido en Murwillumbah, Australia, tras una larga enfermedad. «Era único en su especie. Un feroz luchador por los desvalidos, trabajando por los derechos de los indígenas y como parte de [programas] de rehabilitación en el sistema de justicia y por el medio ambiente»
El papel más memorable de Barry se produjo en la comedia neozelandesa de 1981 Goodbye Pork Pie, de Geoff Murphy. En la película, Barry interpretaba a John, un hombre cuya novia le abandona y vuela a casa en Invercargill. Por ello decide conducir desde Auckland hasta el sur para hablar con ella en su icónico Mini 1000 amarillo.
Goodbye Pork Pie se convirtió en un hito importante del cine neozelandés, al convertirse en la primera película de producción local que alcanzó un éxito a gran escala. El éxito de la película y su impacto cultural en Nueva Zelanda otorgaron a Barry el estatus de Kiwi honorario y se convirtió en el único australiano en aparecer en un sello de correos del país.