La noticia que aquí nos ocupa no sabría si catalogarla de buena o mala. Yo os la suelto y ahí va. Digital Foundry ha dejado caer que la potencia de Xbox One podría ser aumentada en un 10% (131GFlops) en un futuro. Si ya de por sí la consola vendrá overclockeada de fábrica, algo que supuso un aumento del 7%, habría que añadirle la nueva cantidad de potencia.
Para los hipocondríacos, la suma de potencia puede ser algo engorroso, puesto que más potencia es igual a más calor, algo que puede hacer que la Xbox One casque en menos de nada. Sin embargo, viendo el tamaño y la refrigeración que tendrá de serie la consola, por esa parte creo que nos podemos quedar tranquilos de que liberen más potencia.
La parte mala de todo esto es ¿de dónde va a sacar ese 10% extra? pues de nuestro querido amigo Kinect, que entre él y el resto de aplicaciones de la máquina se comen ellos solos todo ese porcentaje. Por lo tanto, si en un futuro nos encontramos con juegos que no requieran el uso del sensor, es probable que puedan exigirle un poco más a la consola sin que esta se vea desestabilizada de sus funciones.
De momento la cosa está así, tendremos una consola al 83% de potencia y a la que se le ha dado una vuelta de tuerca para añadir un 7% más, haciéndola llegar a los (1,1TFlops) y con el peligro de crear cuellos de botella. Ahora mismo tengo visiones de Xbox One con ralentizaciones, bloqueos repentinos, luces rojas…
Fuente: Eurogamer