La espera se ha hecho eterna, pero por fin tenemos entre nosotros el Episodio 4 de Life is Strange, Dark Room. Ya es el penúltimo capítulo, así que lo que todo el mundo esperaba era algunas respuestas por parte de Dontnod Entertaiment para poder aclarar qué narices está pasando en Arcadia Bay, dónde está Rachel Amber, qué pasó con todo el lío de Kate Marsh y de dónde vienen los poderes de Max. En el episodio anterior la falta de respuestas me decepcionó un poco, pero después de jugar Dark Room puedo decir que me han quedado algunas cosas bastante más claras (aunque, cómo no, han metido aún más incógnitas). A partir de aquí hay spoilers de los capítulos anteriores, estáis avisados si no los habéis jugado.
Creo que no me equivoco al decir que este ha sido el episodio más esperado por todos los fans de Life is Strange, tal y como acababa el anterior. La última imagen que teníamos del juego era una Chloe en silla de ruedas, con la movilidad de prácticamente todo el cuerpo perdida. Esta situación se debe a que Max intentó arreglar la vida de Chloe salvando la de su padre, pero todos sabemos que un detalle en el pasado puede generar un efecto mariposa que cause el caos en el futuro. Sí, salvamos la vida de William, pero la situación resultante es bastante peor. Si es que para qué tocamos nada, casi mejor haber dejado las cosas como estaban…
La habitación oscura
Dark Room es el capítulo más largo de Life is Strange hasta ahora, y, sin duda, el más oscuro. Los indicios de que el mundo se está acercando cada vez más a su final, mezclados con los turbios secretos que se esconden entre los estudiantes de Blackwell y los habitantes de Arcadia Bay en general, harán que algunas escenas de este episodio sean difíciles de tragar para los más sensibles. No es que ahora de repente el juego se vuelva gore o terrorífico, pero sí que es verdad que las distintas tramas pasarán por su momento más oscuro. Tal vez el rumbo que toma Dontnod a partir de aqui no le entusiasme a todo el mundo, pero se nota que han querido arriesgar en la historia.
En este episodio por fin empezamos a notar el peso que han tenido las decisiones que hemos ido tomando en los capítulos anteriores. Así, podremos comprobar si hemos elegido bien o la hemos cagado nos hemos equivocado en alguna de nuestras elecciones. Recordad que en este juego algo tan tonto como abrir una ventana, hacer una foto o decirle algo bonito a alguien puede cambiar la mecánica del juego, así que hay que estar atentos a todos los detalles. Aunque ya sea un poco tarde, seguro que las decisiones que tomemos en este episodio interferirán en el final.
El ritmo de este capítulo puede ser un poco lento, pero, al contrario que en el anterior episodio, se nos pasará todo más rápido por las continuas revelaciones y conversaciones decisivas con todos los personajes que están metidos en el ajo. Hay momentos muy tensos mezclados con otros de total tranquilidad, pero en ningún momento se hace aburrido, y cada una de las conversaciones aporta algo importante para la trama.
Rompiendo estereotipos
Recuerdo que una de las cosas que critiqué en el análisis del primer episodio fueron los personajes estereotipados: la pija, la mojigata, la rebelde, el friki…Típicos personajes que podemos encontrar en cualquier serie o película de adolescentes. A partir del segundo episodio tuve que rectificar mi opinión, ya que si algo nos ha enseñado Life is Strange es que no hay que fijarse en las apariencias. Ni los malos son tan malos ni los buenos tan buenos, y los más rebeldes o superficiales tienen también su corazoncito (sí, incluso Nathan o Victoria). Dependiendo de cómo les tratamos en los anteriores capítulos, viviremos situaciones diferentes con ellos en Dark Room. Especial importancia tienen la escena de Frank y una con Victoria al final, de las que no voy a decir nada por no fastidiar la trama.
Pero sin duda la relación que más ha evolucionado ha sido la de Max y Chloe. La personalidad de Max no ha cambiado tanto, o al menos no de forma tan apreciable, pero Chloe sí que ha experimentado un gran cambio desde que la vemos por primera vez discutiendo con Nathan en el baño. La hemos visto pasar por todos los estados de ánimo posibles, y este capítulo será especialmente duro para ella ya que tendrá que sufrir varios acontecimientos bastante inesperados y situaciones que no ha experimentado con anterioridad.
Misma mecánica, tonos pastel y música indie
A estas alturas es raro que cambie la mecánica del juego, y volvemos a encontrarnos situaciones en las que Max tendrá que usar su poder para rebobinar el tiempo y arreglar algo o sacarle información a alguien. Los puzzles no presentan una gran dificultad, y el que más cuesta precisamente no tiene nada que ver con el tiempo, sino con nuestra habilidad para fijarnos en todos los detalles y sacar algo en claro de todas las pistas que hemos ido consiguiendo. En este episodio el poder de Max no tendrá tanto protagonismo como en los otros, sobre todo durante el primer tramo del juego.
La música indie y los temas relajantes mientras paseamos por Arcadia Bay volverán a ser protagonistas en el apartado sonoro, y también podremos seguir disfrutando de los tonos pastel y la paleta de colores claros ya tan característicos de este juego. Sigo criticando que los personajes sean tan inexpresivos y poco detallados gráficamente, pero se compensa con el detalle y la iluminación de los distintos escenarios del juego.
La recta final
Por mucho que nos pese, en apenas dos meses la historia de Max Caufield llegará a su final. En este episodio ya se cierran algunas tramas, pero el impactante final abre otras incógnitas que se tendrán que resolver sí o sí en el último capítulo. Si os impresionó el final del tercer episodio (y con razón), atentos al de este porque no se queda atrás. Malditos sean los de Dontnod haciendo que tengamos que esperar otra vez para ver como continua todo. Esperemos que el final sea a gusto de todos, aunque lo más seguro es que haya distintos finales según las decisiones que hayamos ido tomando. Al menos el camino lo hemos disfrutado bastante hasta ahora.