El segundo capítulo de Legión, emitido en nuestro país por Fox Televisión, da al espectador una artificial tranquilidad tras el caótico y espectacular primer episodio. Pero no hay que dejarse engañar por su aparente piel de cordero: la serie sigue jugando con momentos diseñados con inteligencia para confundir al personal y mantenerle pegado a la pantalla una vez más.
Legión continúa su partida: no ofrece todas las respuestas y abre más interrogantes. Aunque en parte cierra lo que ocurrió en el primer episodio. Los primeros minutos del metraje son utilizados para explicar la fuga de David y Syd del centro donde se encontraban, sobre todo desde el punto de vista del personaje femenino.
A su vez, también traza las líneas generales de la temporada, dibujando quién hará de villano y quién será parte de la ayuda al protagonista, si es que se puede definir en la serie estos trazos tan marcados en otras producciones.
Los nuevos amigos de David pretenden expandir su mente para que nuestro protagonista se dé cuenta de la realidad: no es un enfermo mental, sino que sus demonios son reales. Unos demonios que no son otra cosa que sus propios poderes. El propósito es que logre entender esos poderes.
Para ello contará con la ayuda de uno de los secundarios del primer episodio, el hombre con gorra que perseguía incesantemente a David, que aquí se desvela como un artista de la memoria, capaz de entrar en las cabezas ajenas y mostrar los recuerdos en un entorno más o menos controlado.
Sin embargo, entrar en la mente de uno de los mutantes más peligrosos de toda la historia no es sencillo. Y más cuando David no logra entender qué es lo que le ocurre y qué es verdad o no.
Con el juego de confusión tomado como hilo principal de la historia, la mente de David comenzará a dar un viaje entre diferentes momentos de su vida hasta pararse en uno de los momentos álgidos del capítulo, donde la serie se detiene en lo que parece ser un punto importante dentro de la vida del mutante, su relación con su padre y los miedos infantiles.
Existen múltiples referencias a los típicos terrores infantiles. David se comporta en varias ocasiones como un niño adulto. Si habéis visto el capítulo, seguro que atináis a averiguar cuáles son estos momentos (ligeros spoilers a continuación): mascar regaliz de forma compulsiva, el dominio de ojos amarillos que le persigue desde el minuto uno de la serie o el miedo atroz a la puerta del armario que se abre en la consulta del psiquiatra.
Todos ellos son referentes clásicos de los miedos infantiles. Legión al fin y al cabo tiene una línea a seguir: mostrar lo que la mente humana es capaz de hacer para intentar ‘proteger’ de un trauma a una persona. La serie aparentemente va por ese camino al mostrarnos la relación de David con su padre, al que en ningún momento se le ve su rostro. Indicativo de ello es también las lagunas mentales de David, o lo que es lo mismo: recuerdos reprimidos. Las respuestas están ahí, aunque habrá que esperar a que se desvele lo que le sucedió al protagonista cuando era tan solo un niño para comprender lo que le ocurre.
Por el momento, la serie, aunque ha disminuido un nivel su intensidad en este segundo episodio, sigue por un magnífico camino. Los mutantes han sido siempre ampliaciones excesivas de los grupos más castigados de la sociedad y Legión apunta directamente a los terrores infantiles en este segundo episodio para definir el estado del protagonista. Por el momento, la ficción continúa por un magnífico camino.
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