Layers of Fear – Análisis PC

He aquí el análisis de Layers Of Fear, título del enésimo juego para PC que consiste en andar por algún sitio llevándote unos sustos de muerte, aunque es el primero desarrollado por Bloober Team. En esta ocasión nos meteremos en la piel de un pintor con algún ligero desajuste mental, por no decir cosas peores, y tendremos que recorrer su casa para encontrar la manera de acabar su gran obra maestra. El principal problema del juego (y de todos los que entren dentro de la misma categoría) es que su propia clasificación es un pedazo de spoiler que le resta una gran parte de la inmersión.

Layers Of Fear es como la casa del terror

Que sí, que sustos te vas a llevar, porque entre la propia concentración y la repetición de patrones, cualquier cambio brusco en el entorno te va a hacer pegar un salto. Pero la angustia que puedes tener en otros juegos menos pensados para la taquicardia, en Layers Of Fear se va desvaneciendo a medida que vas avanzando ante la ausencia de un peligro real. Porque tras una apariencia de aventura gráfica con resolución de puzzles y secretos por descubrir se esconde un juego que se limita a llevarnos de una parte a otra de la mente del protagonista rebuscando por armarios llenos de nada.

Es verdad que la mecánica de abrir y cerrar puertas y cajones mediante el equivalente movimiento del ratón ayuda muchísimo a meterse en la piel del personaje, pero cuando después de 999 intentonas, apenas has encontrado cuatro recortes de papel, empiezas a pasar seriamente del mobiliario. Y de los sustos. Y hasta del argumento, porque ya sabes que pasa, que pasó y, casi casi, lo que pasará. La historia, como casi siempre en estos casos, tiene sus momentos de tensión y de hacerte querer saber cómo termina, pero una vez descubiertos los acontecimientos, Layers Of Fear pierde su gracia y sólo queda una sucesión de habitaciones desordenadas.

Como os he dicho, no hay peligro alguno escondido por los rincones, por lo que no es un juego de acción, pero tampoco es un survival, porque no hay nada a lo que sobrevivir. Tampoco es una aventura, ni un juego de puzzles, ni de habilidad. Sólo hay que avanzar y esperar que se active el script correspondiente al susto o a la revelación que nos permita pasar a la siguiente habitación. Lo único destacable es la suavidad con la que nuestro entorno cambia a medida que vamos moviendo el ratón, pudiendo cambiar la estructura de las paredes cada vez que nos damos la vuelta. El problema es que con eso sólo se refuerza la sensación de estar en un sueño y de que no tenemos nada que ver en lo que está pasando.

Al menos el apartado gráfico podemos decir que cumple bastante bien, aunque, como también suele ser habitual en este tipo de juegos, no hay mejor recurso para ahorrarte el diseño de escenarios que apagar las luces. A oscuras, cualquier sombra te va a dar algo más de miedo, incluso sin moverse. Y cualquier punto de luz con un juego más o menos trabajado de sombras, va a darle un realismo a la escena más llamativo que las texturas de altísima calidad. El problema viene cuando algunos detalles y animaciones echan por tierra toda la credibilidad conseguida hasta el momento con la ambientación.

Y gracias que el sonido sí que consigue mantener el nivel todo el rato con una música inquietante y una buena variedad de efectos de sonido que consiguen más que cualquier extravagancia visual. Desde el crujir de la madera o el pisar unos cristales hasta los gritos ahogados o los susurros que te obligan a girar la cabeza para encontrar su origen, todo consigue crear una atmósfera de locura que va perfecta con la «poca» historia que tiene el juego. Pero me repito, no vale de nada cuando todo pierde el sentido sin motivo, sólo por alargar, porque acaba perdiendo toda la gracia.

Personalmente creo que hay mejores juegos con los que pasar un mal rato, aunque Layers Of Fear cuenta con algunos detalles interesantes, como la recreación de la cojera del protagonista mediante el balanceo de la cámara o la cantidad de arte original colgado por las paredes de la casa. Lástima que no consiga destacar en nada para llamar la atención ni ofrezca lo suficiente para justificar el precio y el tiempo invertido.