Semana nueva y toca otro enfrentamiento en el ring de GuiltyBit. Si os quedasteis con ganas de reyerta tras el rifirafe con el Kickstarter de Platinum Games, preparaos. En esta ocasión, nuestro chuzas del Zagal y el chosco del Gallego debaten sobre la sexualización de Bayonetta. ¿Realmente está sexualizada para atraer al público masculino en masa o se trata de un movimiento de empoderamiento femenino? Hoy lo discutimos encarnizadamente.
Llevo años viendo desde fuera a un personaje como Bayonetta. Siempre me ha parecido un personaje muy sexualizado, pero claro, me faltaba el contexto. Ahora, que me encuentro jugando a la saga, puedo entender ciertos argumentos en contra, pero me mantengo firme: Bayonetta es un personaje muy sexualizado.
Sí, es cierto, Bayonetta es un personaje femenino poderoso, probablemente una de las que más en la industria. Es independiente, fuerte, segura y consciente de sus propio cuerpo y movimientos. Juega a ser sensual y utiliza su cuerpo de tal manera que siempre pensemos en lo atractiva que es aún sin mostrar nada. En otras palabras: no es Quiet. Y no es Quiet porque, precisamente, Bayonetta carga con todo el peso argumental y no está simplemente por estar.
Hasta aquí bien, pero esos argumentos solo enmascaran la realidad más obvia y contundente: está sexualizada hasta el absurdo. La figura física de Bayoneta es espectacular: piernas largas, buen culo, espalda estilizada y pecho generoso. Su traje, además, es ultra ceñido porque… bueno, es su pelo.
Al comienzo del juego, el traje de Bayonetta se rompe, y ella cubre su desnudez con su propio pelo. Y aquí comienzan los problemas. El poder de Bayonetta reside, en parte, en su pelo, con el que puede invocar demonios y potenciar sus ataques. Cuando esto ocurre, se queda completamente desnuda. Bien es cierto que la cámara y los mechones de pelo juegan a no dejar nada a la vista, pero es que eso ya sería porno.
El problema principal de esto es que recurre a estos ataques poderosos constantemente. No es únicamente en escenas concretas, es incluso en los combos más simples donde Bayonetta se desnuda y recurre a su pelo como ataque. Lo dicho: justificado sí, excusable no.
Por último, su manera de moverse. Ya no es solo andar, que dependiendo el arma que llevemos lo hará con más o menos contoneo, es todo lo demás. Ataques que literalmente consisten en ella abriéndose de piernas al extremo y girando, barras verticales dónde gira de manera provocativa, formas de accionar palancas de maneras bastante surrealistas e incómodas, y un largo etcétera de posiciones eróticas que, en cómputo con todo lo mencionado y con su frecuencia, se convierte en sexuales.
Con todo esto, no quiero decir que Bayonetta sea un mal personaje, ni mucho menos. Es un grandísimo personaje y de lo mejor que ha dado la industria, además de estar bien construido. Pero, lo que llevo diciendo todo el artículo: una cosa no quita la otra.
Querido zagaloso, hay que diferenciar la sexualización nociva de la benigna. La que atribuimos la cualidad de peyorativa es aquella que convierte a los personajes femeninos en vulgares objetos atractivos para el hombre, ya sea poniéndoles pechos grandes o ropa ajustada en contextos donde chirría más que mis uñas rascando granito. Sin embargo, hay otra cosa que significa directamente ser o sentirse sexy con uno mismo y de eso es lo que viene a hablar Bayonetta.
Por un lado, tenemos que partir del concepto de que la Bayo es una bruja. Una que se ha perseguido y estigmatizado desde hace cientos de años, atribuyéndoles males como la prostitución o la seducción de los pobres hombres débiles de corazón. Kamiya emplea la sátira con Bayonetta, creando un personaje que se ríe de los clichés de las brujas, usando la sexualización como catalizador para crear una mujer firme en sus convicciones, independiente, poderosa y sobre todo, heroica.
Bayonetta no es que sepa que «está buena» y lo usa en su favor para corromper a sus enemigos. Bayonetta está segura de sí misma y por eso se atreve a dar rienda suelta a sus poderes sin ningún pudor. No vemos aquí el clásico arquetipo japonés de la chica tímida pero que se viste para ir al colegio como quien va a una boda, vemos a una tía de «yo lo valgo, porque yo lo valgo».
Es el mismo ejemplo que pudimos observar con Kill la Kill, donde la protagonista, Matoi, alcanza su apogeo de poder cuando madura y ya no le afectan los comentarios y el que dirán sobre su físico por ir con un traje medio desnuda. Jamás negaré que los japoneses son expertos en colarnos personajes sexualizados de un mal gusto preocupante, pero hay que reconocer que también son pioneros en utilizarla como arma para denunciar estas prácticas.
Es más, tu mismo reconoces que es un personaje genialmente construido. No existe para dar placer visual al hombre, si no para hincharnos en una fantasía de poder como hacen todos los grandes del Hack & Slash. Mismas sensaciones nos produce el musculoso Kratos o el payaso de Dante y no por ellos veremos en Internet comentar que están sexualizados para menguar sus personalidades.
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