La batalla es inminente. Es el momento de resolver aquellos asuntos pendientes. Os contamos, sin spoilers, qué nos ha parecido este Juego de Tronos 8×02.
Invernalia sigue preparándose para la batalla que decidirá el futuro de Poniente. En territorio de los Stark, con la alianza de las casas norteñas y el apoyo del ejército Targaryen, el futuro es incierto. Pero si los dragones y el vidriagón no frenan al Rey de la Noche, nada lo hará. Veamos como ha ido este Juego de Tronos 8×02.
Invernalia y nada más
Si el anterior episodio tenía como escenarios principales Invernalia y Desembarco del Rey, esta vez toda la acción se produce entre los muros del castillo de los Stark. El episodio anterior, cerró con la llegada de un viejo amigo, que no era otro que Jaime Lannister, una pieza más cuyos actos propiciaron la guerra que rompió poniente.
Volviendo un poco al capítulo anterior, podemos decir que aquel primer tenso encuentro entre Sansa y Daenerys, con los posteriores encontronazos entre ambas, va a más en este episodio, pero no entraremos en detalles.
Redenciones
Si el anterior episodio fue de encuentros, este ha sido de redenciones. Jaime Lannister juega un papel fundamental en este tema, pero no por el capítulo que nos ocupa, sino por su desarrollo a lo largo de la serie. El Matarreyes, un sobrenombre que arrastra la vergüenza de la que él se siente orgulloso, pues salvó incontables vidas. Durante toda la serie vemos como sus malvados actos se van intercalando con actos bondadosos, prueba de ello fue la mano perdida por defender a Brienne de Tarth. Ahora se enfrenta a Sansa, Daenerys y Bran, tres jueces a los que él ha dañado directa e indirectamente. Para colmo, las noticias que trae son que Cersei no les va a apoyar en esta guerra.
Pero también hay hueco para otros personajes. Grandes encuentros y reuniones que no esperaríamos tienen cita en este episodio, quizás más de transición que de otra cosa, pero de una gran carga nostálgica que hará las delicias de aquellos fans de estos momentos.
La chicha del episodio
Lo importante de este segundo capítulo se puede resumir en muy pocas escenas, todas ellas basadas en conversaciones que incumben a muy pocas personas. Podemos ver que los egos y las luchas de poder vuelven a recuperar la importancia que tenían antaño, y que un mal gesto, una mirada o una frase, puede desembocar en un torrente de consecuencias a cada cual más nefasta.
Cuando una gran batalla se avecina, uno se pone nostálgico y recuerda todo aquello que quiere, quiso o quiere querer. Nadie quiere morir sin haber terminado los deberes o dejando cuentas pendientes, por ello, en este episodio vemos como se cierra la inmensa mayoría de los asuntos personales. Ya solo hay sitio para la batalla y el juego de tronos que lleva con nosotros 8 temporadas.
La valoración final del episodio no es mala, pues todo lo que vemos esboza una sonrisa al espectador que ha seguido la serie desde el primer minuto, pero lo cierto es que esperábamos más. Es un capítulo que, si quedasen ocho episodios por delante, nos hubiera gustado mucho más. Pero ya solo quedan cuatro, y algunos temas que se deberían tratar con más delicadeza, se ven arrastrados por la prisa de acabar ya. Quizás se tenía que haber planteado el final desde hace varias temporadas o, por lo menos, dejarse de meter relleno absurdo para el fandom, que este capítulo tampoco se libra de él.
Hay una cosa que se pasa por alto en los dos episodios de esta temporada y que, a mi parecer, es bastante grave, y está relacionada con la escena del plan de batalla que podemos ver. Escena que, por cierto, deja de lado el tema importante para hacer un llamado al sentimentalismo y las cuestiones filosóficas.