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Juego de Tronos 5×08 Hardhome – Crítica

Por primera vez en ocho capítulos de esta temporada de Juego de Tronos, por fin hemos podido disfrutar de uno que ha merecido la pena al cien por cien, y eso que han contado más bien pocas cosas, pero las que han contando, han sido brutales.

En este primer capítulo de la recta final de la temporada, se nos muestra lo que se avecina para el capítulo 9, el que más esperamos muchos por tradición, y el 10, y empiezan haciéndolo como terminaron, con el encuentro entre Daenerys Targaryen y Tyrion Lannister, algo que en los libros es, por el momento, una mera ilusión.

Las dos personalidades de estos personajes chocan frontalmente en su discurso y ambos exponen sus argumentos en un escenario en el que, curiosamente, están completamente solos. Tyrion no tiene a nadie que le respalde y, por el contrario, delante tiene a una persona que odia a los Lannister (y la mitad de Poniente) y que tiene el poder de mandarlo ejecutar sin pestañear.

Pero ella también está sola. Sir Barristan no la acompaña y su otro gran consejero ha incumplido la prohibición de regresar a Meereen que le impuso la reina. Aquí es donde Dany debe de responder por ella misma, y sin nadie más, y esta sensación se percibe muchas veces durante las largas charlas que mantienen. No hace falta ser muy listo para ver que la Madre de Dragones desea que Tyrion sea quien ella quiere que sea, pero a la vez, teme mucho su traición. Está sola, a punto de casarse con alguien que desprecia por un bien mayor, y su consejero ha muerto.

Ésta es sin duda una escena que recupera la esencia perdida de las anteriores temporadas. Conversaciones con dobles, triples y cuádruples sentidos, con frases dentro de las frases y con personajes carismáticos frente a frente. Solo por esto ya merece la pena el capítulo.

Otro personaje que reaparece es Arya, que poco a poco se va convirtiendo, no en nadie, ya que nos han dicho que no lo hará, sino en «otras personas». La pequeña de los Stark comienza a hacer por fin las misiones que le imponen desde la casa de Blanco y Negro y a ser una especie de espía con curiosas habilidades. Pero ella sigue siendo ella, no cabe la menor duda, y por mucha trencita mona que se haga, esa sonrisa que pone cuando le encargan asesinar a alguien es tan dulce, que te entran ganas de mandarle más recados de este tipo. Con qué poquito se le hace feliz, oye.

No es que se cuente demasiado de la trama de Arya, pero sí es cierto que se agradece que se salten la parte más tediosa, y nos muestren más un poco el cambio que va experimentando la muchacha. Definitivamente es la que vive más alejada de todo. Nadie la cree viva, nadie espera nada de ella, y sin embargo, ahí está, creciendo por su cuenta y disfrutando con la muerte de los opresores… sobre todo si es con su mano.

Veremos a ver dónde nos lleva el camino de Arya en la serie, ya que, a diferencia de en los libros, hay gente a la que no le gusta su forma de hacer las cosas dentro de la casa del Dios de Muchos Rostros.

Desembarco del Rey también tiene su pequeño ratito de protagonismo. Bueno, más bien la celda en la que se encuentra Cersei y, pese a que ésta ha sido la parte más «sosa», por así decirlo, realmente muestra la desesperación de la reina madre y el orgullo que le corroe por dentro. Sus propios actos la han llevado a esta situación y ni si quiera el rey es capaz de sacarla de estos apuros. Jaime no responde, su tío Kevan no quiere ir a verla, el consejo se ha rehecho sin sus órdenes y consentimientos… todo lo que ella ha creado se ha desmoronado, pero se lo tiene bien merecido, no os olvidéis.

Pero es que es ésa precisamente la salsa de la escena. El odio que muchos sentimos hacia Cersei enfrentado a la lástima por lo que se ha hecho ella misma. Ya la vimos al principio de la temporada como una niña pequeña a la que no le auguraban nada bueno en una profecía. Y así ha sido. Maltradata por su padre, usada como moneda de cambio, despreciada por su propio marido que amaba a una muerta, despojada de autoridad por su propio hijo y abandonada por su hermano, al que amaba con locura.

Es normal que Cersei sea una hija de su puñetera madre, por no decir palabras mayores, y todo es por culpa de que nació sin pene y luego le salieron tetas. Sin embargo, su gran fallo fue, sin duda, no saber jugar al Juego de Tronos, y dar palos de ciego cuando ella creía que estaba asegurándose el poder. No supo ver lo que se le venía encima y eso la ha llevado a beber agua del suelo de una celda, ya que, nunca confesará. Veremos a ver cuánto le dura el orgullo a la reina. A mi me da penita, pero eso no quita que siga siendo una zorra.

El último gran escenario que vamos a ver es, por supuesto, el Norte, pero sobre todo lo que hay Más Allá del Muro. Antes de eso, las cosas se ponen chungas para Stannis, encerrado en una tormenta de nieve y con un Ramsay que planea algo con solo 20 hombres. Ésta es una muestra más de que habrá enfrentamiento final entre los Bolton y los Baratheon, lo que no sabemos exactamente es cómo será. ¿El próximo capítulo? Posiblemente.

La otra protagonista de Invernalia es Sansa que, en una conversación con Theon/Hediondo, descubre, por fin, que sus dos hermanos menores no están muertos, sino de parranda. No sabemos cómo afectará esto a la muchacha, si se apiadará por fin de un Theon que no está haciendo méritos para que sintamos lástima por él (aunque la sentimos), o si finalmente la ayudará. Aunque una pequeña idea nos hacemos.

Pero lo que no nos esperábamos para nada era un final de capítulo como el que hemos visto. Literalmente, la mitad del episodio 8 es de Jon Nieve y su encuentro con los hombres libres de Más Allá del Muro. Sin embargo lo impactante no es este tenso encuentro, sino lo que viene después.

Si sois fans de The Walking Dead seguramente os encantará lo que habéis visto, y es el primer ataque a gran escala del ejército de los Caminantes Blancos. Aquí veremos claramente los dos tipos de caminantes que hay. Los soldados raros, o los zombies, esqueletos y demás cosas graciosas, y los comandantes, que son los que vimos las temporadas anteriores.

Si personalmente me quejaba de los combates en esta temporada, éste último no tiene nada que ver con ellos. Bien distribuido, con sus dosis de epicidad y, sobre todo, con nuevos datos acerca de a lo que nos enfrentaremos en el futuro.

Los Comandantes de estos Caminantes Blancos no solamente son fuertes y manejan a los muertos que caen en sus manos, sino que también poseen una magia de protección enorme, que les hace inmunes a todas las armas convencionales. Por supuesto ya conocíamos el Vidriagón y sus características, sin embargo, Jon Nieve descubrirá, a las malas, que el Acero Valyrio (su espada, Garra, está forjado con él) es igual de efectivo contra ellos. Quizás por la magia que se usó para forjar ese metal o vete tú a saber por qué, pero gracias a él es capaz de deshacerse de uno de estos temibles enemigos.

Sin embargo, la cosa no acaba ahí. A la larga lista de enemigos que tiene el nuevo Lord Comandante de la Guardia de la Noche hay que sumarle ahora un Caminante Blanco que tiene pinta de convertirse en un bonito enemigo carismático. Alguien con personalidad y con carisma dentro de las filas enemigas, aunque sea simplemente hasta que aparezca un enemigo mayor.

La tensión durante los últimos casi 20 minutos es, simplemente, brillante, desde que comienzan a llegar los muertos hasta que los aliados ponen agua de por medio. Sin embargo, nuestro nuevo amigo de ojos azules hace una demostración de poder, de magia que es, a la vez que burla, amenaza, dejándonos una sensación de desesperación que no se nos va a quitar en un buen rato, como buen relato de zombies.

Es la primera vez en mucho tiempo que vemos tanta «magia» junta. Hacía mucho que parecía que Juego de Tronos no quería pasar esa línea, tocando únicamente a los dragones y dejando de lado los hechizos, besos de la muerte, espadas mágicas o demás parafernalias. Evidentemente, no les quedaba más remedio que volver a ello con los Caminantes Blancos, pero esta forma de hacerlo nos ha pillado por sorpresa, lo que nos hace pensar que el eliminar la magia del relato, le ha dado más contundencia a su reaparición.

Buen capítulo 8, muy buen capítulo, de hecho, que nos reengancha en la recta final de la temporada y nos mete, de lleno, en el sexto libro, al menos, en gran parte de las distintas tramas.

Manu Mora

Friki de GuiltyBit. Colaborador, padre y fan incondicional de Sonic, todo al mismo nivel. ¡Ah! Y maestro absoluto del látigo, aunque ya no lo use mucho.

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