Juego de Tronos 5×02 – The house of white and black – Crítica

Después de habernos puesto en materia con el primer episodio de la quinta temporada, Juego de Tronos nos trae un segundo capítulo lleno de cosas nuevas y cambios de rumbo para todos aquellos que se hayan leído los libros, así que, sepáis o no de qué va la cosa, os va a sorprender sí o sí.

Por fin pisaremos Braavos de la mano de nuestro pequeño padawan, Arya Stark, que llega a la casa de Blanco y Negro en donde se encuentra la persona a la que está buscando… o eso le dice el bravoosi cuando la deja allí en medio. Lo gracioso es que a la pobre le cierran tan rápido la puerta como a un vendedor de butifarras secas. Hasta aquí, más o menos lo que conocemos del libro pero desde este momento en adelante, todo, o casi todo, va a cambiar con respecto al libro de una forma bastante curiosa.

Ya la propia Arya, cuando entra en la casa de Blanco y Negro, lo hace de una forma bastante curiosa, y es a manos de Jaqen h’gar, que se ha vuelto a cambiar la cara y la introduce en el edificio para convertirla en nadie. Adiós, maja. Fue bonito mientras duró.

Empecemos por Brienne alias, no sé qué coño hacer con mi vida ya que la cosa ha dado un giro bastante gordo. La no presencia de Lady Corazón de Piedra hace que esta trama se complique y si la semana pasada no sabíamos por dónde nos iba a tirar la mini montaña femenina esta, hoy nos la cruzan con Sansa. Y Brienne, a parte de fuerte, es cabezota por lo que se empeña en protegerla, y tras una escena de acción y persecución bastante absurda y sin sentido, decide ir a protegerla de Meñique aunque ella no lo quiera.

No me termina de convencer esta escena porque parece demasiado fuera de lugar. Vale que Brienne está enfadada y demás, pero no casa con el resto de sus actos. Sí, es cabezota, y sí es un poco locuela con esto de ser una espada juramentada, pero aún así, quizás lo están llevando al extremo, sobre todo porque ahora no está Catelyn para mantener esa promesa…

Jaime también nos muestra otra cara que hasta ahora no se había visto en los libros y sin bien en ellos pega un cambio radical y su camino se cruza con el de Brienne para vete tú a saber qué, en la serie vamos a ver cómo decide dirigirse a Dorne con Bronn para recuperar a Myrcela de las manos de Doran Martell, el príncipe de Dorne, que se encuentra en los Jardines del Agua (o los Alcázares de Sevilla) debatiéndose qué hacer tras la muerte de su hermano, Oberyn, en Desembarco del Rey.

Aún no se muestran las serpientes de arena, sus hijas, sino que la discusión recae más entre él y la antigua amante de la víbora de Dorne. Por suerte, esto es bastante fiel al libro y aunque, a mi parecer, le faltan unos cuantos michelines a nuestro querido príncipe, por lo demás se respira la tensión en el ambiente y el frágil equilibrio entre el respeto y el aspecto temperamental de los dornieneses.

Sin embargo, este cambio de rumbo hace que tanto Brienne como Jaime se separen el uno del otro aún más. No es que vayamos a verles juntos en una boda romántica, sin embargo, el rollo que se traen esos dos es bastante curioso en los libros y, por el momento, lo vamos a perder en la serie, al igual que a Lady Corazón de Piedra. Una lástima porque ambos merecen la pena, sin embargo, veremos a ver qué nos depara el futuro.

Otros temas que iremos pisando son los de Tyrion, que sigue acompañado de Varis en su camino hacia Meereen, aunque pararán antes en Volantis en lo que parece ser algo más fiel al libro. El enano sigue completamente ido después de lo que ocurrió en Desembarco del Rey y no termina de encontrarse, pese a todos los esfuerzos del eunuco que pierde algo de ese misticismo que consiguió en la primera parte de la serie. Al no vérsele tanto y ser algo más discreto, se conseguía darle ese halo de secretismo muy interesante, sin embargo, al dejar al descubierto todas esas noblezas que quiere hacer, la cosa cambia, y pierde algo.

Mientras, en la capital, su hermana se dedica a decapitar a todo enano viviente para dar caza al asesino de su padre mientras intenta hacer las veces de reinona en el consejo del rey, nombrando a ministros a gente que le será fiel (o eso cree), y quitándose de en medio a otros.

El plan de la reina es intentar gobernar mientras Tommen no sea mayor de edad, sin embargo, a parte de la reticencia del consejo de gobierno en general, que finalmente más o menos la traga, es tu pripio tío, Kevan Lannister, el hermano de Tywin, el que se opondrá más firmemente contra ella, lo que la deja bastante en entredicho. Animalito. Si es que no sabe gobernar la muchacha esta.

Volviendo al otro lado del mar, Daenerys no tiene un ratito libre para nada, ni para tener su escena de sexo con Daario, así que esta semana no hay exhibición. Qué le vamos a hacer. En contra de eso, veremos cómo juzga y ejecuta públicamente a uno de los libertos por matar a un hijo de la arpía liándola muy, pero que muy parda, y poniéndose a medio Meereen en contra. Otra que lo tiene chungo a la hora de gobernar. Al menos Drogon le hará una visiteja de cortesía.

El capítulo va llegando a su final con dos momentos cumbre. El primero con Jon Nieve, que es elegido Lord Comandante de la Guardia de la Noche como quien no quiere la cosa. Sí, de acuerdo, nos encontramos con el problema del tiempo, pero aquí se ha echado a perder mucho el talento de Sam para convencer a los demás en que voten a Jon. En esta ocasión, un discursito bien dado y un voto de última hora lo declaran vencedor. No es que esté mal, pero podrían haberle sacado muchísimo más provecho al momento.

En vez de eso, nos muestran a Eli aprendiendo a leer de manos de la hija de Stannis que sigue mostrándonos su lado más dulce, en contra de la otra loca de su madre, que un par de «wantás bien das» no se las quita nadie, oye.

Así que con todos estos cambios en las tramas originales del libro nos encaminamos a un tercer capítulo lleno de incertidumbres para los que conocemos la historia escrita. Genial porque así también nos sorprendemos, pero un poco loco porque, si en otras ocasiones hemos visto un par de cambios, ahora nos encontramos con que casi todo ha dado un giro inesperado y, pese a que todo vaya a acabar igual, hay cosas que no terminan de convencer, como por ejemplo Jaime, un personaje que es drásticamente distinto a lo que vemos en la serie, mucho más noble y preocupado por deshacer lo que ha hecho, de pronto pasa a preocuparse de nuevo por Cersei, a la que no le debe nada, Lady Corazón de Piedra que, pese a no tener mucho peso por apariciones, sí que es importante en la trama.

Todos estos cambios supongo que hay que hacerlos para evitar que la cosa se estanque, como pasa en el cuarto libro, bastante más lento y con menos acción que el tercero, sin embargo, no son cambios que terminen de agradarme. No porque sean cambios, ojo, que me gusta y mucho que me sorprendan, sino por la forma forzada en la que se han producido.