Juego de Tronos 5×01 – The wars to come – Crítica

La nueva temporada de Juego de Tronos, o Game of Thrones, como lo queráis llamar, empieza como se esperaba que empezase, con un buen resumen y recolocación de los personajes para que nos enteremos de dónde estamos. Porque, no nos engañemos, culpables, después de un año sin ver la serie, seguramente estarás más perdido que el bardo del arroz, y hasta que no veas algunas imágenes no empezarás a colocarte.

Por todo ello no puedo decir que nos encontremos ante un capítulo lleno de fuerza, garra y contenido, sino que más bien sirve para decirnos cómo están las cosas después de la muerte de Tywin Lannister. Bueno, en verdad después de la mitad de los personajes, ya que en la temporada pasada murió hasta el apuntador.

Ojo, esto no significa que nos encontremos ante un capítulo aburrido, ni mucho menos, pero seguramente sí que nos sabrá a poco, ya que tocaremos un poco de cada palo y nos centraremos en dos escenarios principales: Desembarco del Rey y el Muro. Precisamente los lugares más revueltos.

 

El mundo ha cambiado mucho y la balanza de poder en Poniente es cada vez más frágil. La corona está tocada porque su rey es un muchacho muy dulce y amable, Tommen Baratheon. Demasiado quizás, y eso lo saben Jaime y Cersei que intentarán acercar posiciones frente a lo que se les viene encima, porque con su padre, el verdadero núcleo de poder de la casa Lannister, fuera de juego, es solo cuestión de tiempo que sus «enemigos» encuentren fisuras. Eso sí, no es por ser crueles, pero esa costumbre de Poniente de ponerle ojitos de mentira al muerto da mucha risa.

Sin embargo no todo es malo para la actual reina, y es que sin las indicaciones de su padre, Cersei ya no tiene que casarse con el floripondio gayer del Caballero de las Flores, Loras Tyrell, para los amigos, lo cual deja a su vez a nuestra viuda negra particular, Margaery, encerrada en la Fortaleza Roja con una suegra que haría que la tuya sea lo más parecido a un ángel que has visto en tu vida.

La verdad es que el episodio nos muestra perfectamente esta situación de incertidumbre y de desasosiego, con una tensión en el ambiente que se palpa y se corta. Es sin duda alguna Desembarco del Rey, el que mejor muestra la situación de Poniente. No hacen falta grandes planos de la ciudad. Tan solo con algunas localizaciones del interior de la Fortaleza bastarán para dejarnos ver que la paz está a punto de volver a acabarse. Nunca llegó, pero vamos, ahora menos.

En cuanto a la situación en el Muro, tampoco podemos hablar de tranquilidad, ya que la llegada de Stanis Baratheon, además de ayudar, ha metido un poco de idas de olla entre la Guardia de la Noche, sobre todo con Melissandre, la pirómana del grupo, que se va a empeñar en quemar muchas cosas.

 

Jon Nieve seguirá siendo el mismo pánfilo de siempre pero esta vez, al menos, hablará un poco e intentará tener la iniciativa. Increíble, sí, sobre todo porque es capaz de hacerla con la misma cara de empanado que siempre. Hay que admitirlo. Será guapo, pero si tuvieses esa cara delante intentando contarte algo serio, sería imposible no reírte. De todas formas, sí que se vislumbran cambios en el Norte y los planes de Stanis y algunas conversaciones entre guardias nos van a ir dando ideas de a dónde se dirige todo el asunto. Leed entre líneas, que hay mucho ahí escondido.

El resto del capítulo nos irá dando pinceladas del resto de situaciones, y realmente ninguno tiene nada bueno que contar. El espíritu derrotista del capítulo se extiende a todos los rincones y muchos han perdido el rumbo. Sobre todos los feos y buenos, como Tyrion y Brienne, el uno con una propuesta interesante que le va a poner los ojillos con chiribitas a más de uno y la otra con frases épicas de paladín destrozado y amargado que se cree con más razón que uno de los Siete. Y puede que lo tenga, sobre todo con la que se avecina.

A Daenerys también nos la encontraremos con problemas con escapas y que escupen fuego por la boca bastante serios, sin embargo, ella tiene con qué alegrarse un poco la vista… y el cuerpo. Eso sí, sigo indignado porque nos han cambiado mucho al personaje de Daario, que tiene más colorines en la barba y más dorado en los dientes, pero para que parezca mono, le han quitado esas cosas. En fin, cosas de la tele.

Por último, si estabais algo intrigados por el tema de Petyr y Sansa, vais a seguir estándolo, ya que solo veremos un par de detallitos más profundos que los que hemos visto en los libros, y que nos van a encaminar hacia el mundo del tío más listo de todo Poniente: Meñique. Ése sí que sabe.

 

Así que, culpables, como veis, un capítulo lleno de historias deprimentes, que sumen a Poniente en unos tiempos inciertos donde los grandes personajes ya no están. Robb Stark, Tywin Lannister, Joffrey Baratheon (sí, malo pero con carisma, el puñetero), Eddard Stark, Tyrion Lannister (este no está muerto, pero vamos, como si lo estuviese ahora mismo)… y podemos seguir así. No pasará a la historia, como el 9 de la primera temporada, o el de la tercera, pero era necesario para ponernos a todos en situación.

Esperamos todavía la aparición de Arya, Jorah y Theon, además de las nuevas localizaciones, como Dorne, entre otras, y nos preguntamos qué será de Brienne sin Corazón de Piedra, que parece que no va a salir, o al menos no por el momento, tal y como han dicho ya. Algo se sacarán de la manga, pero… ¿qué?