Tras haber jugado a Fire Emblem Fates: Estirpe, evidentemente uno no puede dejar pasar la oportunidad de jugar a Fire Emblem Fates: Conquista que, a diferencia de lo que os puede parecer, no se trata de una continuación, ni de una segunda parte, sino más bien… algo complementario.
Tendría que hacer referencias al título original del juego, Fire Emblem If, para que entendamos lo que significa jugar a Estirpe o Conquista ya que si bien el juego nos plantea una dura decisión en el capítulo 6, tomemos el camino que tomemos, estas dos versiones nos van a permitir explorar los resultados de, no solo esa, sino muchas otras decisiones que iremos tomando a lo largo de nuestro camino.
No es, por lo tanto, un juego estilo Pokémon Rojo y Pokémon Azul en el que la misma historia se repite pero con personajes distintos. Aquí tendremos dos historias diferentes y dos jugabilidades muy pero que muy distantes entre ellas.
Si bien Fire Emblem Fates: Estirpe era el lado bonito, el noble, el que todo jugador que le gusta ser el héroe tomaría, Fire Emblem Fates: Conquista es, precisamente, lo opuesto.
Ya desde el primer momento del juego vemos la diferencia entre ambos ambientes. Nohr, un reino oscuro cuyo rey, Garon, ha empezado una guerra sin sentido y Hoshido, un reino luminoso donde el honor y la valentía priman. El azul (la tristeza y la oscuridad) contra el rojo (el fuego y la alegría).
SI eliges jugar a Conquista, ya sea al principio o tras haber jugado a Estirpe, te vas a dar cuenta muy pronto de que esto no es un camino de rosas. La parte de Hoshido recuerda más a Fire Emblem: Awakening en muchos aspectos, como la subida de experiencia mediante desvíos y zonas de «subir de nivel», pero el camino de Nohr, ay amigo mío. O te hará tirar la consola por la ventana o te convertirás en todo un veterano de guerra.
Y es que aquí no tendremos desvíos. No tendremos caminos alternativos. No tendremos posibilidad de arreglar las cosas o de subir a esa unidad que nos hemos olvidado de usar y que ahora nos viene bien. No, culpable, olvídate de eso porque no hay marcha atrás. En Conquista el camino es el que es y termina donde termina, así que hay que gestionar, y mucho, todo lo que hay en el juego, empezando por los objetos que se gastan, como las curaciones, y terminando por la experiencia, que es lo más valioso que te vas a encontrar en el puñetero juego.
Digo esto porque, como sabréis, no es lo mismo dañar a una unidad que matarla. La experiencia recibida varía, y es malgastar puntos acabar con un enemigo con una unidad muy subida de nivel. Si queremos llegar de forma competitiva a la mitad de la aventura (que ya es un logro), habrá que pensarse muchísimo la posición de los aliados y cuándo harán sus ataques, midiendo al milímetro nuestros movimientos.
Sin embargo, no solo en el tema jugable nos han mostrado la oscuridad los desarrolladores. También en la historia, mucho más seria y dura que en Estirpe. No es que sea un Juego de Tronos, pero preparáos para sufrir palos por doquier y cuestionaros todo lo que os mandan a hacer.
Y como culmen de esta oscuridad tenemos a Xander, el príncipe de Nohr, un personaje que tiene lo mejor de lo mejor de este juego. Es carismático, es fuerte, es un hacha… pero también tiene un lado siniestro muy grande, tanto, que muchas veces nos preguntaremos si queremos seguir usándolo porque… a saber a dónde va a llegar este tío. Mucho más carismático que su contrapartida de Hoshido.
Se nota mucho que Fire Emblem Fates: Conquista es el verdadero reto del título completo (a falta de ver Revelaciones, que estará disponible en unos días), y es que si bien Fire Emblem Fates: Estirpe es mucho más liviano y con un recorrido más «soso», por así decirlo, aquí no nos bastará con eliminar a los enemigos para pasarnos las fases.
Aquí vamos a ver misiones secundarias dentro de las misiones y objetivos mucho más complejos (y más difíciles de cumplir) que en los otros juegos. Proteger unidades, llegar a determinado sitio, aguantar una posición. Cosas que nos van a dejar muy tocados del ala y, por experiencia, encogidos en la cama balanceándonos de un lado para otro diciendo «esto es imposible, esto es imposible» hasta que las lágrimas nos ahoguen en el sueño nocturno de las tres de la madrugada (experiencia verídica).
Eso sí, conscientes de las dificultades de estos extras, los premios son también bastante más interesantes que un simple «1000» de oro, aunque tal y como está el patio, esto es muy pero que muy valioso, sobre todo para mejorar las armas.
Pero ojo, culpables, todo esto tiene un pequeño truquito. Hay una forma de subir de nivel, conseguir oro y seguir adelante si nos quedamos atascados: pagar. Como siempre, pagar.
Me refiero, cómo no, a los DLC, esos mapas que nos van a permitir subir un poco a aquellas unidades abandonadas o conseguir más sellos maestros, oro o vete tú a saber lo que necesitas.
Viendo que este Fire Emblem Fates: Conquista solamente tiene desvíos para conseguir personajes adicionales (los hijos y poco más), os recomiendo que, si no conseguís avanzar en la historia, le deis una oportunidad a estos DLC, que os salvarán la vida.
Fire Emblem Fates: Conquista cambia en cuanto a historia y dificultad, eso ya lo hemos dicho, pero en el resto es igual que Estirpe, es decir, mantiene todas las novedades en cuanto a armas, habilidades y clases.
Sin embargo, las clases que veremos en Conquista son más parecidas a las «de siempre», con los magos en vez de los augures, o los guerreros en vez de los oni, y con las armas más típicas del mundo occidental, usando espadas, lanzas y arcos en vez de katanas, naginatas y yumis.
Aquí también nos encontraremos con algunas armas (y muchas habilidades) que nos van a permitir reducir las estadísticas del personaje enfrentado para hacer más fácil su derrota con otras unidades. Y esto se nota mucho en las unidades de apoyo. Además, algunas de estas armas también nos darán bufos a nosotros tras usarlas.
Ahora también alteran mucho más el comportamiento en combate de nuestras unidades, haciendo que recibamos más o menos daño y que sea más probable que nos hagan ataques dobles o críticos.
Además de esto, también vamos a tener un importante aliciente a la hora de comprar armas porque, si bien son muy variadas entre ellas, también nos compensa mejorarlas en la herrería del castillo. Allí podremos mejorar armas, en apariencia sencilla, pero que cuando se suben de nivel, lo petan bastante. Merece la pena coger un arma débil pero con mucho acierto y subirle el daño hasta convertirlo en algo similar a un arma de mayor nivel pero con menos acierto. Lo agradeceréis.
Las habilidades cobran ahora también mucha importancia. Son mucho más potentes, variadas y, sobre todo, accesibles. No hace falta subir todas las unidades a los niveles máximos, ya que podremos comprarlas en determinadas circunstancias e incluso podremos compartirlas con nuestras parejas o mejores amigos y amigas.
Ya vimos en Fire Emblem: Awakening algo de esto con las habilidades, pero si quieres sobrevivir en Fire Emblem Fates: Conquista, ve preparando un manual, porque te va a hacer falta combinar bien las habilidades y los potenciadores.
Todo esto confiere al sistema de juego una profundidad que mejora lo que ya era de por sí bastante bueno y consigue que haya horas y horas de diversión, no solo con la trama, sino con los desvíos y las misiones alternativas.
Eso sí, ya se podrían haber estirado con el mapa porque es un caos verlo tal y como está ahora. El mapamundi del Fire Emblem: Awakening, era muchísimo mejor.
Pero sin duda alguna, una de las grandes novedades de esta juego es la inclusión de elementos externos a la batalla que nos van a dar muchas horas de juego. Se trata del palacio y los minijuegos que nos vamos a encontrar en él.
En Fire Emblem: Awakening, el tema de las parejas era bastante importante, y entre batalla y batalla, podíamos acceder a nuestra armería a hacer determinadas paradas y charlar con la gente, pero no dejaba de ser un simple menú. Ahora tendremos nuestro palacio, que tendremos que mejorar, construir y defender de ataques de otros jugadores.
Aquí se desarrollará la mayor parte del «extra-juego» de Fire Emblem Fates y es, a la vez, lo más loado y lo más criticado.
Lo primero porque da mucho juego. Cada castillo tendrá sus recursos que podremos recolectar y darle a todo aquel que nos visite. Igualmente, cuando vayamos a castillos de otros, también podremos recolectar lo que nos den al más puro estilo Animal Crossing (cuánto daño… pero cuánto daño).
Con esto podremos comprar accesorios o mejorar nuestras unidades con un «rancho» que es digno de preparar. Yo me he reído muchísimo con las conversaciones en la cantina, por no decir las de las termas, sobre todo cuando un personaje masculino entra «sin querer» en la hora de las chicas.
Nuestro dragón Lilith, la mejora de las armerías, elementos defensivos, lotería, coliseo… todo está repleto de cosas para hacer a la vez que conversamos con nuestros aliados y mejoramos los vínculos. Incluso en nuestros aposentos. Y aquí es donde está la polémica, porque se ha eliminado el minijuego de las caricias.
Este minijuego sí que parece un poco sacado de contexto, pero al quitarlo, lo han dejado aún peor. Cuando estás en tus aposentos, puedes invitar a alguien a venir. Se supone que charláis de cosas, pero, sinceramente, las conversaciones que acaban en «lo hemos pasado muy bien, no sabía que eras tan hábil con eso» o «la próxima vez te enjabonaré yo la espalda a ti», dan pie a muchos chistes.
Y es que esta censura es bastante incomprensible. Ya es jodido que te capen un juego, pero que lo hagan encima mal, pues fastidia y mucho. Otro punto negativo es el doblaje. Menos mal que no hablan todo el tiempo pero… tampoco costaba nada dejar el original.
Lo bueno de este Fire Emblem Fates: Estirpe, es que se trata de un juego independiente. No te hace falta, por así decirlo, Fire Emblem Fates: Estirpe (si no lo has jugado), para terminarlo todo. Sin embargo sí que es una pieza clave ver la otra parte de la historia. Sobre todo de cara a Fire Emblem: Fates: Revelaciones, que saldrá el próximo 9 de junio con la tercera vía, aún bloqueada.
Esta versión del juego me ha hecho sudar la gota gorda. Pero muy gorda la jodía, porque vaya tela si es difícil el juego, sobre todo si quieres llegar al final con todos vivos. He de admitir que, de no ser por los DLC, no sé cómo habría sobrevivido y, sobre todo, no sé cómo habría visto a muchos de los hijos. Dicho esto, aún me quedan bastantes por engendrar y rescatar, pero voy a descansar un poco de tanto estrés, porque esto ha dolido.
Este Fire Emblem Fates: Conquista es mucho más rompedor, exigente e intenso que Estirpe. Si tengo que quedarme con uno solo, seguramente me quedaría con este. Eso sí, si eres algo más novato o no eres de los que cuidan los movimientos al milímetro, cuidado, este seguramente no sea el mejor juego para empezar. Advertido quedas.
Por el momento queda Revelaciones. A ver… qué tal se portan en ese.
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