Dragon Quest Builders es uno de esos juegos que cuando uno lo ve dice «vaya copia de Minecraft que se ha marcado Square Enix más descarada. Y encima no se molestan ni en ocultarlo.»
Fue en esos primeros momentos, cuando aún no lo tenía en mis manos, cuando una gran duda me asaltó en mi cabeza de chorlito: «si tanto se parece a Minecraft… ¿por qué al menos no lo han disimulado un poco?». Pues, culpables, la respuesta solo se obtiene jugando. Y os puedo decir que es una respuesta muy satisfactoria.
Cuando nos ponemos a los mandos de nuestro protagonista, lo que más nos llama la atención es que, en efecto, tenemos un Minecraft con skin de Dragon Quest. Un mundo cuadriculado, con elementos que se rompen, se recogen y se utilizan para fabricar cosas.
Los primeros minutos del juego nos ayudan a ver lo que ya sabíamos: que Square Enix no se molesta en disimular de dónde viene su fuente de inspiración.
Sin embargo, poco a poco nos vamos a ir dando cuenta de que la cosa no es tan calcada como en un principio parecía. Y la primera diferencia entre ambos juegos es la presencia de personajes secundarios que nos van a ir guiando en la aventura.
Estos habitantes de nuestra nueva ciudad nos irán dando misiones (otra diferencia importante), recetas, planos e incluso ayuda cuando la base necesita defenderse de los enemigos que la acechan.
Ya esto hace que sea mucho más emocionante empezar esta aventura de Dragon Quest Builders. No solamente consiste en protegernos a nosotros de las inclemencias del mundo. Hay que proteger a los aldeanos y a nuestra propia base de todo lo que se le echa encima. Y no solo eso. Tendremos que hacerla crecer para que nosotros crezcamos con ella.
Seguimos jugando. Y poco después de tener a nuestra primera habitante entre nosotros nos damos cuenta del toque Terraria que tiene el juego en sus entrañas. Las construcciones que hagamos en nuestra ciudad no solamente son decorativas: tienen su función.
Aumentarán la vida, nos dejarán dormir, harán que los aldeanos construyan cosas, cocinen o mejoren los elementos que hay en la aldea… Vamos, que a uno le entran ganas de mejorar la ciudad solamente para tener mejores objetos.
Eso sí, el coste de tener toda esta pequeña trama guiada radica en que el avance está siempre limitado a la resolución de las misiones secundarias que nos van dando los aldeanos y la historia misma. No podremos llegar a las islas si no es por teleportales (fuerzas místicas nos impiden construir sobre el mar), y muchas recetas están bloqueadas en muchos momentos.
Pero eso nos da igual, porque hay mucho que explorar en las zonas a las que vamos llegando. Conforme lo hagamos, iremos viendo misiones secretas que nos permitirán mejorar nuestro equipamiento y nuestras habilidades.
Tras muchas horas de juego (en mi caso aproximadamente unas 12), llegas por fin al jefe final de Canteria. Le derrotas y le vences. Y entonces aparece un nuevo portal. Voy muy feliz a esa zona a ver qué me depara el futuro y el mundo se me viene abajo cuando veo que me advierten que tengo que empezar desde cero en el segundo capítulo. Que todo lo que he conseguido en este primer episodio (muy largo), no lo podré llevar al siguiente. Y me frustro.
Sin embargo, esa frustración dura poco. No todo lo que nos han dicho es verdad. Sí es cierto que no tendremos muchos materiales a nuestro alcance para poder construir una ciudad como teníamos en su momento en el anterior episodio, pero sí el conocimiento. Así pues, solo tenemos que hacer las cosas sabiendo lo que hacemos.
Pero no acaba aquí la cosa. Las misiones que nos dan ahora no son las mismas que al principio. Hay nuevos planos, nuevas recetas y ¡nuevos tutoriales! A las treinta horas de juego aún hago tutoriales. Esto es, queridos culpables, la esencia de Dragon Quest.
Así pues, desde este momento, coges cada nuevo mundo con una ilusión tremenda para ver qué te depara el futuro. ¿Qué me enseñarán aquí? ¿Agricultura? ¿Ganadería? ¿Madera? ¿Piedra? ¿Metales? ¿Líquidos? Cada capítulo tiene un problema y entorno a él irán las construcciones que tengamos que hacer. Y esto se suma a lo que ya sabemos, que nos puede ayudar, y mucho, a la hora de diseñar nuestras nuevas ciudades.
En este sentido me ha recordado, un poco, a Birth by Sleep, el Kingdom Hearts que te obliga a jugar tres veces la misma historia. Sin embargo, pese a ser la misma, no es igual. Pues en este caso pasa lo mismo.
Dragon Quest Builders no solamente basa su jugabilidad en la construcción y en la ciudad, en plan Minecraft y Terraria, sino también en el combate y los puzles, muy al estilo Zelda.
Poco a poco iremos viendo cómo el combate se va complicando en el juego y van apareciendo más variables. Todas ellas presentes en los Dragon Quest originales. Pero no solamente eso. También veremos cómo hay zonas que nos proponen puzles, retos y algunas pruebas muy originales que tendremos que superar si queremos completar los retos del título al cien por cien.
Porque, sí, queridos culpables. El juego es rejugable ya que nos propone retos a cumplir dentro de estos capítulos. Terminarlo en X días (de juego), derrotar monstruos, encontrar secretos, superar puzles. Todo un aliciente para pasarte una y otra vez la historia y conseguir todos los trofeos posibles, que no son ni pocos ni fáciles.
Por desgracia, hay una diferencia muy bestia entre la dificultad del juego en sí y de los jefes intermedios, con la del jefe final. Algunos de ellos llegan a desesperar, y he tenido ganas de tirar la PSVita por la ventana más de una vez.
Estos enemigos no solo se derrotan con ataques. Hay que hacer uso de la astucia y la posibilidad de construir elementos en el escenario. Escudos, espejos, ballestas, torres, murallas… cualquier elemento vale para que no destruyan nuestra ciudad en los diferentes envites que nos vamos a ir encontrando. Y os recomiendo que la muralla esté siempre. Y que sea doble. O triple. Y que tengáis paciencia. Mucha.
Pero terminarse el juego no es sinónimo de acabar de jugar. Dragon Quest Builders contiene un par de zonas extras que son de libertad absoluta. Y aquí sí que tenemos un mundo a lo Minecraft. En ella se irán desbloqueando elementos conforme los vayamos creando en la historia principal, por lo que jugar antes de acabarse la historia puede dejarnos con la sensación de algo incompleto.
Aquí podremos compartir con otros nuestras construcciones (de hecho hace falta estar conectado para poder jugar a este modo) y mostrárselas a otros jugadores.
Además, siempre podemos volver a jugar los capítulos de la historia ya que el juego nos propone una serie de retos que tendremos que superar. Y no solamente es pasarnos el capítulo. Hay límite de días, secretos, misiones que no aparecen en el mapa, o enemigos ocultos que no siempre están a la vista de cualquiera.
Esto alarga la ya de por sí larga vida de Dragon Quest Builders y lo hace aún más interesante si cabe.
Pero ojo. No todo es tan bonito en Dragon Quest Builders. Estamos ante un juego de rol de acción y de construcción, como digo, muy al estilo Zelda.
En este juego no subiremos de nivel matando bichos, sino construyendo elementos. Estos nuevos elementos nos darán pie a mejores armas y armaduras, por lo que haremos más daño y resistiremos mejor. Además, la vida aumentará con recompensas por hacer las misiones de historia o por encontrar elementos en medio del juego que no están a simple vista.
Esto puede echar ya para atrás a la gente que busca o bien un Minecraft o bien un juego de Dragon Quest. Los primeros porque se verán obligados a pasarse la historia para desbloquear todas las recetas en el modo libre. Los segundos porque se verán obligados a construir para poder seguir adelante.
Además, la música, pese a estar muy relacionada con los Dragon Quest, es muy repetitiva. Solo hay un par de músicas por capítulo, la de día, la de la ciudad y la de los jefes. Cuando llevas 30 horas en un mismo capítulo (el tercero es particularmente largo), acabas hasta los mismísismo winflies de escuchar la melodía una y otra vez.
No costaba nada ponerle algo más de variedad al asunto la verdad.
Además, el combate peca de algo repetitivo, sobre todo al principio. Posteriormente se le van añadiendo más elementos, como armas a distancia, armas de suelo, o compañeros (entre otras cosas), pero la simpleza es bastante dura para un jugador de rol. Y los enemigos tampoco es que sean la leche.
Solo se salvan los enemigos finales de los capítulos, que harán que nos tengamos que quebrar la cabeza para poder vencerlos, ya que las pistas sobre su mecánica son escasas o nulas.
Dragon Quest Builders me ha robado el corazón. Creo que esta frase se encarga de resumir todo lo que os he comentado antes. El juego cumple todo lo que promete, pero incluye muchas más cosas de las que uno se podría esperar.
No es un Minecraft con skins de Dragon Quest. Es un juego con personalidad propia y, sí, basado en Minecraft. Pero también con toques de Terraria, Zelda y la propia esencia de los juegos Dragon Quest de Square Enix.
Tiene fallos que corregir, es verdad, pero son tan pequeños que no suponen un agravante a la hora de jugar a un título que nos va a tirar horas, horas y más horas terminar. Sí, puedes ir a saco a pasarte la historia, pero entonces no estarías disfrutando de Dragon Quest Builders.
Así que, si te gustan los juegos de rol, si te gusta construir o si te gusta Dragon Quest, no sé a qué esperas para hacerte con este juego.
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