Los capítulos de «relleno» de Dragon Ball Super me están sorprendiendo más que los que tienen que ver con la trama principal o la que en esos momentos esté en desarrollo, y precisamente este capítulo 44, la verdad es que me ha gustado, y mucho.
Para el episodio de hoy me esperaba algo más parecido a lo que vimos la semana pasada o la otra, es decir, un capitulillo distendido, con protagonistas que no han tenido su ratito de gloria en estas tramas y con algo de humor. Sin embargo lo que me he encontrado es un capítulo con una animación que ya habría querido la batalla contra Hit y con un final bastante inesperado.
Pese a tratarse de episodios de paso o entre tramas, la verdad es que los guionistas le han dado un poco de continuidad al asunto y nos han quitado a Goku de por ahí mientras se sigue recuperando de sus agujetas de ki, y a Monaka le volveremos a ver como buen repartidor que ha caído en las garras de la malvada Bulma. Porque no os engañéis, será de las buenas, pero esta mujer con la fuerza de Vegeta sería una dictadora del universo, os lo aseguro.
Todo esto junto con las travesuras de la parejita del siglo, Trunks y Goten, que hacen un par de guiños al Trunks del futuro, han dado como resultado un capítulo que, para mi, casi que es un homenaje a Dragon Ball GT, tanto por historia, como por ambientación, como por diseños de personajes.
El planeta Potof (por favor, ahorraros los comentarios graciosos, que me está costando lo mío) os va a recordar mucho a aquellos desiertos de Dragon Ball GT que Goku, Pan y Trunks recorriendo en su momento en su periplo por el universo, y los malos a mi me han recordado un poco a los primeros enemigos de la serie, como el General Rildo y Lezick, e incluso tiene algo de Li Shenron.
Pero sobre todo al final del capítulo, cuando Vegeta es «poseído» por el agua rosa de las narices, sin duda alguna a lo que me ha recordado es a Vegeta Baby. Y no me refiero solamente a la apariencia que muestra la forma del «malo malote», sino también a la forma en la que es controlado.
Es decir, forma viscosa de este «agua», cómo se mete en Vegeta (vale, le recubre y le escupe vilmente y Baby se mete dentro… pero se parece) y el resultado final son casi idénticos a los que ya vimos en Dragon Ball GT. Si no fuese porque es la enésima vez que vemos una forma de Vegeta poseída, dominada o descontrolada, podría haber sido hasta realmente sorprendente.
Quizás este es el único «pero» de esta minisaga, que parece que Vegeta es casi tan tonto como Knucles en Sonic, lo que pasa es que en vez de engañarle, le vuelven malo o se deja volver malo. ¿Y la razón? Pues simple, volver a hacer la batalla del siglo: Goku vs Vegeta.
Porque, no nos engañemos, para eso va a servir este capítulo previo al que nos traerán los combates la semana que viene, una lucha entre Vegeta y Goku y, por supuesto, Vegeta y Gotrunks en sus diversas formas, incluso tercera.
Así que, en resumidas cuentas, el capítulo me ha gustado y bastante. Una grandísima animación, que ya podrían tener todos los capítulos, y una trama con toques muy graciosos, distendidos y con un final bastante interesante que nos deja con ganas de más.
Veremos a ver qué nos depara el Capítulo 45 de Dragon Ball Super que podría no ser el final de esta mini saga ya que os recuerdo que el día 12 comenzaría el nuevo arco argumental con Trunks del futuro. Esto dejaría el capítulo del día 5 de junio como «relleno». No estaría mal que alargasen un poco esta pequeña historia y nos diesen un buen combate al final ¿no?