Doom es uno de los grandes clásicos de los first person shooter a pesar de que no fue el primero que pudimos disfrutar, algo que no le impidió sentar las bases de uno de los géneros que más aficionados mueve. Lanzado originalmente para el sistema operativo DOS, los usuarios de PC fueron durante un tiempo quienes disfrutaron en exclusiva de este título que terminó siendo objeto de todo tipo de versiones para consolas.
Si os soy sincero, he de confesar que considero que actualmente el género de los FPS está más que saturado y que las grandes compañías han encontrado una vía sencilla de producir juegos, tanto por la “facilidad” de desarrollarlos como por la garantía de la recepción que tendrán ante el público mayoritario. Comento esto porque puede que los FPS o shooters en general son el tipo de juegos que menos me gustan, aunque esto no quita para que no sepa valorar a los grandes clásicos del género, aquellos que no eran un shooter más y suponían una verdadera revolución en los videojuegos.
Después de esta pequeña aclaración vamos al tema que nos ocupa, ¿por qué Doom se convirtió en todo un referente? La mayoría de sus virtudes y novedades se convirtieron en un estándar para el género, así que podríamos decir que id Software supo plasmar aquello que los usuarios ansiaban.
La perspectiva en primera persona estaba recién inventada prácticamente, lo cual supuso una importantísima novedad que nos transportó a una nueva dimensión, la de sentirnos dentro del juego.
Otra de las virtudes de Doom era la trama argumental, factor en el que muchos juegos actuales cojean, y es que por mucho que estemos ante un juego en el que prima la acción sobre el resto de características, es de agradecer que se nos presente una pequeña historia que nos sirva como hilo conductor.
En este caso tomaremos el papel de un marine de la tierra que ha sido enviado a las instalaciones científicas de Marte como castigo. Llevando a cabo la labor de seguridad y vigilancia se verá envuelto en una misión que le trasladará a una de las lunas del planeta rojo, donde deberá enfrentarse a seres llegados desde el mismísimo infierno por culpa de un inesperado resultado en los experimentos de teletransporte que estaban realizando entre los dos satélites de Marte.
Bajo esta premisa deberemos abrirnos camino en un escenario totalmente inhóspito en el que deberemos enfrentarnos a todo tipo de criaturas infernales y a nuestros propios compañeros, los cuales después de morir volverán a la “vida” convertidos en auténticos demonios.
Para ayudarnos en esta peligrosa misión durante la aventura contaremos con una serie de objetos que nos pondrán las cosas algo más fáciles, pero sólo algo, porque a ver si os pensáis que un paseo por un infierno marciano va a ser como un camino de rosas. Puede que los botiquines y su función de recuperar parte de nuestra salud sean unos de los objetos que más deseemos encontrarnos, pero hay que tener en cuenta que este juego también tiene un pequeño factor estratégico que debemos aprovechar. Además de estos botiquines también podremos dar con unas esferas que nos brindarán unos poderes especiales más que interesantes como invulnerabilidad temporal o incluso poder duplicar nuestra salud hasta un 200 %.
La variedad de armas puede que no llegue a ser tan amplia como en los títulos actuales, pero dispondremos de distintos tipos con los que hacer frente a la horda infernal. Aunque el rifle de plasma o la BFG 9000 son las armas más poderosas y necesarias para hacer frente a determinados enemigos, las que han ido más allá y que podríamos considerar como parte de la esencia de Doom son sin duda alguna la escopeta y la motosierra, ¡oh, la motosierra! ¡menudo gustazo el de matar demonios a serruchazo limpio!
Todas las armas, incluida la pistola inicial, tienen munición finita que podemos ir recolectando por los escenarios, pero en caso de que nos quedemos con todas las armas sin munición podremos liarnos a puñetazos con nuestros enemigos. La efectividad no es la misma pero tiene su encanto lo de enfrentarte a demonios rabiosos con las manos desnudas.
Los escenarios por su parte están diseñados de un modo bastante correcto a pesar de que el aspecto gráfico nos pueda parecer hoy en día algo limitado, pero no os dejéis engañar, este juego aprovechaba al máximo las posibilidades técnicas de la época. La extensión de los mismos era bastante amplia haciendo que a pesar de su linealidad en ciertos momentos tengamos en todo momento la sensación de estar dentro de un laberinto claustrofóbico. A esto hay que sumarle el factor de exploración ya que nos encontraremos con puertas que necesitarán distintos tipos de llaves.
Pero lo que sin duda supuso que Doom se convirtiese en un éxito de masas fue el editor de niveles, el cual nos permitía crear prácticamente todo aquello que se nos ocurriese, tanto si se trataba de un diseño totalmente inédito o si tratábamos de replicar algo que existiese en la vida real. Muchos de estos mapas creados por aficionados fueron incluidos en distintas actualizaciones o expansiones del juego principal.
Y antes de terminar una cosa os voy a decir, si sois aficionados a los FPS y jamás habéis jugado al Doom original no sé a que estáis esperando, porque hasta que no lo hagáis os estaréis perdiendo a uno de los grandes del género.