Puede que muchos de los que leáis estas líneas, penséis que el juego protagonizado por Donkey Kong que se merce un BitBack sea Donkey Kong Country, pero si he de deciros de verdad, ese ladrillo con botones, llamado Game Boy, ha sido siempre mi debilidad.
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Los motivos que me han llevado a escribir sobre este juego, no es meramente el juego en sí, ni lo que disfruté con él, si no que también tiene mucho que ver con que este juego fue desarrollado bajo la tutela conjunta de Nintendo y Rareware. La verdad, confesadlo, los que tuvimos la fortuna de vivir “en directo” el tándem Nintendo-Rareware, fuimos testigos de un sin fin de majestuosos juegos.
Otro motivo por el que no he podido evitar escribir sobre Donkey Kong Land es que, sin duda alguna, es el mejor port que ha habido y jamás habrá. No nos engañemos, este juego se desarrolló gracias al éxito de Donkey Kong Country, y viendo el tirón del gorila de la corbata, se desarrolló una versión portátil.
Lo bueno de la saga Land, es que nunca han sido ports directos de sus homónimos Country de sobremesa. Bueno, puede que los Land 2 y 3, se parezcan demasiado a los Country, pero el primero, no era un mero copy-paste.
Bueno, vamos al tema. Donkey Kong Land es una suerte de mix de Donkey Kong Country comprimido para la gran portátil de Nintendo.
Y es que, como no podría ser de otro modo, la mayoría de las localizaciones que visitaremos durante el juego, están basadas en las del título original, es decir, la jungla, la montaña, el barco pirata, pantallas acuáticas…
Aunque, como novedad, y no sólo en este juego, si no toda la saga, el cuarto y último mundo del juego, es un homenaje al Donkey Kong original, y no, no me refiero al Donkey Kong Country de Super Nintendo, si no al Donkey Kong de NES y de las Game&Watch, en el que nuestro gorila favorito le hacía la vida imposible al fontanero más famoso.
Todas las fases de este mundo están basadas en un ciudad, algo que choca bastante con la tónica general de los entornos de la saga. Nos serviremos de vigas para poder avanzar, escalaremos fachadas, saltaremos de azotea en azotea, nos toparemos con bidones de obra…
Respecto del sistema de juego, por razones lógicas (técnicas), se simplificó bastante. Durante el juego, podremos jugar tanto con Donkey como con Diddy, pero jamás se mostrarán ambos en pantalla. Y es que, aunque gráficamente, este juego es de lo mejor publicado en Game Boy, la pobre no daba para más.
Tampoco nos encontraremos con las esquivas monedas DK, que se sustituyen por una especie de monedas Donkey-Diddy, que nos servirán para canjear por vidas extra en determinadas fases de bonus.
Las limitaciones técnicas también afectaron a los aliados de Donkey y Diddy. Durante el juego, tan sólo podremos contar con la ayuda de Rambi el Rinoceronte, y Expresso el Avestruz. Y para ser más exactos, Rambi es el único que podremos usar in-game, ya que a Expresso no nos la encontremos más que en alguna fase de bonus.
Y la limitación más “importante” es la referente a las fases mineras, en las que manejas la vagoneta en una pantalla con scroll automático. Importante, más que nada, porque no están en el juego.
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De todos modos, con limitaciones o sin ellas, este juego es uno de los grandes de Game Boy.