Hace escasas semanas, vio luz la última gran obra de Miyazaki, que no dejó a nadie indiferente. Ahora nos preguntamos qué pasará después de Sekiro.
Sekiro: Shadows Die Twice ha sido un juegazo que ha colmado las portadas de las webs durante semanas. Sea por una cosa u otra, el título de Miyazaki ha dado mucho de lo que hablar. Ahora, con las aguas mas calmadas, nos preguntamos cuál será el siguiente paso en esta triple corona que forma la saga. ¿Qué vendrá después de Sekiro?
Antes de que me echéis a los lobos sí, meto a Sekiro dentro del mismo saco que Dark Souls y Bloodborne. Cierto es que es el juego que más se desmarca de estos, y tiene poco en común salvo su estructura general de ídolos y zonas. Pero al final, Sekiro destaca por los combates contra sus bosses, prácticamente igual que lo que ocurre con la saga soulsborne, de ahí que decida hacer esta conjunción.
Nos puede gustar lo medieval, nos puede gustar lo victoriano o nos puede gustar lo feudal, pero todos estamos aquí por una misma razón: la dificultad. Los juegos más exitosos de Miyazaki han triunfado por exigir del jugador una capacidad de superación que pocas veces se ve en los videojuegos. Morir y volver a intentarlo, así hasta el infinito. Hasta que corrijamos nuestros errores y le tomemos la medida a este puñetero jefe. Y cuando esto ocurre, la satisfacción es máxima.
Dark Souls
Todo empezó con Demon’s Souls, pero si me lo permitís, voy a hablar del Dark Souls original, pues es el que depuró aquella primera fórmula. Dark Souls es un juego sorprendente incluso a día de hoy, teniendo en cuenta sus dos secuelas, Bloodborne y Sekiro. Un juego que nos presenta un mundo interconectado, en forma de espiral, que planta cara al mejor de los mapeados de cualquier Castlevania. Un juego que destacó por su falta de indicaciones de cualquier tipo. Tenías que aprender tú solito, que ya eres mayorcito. Dark Souls triunfó aun teniendo un combate tosco, lento y con múltiples fallos. Pero dentro de sus fallos, tenía la perfección del saberse justo para con el jugador.
Al Dark Souls original, le siguió una secuela que, si bien es un gran juego y mejora en muchas cosas al original, su dificultad artificial ha hecho que sea el menos querido de la saga. Después, con Dark Souls 3, la misma saga alcanzó su cénit jugable. Atrás quedó ese gameplay tosco y torpe, para dar paso a uno mucho más pulido, ágil, y menos dependiente de las estadísticas (dentro de su faceta RPG). Dark Souls 3 demostró ser un juego firme y que la saga souls no se nutre de las dificultades de movimiento para presentar un reto. Probablemente sea la obra más redonda de Miyazaki y, en mi opinión, difícilmente mejorable sin caer en repeticiones y sin perder su esencia. ¿Acaso se puede mejorar el combate contra el Esclavo Gael sin renunciar a los principios de la saga? Yo creo que no.
Bloodborne
Fuera de la saga Dark Souls, nos llegó Bloodborne. Miyazaki decidió desechar los escudos y el ritmo pausado de la saga souls para apostar por algo más dinámico y centrándose en el ataque en lugar de en la defensa. El resultado fue, a mi parecer, la mejor obra de Miyazaki. No es el juego más redondo, pero desde luego fue un gran paso hacia delante, con un gameplay fresco y con un mundo que se asemejaba más al de Dark Souls 1 que el propio y posterior Dark Souls 3.
El frenetismo de Bloodborne ya dejaba entrever sus ganas de ofrecer al jugador un combate mucho más rápido y directo, sin tener que depender mucho de niveles, armas o estrategias. Solo la bestia y tú. Toda una declaración de intenciones que culminaría en su obra más actual: Sekiro.
Sekiro: Shadows Die Twice
Sekiro: Shadows Die Twice es su obra más reciente y también la que más se distancia de los juegos que le hicieron famoso. Resulta una evolución natural del frenetismo de Bloodborne. Ya, totalmente desatado de las ataduras que suponía el género RPG, nos ofrece este título más de acción que de rol, donde las estadísticas poco importante y la habilidad del jugador prima por encima de todo. Sekiro es el juego más ágil de la saga, y esto es por algo. Nos presenta lo que probablemente sea el mejor gameplay de sus obras y, pese a ello, no renuncia a la dificultad.
Me resulta realmente difícil imaginar a Miyazaki abandonando el dinamismo de movimiento de Sekiro para volver a algo más pausado. Sekiro es, seguramente, el deseo jugable del japonés, pues hace que dependamos casi en exclusiva de nuestra habilidad. Pero a su vez, se centra demasiado en el combate (diría que más que en otros juegos de la saga) y en el reto que supone, por lo que se marca claro el camino que desea seguir, que es el de ofrecer al jugador un reto en forma de habilidad, inyectado en combates contra numerosos jefes finales.
Tres joyas de una misma corona
Dark Souls, Bloodborne y Sekiro tienen un punto en común muy básico: ofrecer un reto al jugador. De distintas formas y maneras, pero la base es esa. Ahora bien, por dónde va a tirar Miyazaki es incierto. Es verdad que el final canon de Sekiro deja la puerta abierta a una más que obvia secuela pero, ¿cómo evolucionaría el combate de Sekiro? Parece demasiado pulido como para sorprender con algo nuevo.
Por otro lado, la fórmula Dark Souls está muy quemada y poco puede dar más de sí. Con tres juegos a las espaldas y una agilización del combate que roza el romper con las bases de Dark Souls, poco futuro le auguro a una gran nueva apuesta de Miyazaki dentro de esa saga, la cual creo que quedará ahora en un segundo plano.
¿Y Bloodborne 2? Es mi principal apuesta. El juego es lo suficientemente ágil para poder avanzar y mejorar un poco en ese aspecto, más próximo a Sekiro, sin perder la esencia y sin resultar ser una copia más. Además, tiene un potencial muy grande y que aún no se ha explotado del todo, con las armas con truco y un lore de lo más complejo. De hecho, en mi opinión presenta el lore más atractivo y más explotable.
Mi deseo es ver un Bloodborne 2 con un combate más agilizado, más parecido a Sekiro que a Dark Souls, pero sin perder esa esencia que tanto le caracterizó. Potenciar esa necesidad de ataque más que de defensa y esa sensación de enfrentarnos a un mal mucho mayor y más potente al que no podremos vencer.
Y creo que Miyazaki va a tirar por ahí. Sabe lo que la gente quiere y ya ha demostrado, hasta en dos ocasiones, que puede reinventarse y crear algo fresco. Mi temor, por otro lado, es que vuelva a pasar lo que ha sucedido con Sekiro: repetición, reciclaje y una recta final algo carente de ideas. Para esto, el japonés debe disponer del tiempo que necesite, para evitar repetir fallo. Sea lo que sea, sabemos que Miyazaki rara vez decepciona, y no creemos que lo próximo que saque sea algo poco novedoso.