Vengadores: Endgame, Marvel y el descanso que nadie ha pedido. Dejaos de gilipolleces.
Lo último de los Vengadores es para mear y no echar gota. Joder, ¡qué fácil me lo han puesto esta vez! Al parecer, Marvel está barajando meter un descanso durante las proyecciones de Vengadores: Endgame, película que superará las 3 horas de duración.
Estos descansos eran comunes en los cines de antaño. Sobre la mitad de la película se programaba un corte para que los espectadores visitaran el baño o estiraran las piernas. Sin embargo, es una práctica erradicada en la actualidad, gracias al hacedor.
Increíblemente, los tiempos vuelven a épocas peores. Qué estupendo, ¿verdad? Gracias, pero no. Son muchos años, toda mi vida, yendo al cine para disfrutar de una película de principio a fin. Ya soporto en las salas a grupos de maleducados hablando gran parte de la película. Aguanto, y muy mal, las patadas en el asiento del culo inquieto de detrás. Incluso tengo que suprimir mis ansias de romper los dientes al de al lado con su propio móvil por no dejar de consultarlo durante la proyección. ¿Por qué tengo que aguantar ahora un corte en la película?
Seguramente la mayoría resistiríamos esas tres horas sin ir al baño si no fuera por el barril de refresco que acabamos de comprar. Sí, es cierto que nadie nos obliga a hacerlo, pero por un euro más te dan el bueno, mientras que por los “míseros” 9 euros del menú te dan un vaso infantil relleno de hielo con sabor a Fanta.
Por si fuera poco, ese gran vaso de refresco nos dura lo que nos dura. Somos unos ansias, cierto, pero no llega ni a los créditos iniciales. A veces, muy pocas, es culpa nuestra. Pero en la mayoría de ocasiones nos comemos las palomitas y la bebida mientras nos cuentan a toda pantalla que Carglass cambia y repara y nos intentan comprar nuestro coche punto com. Quizá si esos 20 minutos, o más, de anuncios fueran algo menos, no nos entraría el tembleque en los mejores momentos de la película.
¿Descanso de Vengadores?
Intento pensar que la intención de Marvel es buena. Lo hago de verdad. Pero por mucho que le doy vueltas no logro entender cómo parar una película en el cine puede ser bueno. En casa, que tenemos baño, mando a distancia y todas las comodidades ya me parece de mal gusto ver una película a trozos. No soporto las pausas publicitarias en cine o series. Para eso pago mis suscripciones a televisiones de pago o servicios de vídeo bajo demanda. Para más inri, en muchos casos, un mes tiene el mismo precio que una entrada al cine en un día cualquiera.
Como también soy un poco malpensado, y hablando de publicidad, ¿no será que nos quieren meter mientras vamos al baño otros 20 minutos de Carglass cambia y repara? ¿No será que, aprovechando la ocasión, volvamos del baño con otro menú de palomitas y bebida en las manos? Ay, amigo. Dejemos que descansen y mientras aprovechamos el tirón de Vengadores. Total, como no la va a ir a ver nadie.
Antes de descansos absurdos e innecesarios, de esos que vacían bolsillos a la vez que vejigas, se debería mirar por la comodidad real del espectador. Convendría el regreso de la figura del acomodador, por ejemplo. Me agradaría ver su presencia cuando pida silencio al grupito escandaloso. Me ilusionaría verle hacer apagar el móvil al idiota de al lado. Gozaría de lo lindo cuando ayudara al inquieto de detrás a sentarse en condiciones. Y me deleitaría presenciar cómo expulsa a todos estos maleducados de una sala de cine. Dejémonos de descansos estúpidos que nadie ha pedido.